Destruyendo al chico ideal (C...

By humxnerrxr

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«Bienvenido a Date, you!; donde encontramos a la persona adecuada para ti». Harmony Johnson anhelaba ser la p... More

Destruyendo al chico ideal ©
Capítulo 1: Alexander Roux
Capítulo 2: Con bases y condiciones
Capítulo 3: Fuera de control
Capítulo 4: Disculpas borrachas
Capítulo 5: Las personas que engañan nunca cambian
Capítulo 6: Dejar de amar
Capítulo 7: Bailes para levantar el ánimo
Capítulo 8: Un clavo no siempre saca otro clavo
Capítulo 9: Eventualidades
Capítulo 10: Manos escurridizas
Capítulo 11: Un besito no cuenta
Capítulo 12: Golpe de realidad
Capítulo 13: Futuro arrepentimiento
Capítulo 14: Culpa
Capítulo 15: A nadie le gusta un chico bueno
Capítulo 16: Un beso de verdad
Capítulo 17: Tequila y confesiones
Capítulo 18: Curando heridas
Capítulo 19: Con sabor a cerveza
Capítulo 20: Huir
Capítulo 21: Como antes de todo
Capítulo 22: El regalo
Capítulo 23: The Dragons
Capítulo 24: Familia
Capítulo 25: Sal, tequila y limón
Capítulo 26: Explicaciones
Capítulo 27: Malas noticias
Capítulo 28: Cenas interrumpidas
Capítulo 29: Más que problemas
Capítulo 30: Reglas rotas
Capítulo 31: Es complicado
Capítulo 32: Confío en ti
Capítulo 33: La mejor cita
Capítulo 34: La forma correcta
Capítulo 35: Burbuja de perfección
Capítulo 36: Caída
Capítulo 37: Arder
Capítulo 38: Enfrentar el pasado, presente y futuro
Capítulo 40 (Final): Bienvenido de vuelta
Epílogo

Capítulo 39: Tregua

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By humxnerrxr


Me dolía el cuerpo como nunca antes. Las sienes se presionaban contra mi cabeza como si esta estuviera a punto de explotar, podía sentir el cansancio sobre mis hombros, extendiéndose hacia mi espalda baja, que no había dejado palpitar en horas.

Y sin embargo, el día no terminaba.

Terminé de levantar los últimos cubiertos de la mesa, como pude, mientras batallaba contra mis párpados para que no cayeran por última vez. Era muy capaz de quedarme dormida en el trabajo, incluso estando parada.

—Cariño, ¿Acaso dormiste algo anoche?

Solté un suspiro ante la voz de Jasper, cargado de tanto estrés, que incluso en la expulsión de mi aliento fui capaz de sentir mi garganta temblar. Negué con la cabeza, a modo de respuesta. No, no había dormido una mierda, más o menos igual que todas las noches anteriores. No solo se debía al hecho de que mi cama se sentía fría de una manera hasta ridícula, ahora que yo era la única que debía dormir en ella, sino que durante el día, me mantenía ocupada con tantas cosas —el trabajo, proyectos escolares, la pelea interminable entre Cass y Bastian— que apenas tenía un momento para descansar.

—Algo —comenté—, como unas cuatro horas.

Teressa, que acababa de llegar, negó con la cabeza, a modo de negación. Acabábamos de cerrar. Sus mesas ya estaban limpias, ellos podían tomar sus cosas e irse, como hacían todas las noches. Sabía que si no lo habían hecho hasta el momento era porque estaban preocupados por mí.

—Oh, Har...

—Es solo una fase —aseguré—. Necesito estar mal por unos días, quizá un mes, pero luego volveré a ser yo. Lo prometo. Además, no ayuda ni un poco que todos mis proyectos finales y exámenes sean para fines de este mes.

Ambos compartieron una mirada.

— ¿Estarás bien...? —comenzó Jasper, alzando una ceja como siempre lo hacía—. ¿O solo fingirás estarlo?

Maldecía a Jasper y su sexto sentido de hermano sobreprotector.

Mordí el interior de mis mejillas, sabiendo que no tenía una respuesta real a eso. Me sentía estúpida por estar sufriendo de la forma en que lo hacía, por alguien que siquiera debía estar pensando en mí. Tampoco era como si lo necesitara, mas no había recibido ni un solo mensaje de su parte, a pesar de ya me había hecho la idea de que no iba a obtener ninguno.

Ugh, era patética.

