Océano profundo [+18]

By ladecalcomaniegirl

278 16 7

Elizabeth arriba al misterioso castillo de Willstone. Un castillo sobre un acantilado frente al mar. Ciertame... More

Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7: Un tesoro.

Capítulo 1

105 8 2
By ladecalcomaniegirl

"Camino hacia el castillo Willstone"

Debajo de la lluvia, por encima del  empedrado y embarrado camino se dirigía la carreta bajo la lluvia en dirección al castillo de Willstone del terrateniente Adrian, Willstone. Muy nombrado por todos, visto por tan sólo unos pocos. Miles de historias y rumores rondaban acerca de su persona. "Es un hombre, dicen casi misterioso, no se le ha de ver a los ojos nunca. Muy rudo. Ha echado a casi todos sus empleados sin explicaciones". Ninguna de estas acusaciones e historias le causaba miedo. Es cierto que era considerada obstinada y ella en algún momento de su vida, cuando su madre enfermó gravemente, comenzó a creérselo. Porque de otra forma no explicaba de donde sacaba las fuerzas para continuar y conseguir dinero de donde se pudiese para ayudar a su madre.

El castillo se encontraba sobre un enorme acantilado frente al océano. Ciertamente un lugar hermoso pero era imposible de apreciar por la cantidad de  agua que caía. Cubría todo a su paso a repiqueteo alterado.

Elizabeth acomodó sus guantes de tela negros que habían sido hechos por su madre tiempo atrás cuando la misma estaba llena de vida. Desgraciadamente hoy día sufría una extraña enfermedad en las piernas que le impedía estar de pie. Por esa razón Elizabeth había comenzado a trabajar de criada para pagar algunos de los medicamentos que su madre necesitaba ya que no se encontraba apta para seguir trabajando. 

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el cochero. 

-Señorita, he tenido que parar aquí. No puedo llegar más cerca del castillo con este suelo lleno de rocas y barro. Va a tener que bajar y caminar usted sola hasta allí.

-¿Cómo dice?- protestó.

- Si sigo camino se podrían romper las ruedas ¿sabe lo que eso significa? Tendría que estar varado aquí.

Elizabeth al ver que no tenía municiones contra tal argumento decidió no discutir ni una palabra más y hacer el esfuerzo de caminar con las valijas bajo la lluvia. Tomó una bocanada de aire, abrió la puerta torpemente y bajó del carro. Al hacerlo pudo ver como los únicos zapatos negros sanos que tenía se hundían con gracia en el lodo. Trató de divisar la distancia hacia el castillo y vio que aún le quedaban unos 2 km de recorrido. Quería seguir discutiendo, pero cada minuto que pasaba la lluvia parecía incrementar en furia y en litros de agua y necesitaba resolver esto enseguida para tratar de llegar lo más temprano posible. Miró a su alrededor y pudo distinguir un enorme árbol que se abría cual paraguas. Pensó en refugiarse unos instantes a esperar que la lluvia cesara. De esta manera podía seguir su camino con más agilidad. Mientras permanecía arriba de una gruesa raíz debajo del enorme árbol alejada del barro lo más que podía pudo ver como la carreta deteriorada por la lluvia se alejaba. Ni se tomó el trabajo de agradecerle demasiado, se suponía que el acuerdo era hasta la puerta del castillo. De todas formas pensó que olvidar el hecho que había sido abandonada a 2 km de su destino debajo de la copiosa lluvia y enfocarse en su objetivo que era tratar de llegar a tiempo.

Trató de concentrarse un poco en el ruido de la lluvia e intentó ir más allá del mismo. Pudo oír rugir el mar con furia y romper con toda fuerza sobre las rocas. El olor a sal perfumaba el ambiente.

Elizabeth, inspirada por todo aquello que la rodeaba, trató de imaginar cómo sería su nueva vida en el castillo mientras contemplaba su inmensidad a lo lejos. Para ella, tan joven con sus 21 años de edad, era ciertamente una oportunidad que le aportaría experiencia y forjaría su carácter por uno más maduro o eso era lo que decían. La lluvia comenzó a cesar poco a poco sorpresivamente y emprendió camino tratando de apurar el paso por si se volvía a llover pero esta vez con más fuerza que antes.

Al llegar a la puerta el castillo dejó sus maletas a ambos lados, se secó la frente mojada con el puño del vestido, tomó el pesado llamador pisciforme de bronce y golpeó con fuerza. Miró hacia arriba de su cabeza y el castillo se extendía por encima de los 20 metros quizás más. Todo construido con piedra maciza. Hermoso y costoso. "mi nuevo hogar", pensó. De repente se oyó el ruido de un metal golpeando la madera, a continuación se abrió la pesada puerta que chirrió.

-Adelante- la invitó a pasar una mujer de alrededor 50 años, cabello blanco bien recogido, vestido sobrio negro. En su brazo colgaba un aro de metal con ¿60 llaves en total? Quizá más, eran demasiadas y juntas con cada movimiento de la mujer daban una sinfonía que a Elizabeth le pareció fastidiosa.

-Muchas gracias, buenas tardes y disculpe la tardanza-agachó su cabeza. Al alzarla pudo contemplar la gigantesca escalera que se abría a unos metros de la entrada, elegante y alfombrada en terciopelo rojo dividiendo sus brazos uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda. Al final de la escalera central colgaba un retrato pictórico de alrededor unos cinco metros de largo con un marco de madera maciza exageradamente decorado. En el mismo posaba un joven con aires imponentes, la expresión de sus cejas daban la impresión de tener un carácter veraz. A pesar de lo que Elizabeth podía interpretar a través de aquel retrato le parecía un joven muy hermoso. Tenía los cabellos negros y atados, piel pálida color papel, labios finos, nariz casi perfecta y los ojos...eran azules como zafiros, casi como el océano puro, lejano y fríos. A la joven le pareció que en aquel retrato habían exagerado con el color celeste, pero de todos modos era bello y que dicha imagen imponia respeto. Con que ese es el famoso Señor Willstone, pensó en sus adentros.

- Tú debes de ser Elizabeth, supuse que llegarías tarde por el temporal. Es común en esta época del año, no te asustes- la mujer tenía una mirada cansada, recta y estricta.

Las paredes del castillo eran de roca y en las mismas colgaban inmensas alfombras decoradas en colores dorados, verdes oscuros y bordo. Las pesadas cortinas rojas que tapaban los inmensos ventanales no ayudaban a la iluminación del lugar. De esta manera el ambiente se mantenía frio, quizás más frio que afuera.

- Por cierto, soy y como bien ya te habrás dado cuenta ,el ama de llaves de este castillo entre otras tareas que llevo a cabo, como dirigir las limpiezas, jardín y la cocina- la mujer hablaba tan rápido como caminaba. Pero en un tono medio bajo.

Se dirigieron a través de una puerta y subieron unas escaleras menos elegantes que las centrales que dirigían a un pasillo en donde estaban ubicados los cuartos de servicio.

-Esta es tu habitación. Espero que estés cómoda y te sientas a gusto. Por cierto, mi nombre es Marie.

Contempló la habitación en silencio y era mucho mejor que la de su casa pero peor que las habitaciones de huéspedes, supuso.

- Iré en busca de unas toallas secas, debes estar lista en no menos de 10 minutos, pronto comenzaras con tu labor, yo te guiare al ser tu primer día. Dentro de una hora, no más, va a ser la hora de la cena. Primero servimos al Señor WIllstone luego podemos tomar algo. 

Elizabeth dejó sus valijas debajo de la cama pensó en ordenar las cosas luego. Miró por la ventana y un hermoso parque bellísimo repleto de flores de distintos colores salpicadas con los cristales de agua de lluvia se extendía ante sus ojos. Dos golpes en la puerta la distrajeron.

—Adelante-

—Bien, he aquí las toallas- le entregó dos toallas blancas

—Gracias señora.

—Toma— le entregó una muda de ropa bien almidonada y un par de zapatos impecables color negro —espero que sean tu talla. Házmelo saber de lo contrario. Elizabeth aceptó la ropa –En no menos de cinco minutos tenemos que bajar a preparar todo, así que debes de apurarte-

Los zapatos calzaron a la perfección. No solo los zapatos sino que también todo el atuendo encajaban a la perfección en su delicada  figura. Como si los hubiesen hecho a medida.

—Elizabeth- gritó detrás de la puerta.

—Sí, señora- se asomó la joven por la puerta de su habitación.

—bien, es hora de preparar la cena, luego de hacerlo podrás comer algo y luego te mostrare las habitaciones y te dictare tus tareas aquí.

Comenzaron a bajar las escaleras y mientras lo hacían Marie  no paraba de hablar ni un segundo.

—Como decía, tus tareas dentro del castillo son las siguientes: te encargaras de mantener limpias las habitaciones, servirás la mesa, al igual que servir algunos platillos. Serás la encargada de la vajilla ¿Sabes lo que significa? Deberás poner la mesa en orden, los platos de porcelana fina Meissen centrados, tres copas de cristal de mayor a menor empezando desde la izquierda a derecha, hacia la derecha del plato dos tenedores: el de tres puntas es el de pescado, el de 4 puntas es el de carne. A la izquierda, de adentro hacia afuera: el cuchillo más grande es el de carne, le sigue el de pescado, la cuchara de consomé y al final el tenedor pequeño de tres puntas que corresponde al de los mariscos. Por último el platillo del pan y hacia la derecha y la servilleta de ceda roja doblada en cuatro en el centro del plato.-

Todas aquellas palabras eran bombardeos hacia  Elizabeth que pocas cosas de todo aquello habían quedado resonando en su mente, la mujer daba las instrucciones rápidamente, sin trabas en el pensamiento recitaba todo aquello con una sonrisa de satisfacción por poder recordar cada detalle de memoria. Como una oración.

-Si recuerdas todo aquello no estarás en problema ¿Quedó claro, Elizabeth?-

-Sí, señora- respondió rápidamente- Señora ¿podría repetir la parte de los cubiertos? No lo recuerdo con exactitud- trato de sonar lo más amable posible. Luego de decir estas palabras Marie detuvo su paso, se dio vuelta y la expresión de su rostro había cambiado. Elizabeth sintió miedo.

- Si usted señorita no es capaz de recordar las instrucciones dadas me temo que no durara mucho aquí, las instrucciones se dan una vez y usted debe ser capaz de recitarlas como el abecedario. No repito lo que digo, si escuchó, escuchó. De lo contrario va a estar en problemas ¿Ha entendido, Elizabeth?-

-Sí, señora- Elizabeth asintió con la cabeza un poco asustada de la dureza de la mujer.

El resto del camino hacia la cocina continúo en silencio y a Elizabeth le pareció que su nuevo empleo seria duro, pero no se daba por vencida porque en todo momento que sentía debilidad recordaba a su madre y lo mucho que ella la necesitaba.

Ahora, este castillo era su nuevo hogar. Y esta gente, su familia.

Continue Reading

You'll Also Like

94.9K 12.2K 158
Entra para obtener más información de la historia 💗
108K 23.8K 52
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...
417K 27.3K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
61K 3.1K 76
Enamorarse fue fácil. Lo que viene después es el verdadero desafío... Keeping 13 «Los chicos de Tommen #2», de Chloe Walsh.