—Estaré bien —afirmé casi sin voz.

—Bueno —La rubia quitó mi abrigo del perchero, y lo dejó caer sobre mis hombros, asegurándose que pasara cada brazo por su manga correspondiente—. Ahora vamos al auto.

—No es necesario...

Jasper me calló, colocando su dedo índice sobre mis labios.

—No quiero quejas. Al auto, ahora.

Sonreí. Aunque lo apreciaba, no era necesario que se salieran de su camino por mí.

—Son solo cinco...

—No me importa cuántas calles sean, vamos a llevarte.

Bueno, no hubo forma de negarlo.

Acabé subiéndome al coche de Jasper, que por el olor, debía ser nuevo. Tomé el asiento trasero, en el medio, mientras Tess se subía como su copiloto. Cuando el castaño encendió la calefacción, tuve que admitir para mis adentros que tendría que haber aceptado volver en su auto hacía muchísimo tiempo.

Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi abrigo. No le di importancia, debía ser Summer preguntándome cuando volvería.

La rubia se giró hacía mí, con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¿Qué te parece si vamos a bailar el próximo fin de semana?

¿A bailar? ¿A una discoteca? No era exactamente la actividad que me moría por hacer. De hecho, prefería pasar mis viernes por la noche en la residencia, con Summer, viendo alguna película mala de romance, de esas que ella tanto odiaba, porque no le llegaban ni a los talones a los libros.

Sus palabras, no las mías.

—No creo estar de humor, la verdad —respondí, desviando la mirada por la ventana.

El teléfono continuaba vibrando. Por Dios, que pesada que estaba.

— ¡Esa no es la actitud! Vamos, será divertido. Incluso podemos pedirle a mi Lex que vaya con nosotras.

Lexi Jensen, su compañera de departamento. No había tratado mucho con ella, pero por lo que sabía, era bastante agradable. Eso no hacía que mis deseos por salir a una discoteca aumentaran, lamentablemente.

—Por ahora no, ¿Sí? —pedí—. Es que no tengo ánimos como para eso.

—Me lo debes, lo sabes, ¿Verdad? Cuando menos te lo esperes, voy a cobrarte esa salida.

—Me parece bien para mí.

Maldije por lo bajo mientras, con mi paciencia caminando por una cuerda floja, quité mi celular del bolsillo. Siquiera me detuve a observar el nombre, solo respondí.

—Qué.

¿Harmony?

Mi respiración se atascó por un segundo. Esa voz... no podía significar nada bueno. Jasper me observó por el espejo retrovisor. Me sostuve del celular con más fuerza.

— ¿Jenna? —balbuceé—. ¿Pasó algo? ¿Cómo...?

Un quejido se escuchó del otro lado de la línea. Como un sollozo suavizado, por lo que fuera que la estuviera sosteniendo.

Estoy en... en el hospital. El del centro.

¿Por qué? ¿Qué pasó?

Dentro, muy dentro, sabía a qué tenía que deberse. Jennifer Martin jamás me habría llamado si el problema fuera suyo.

Tessa giró su cuerpo como pudo, para observarme de frente, incluso en el asiento de adelante.

James acaba de tener... lo internaron por un coma etílico y-y no... no sabía a quién más llamar. No conozco a nadie en su lista de contactos, solo... tu nombre, y...

Se detuvo todo.

Todo.

Mi corazón se hundió con fuerza. Las palabras de Jenna se oyeron distorsionadas, casi como si mi cabeza entera hubiera sido sumergida debajo del agua. Me quemó la garganta, hasta que tuve la fuerza necesaria para quitar el teléfono de mi oreja e inclinarme hacia adelante, quedando detrás de la oreja de Jasper.

—Necesito ir al hospital —balbuceé. Las manos me temblaban—. El del centro.

Él asintió con la cabeza. No necesitó nada más, y dobló en la esquina siguiente. Intenté volver a levantar el celular, quería oír lo que Jenna tenía para decir. Sin embargo... no podía. Mi mano estaba paralizada... fría. Dejé de sentir mis dedos, uno a uno, hasta que el vacío inundó mi palma, y entonces supe que lo había dejado caer. Teressa, sin quitar su ceño fruncido y con el rostro pálido, se inclinó hasta tomar el teléfono, perdido en el piso del coche, y luego se lo llevó hasta el oído, para que fuera ella quien continuara hablando con Jenna.

Gran parte de mí siquiera se sintió presente durante el viaje al hospital. El corazón me latía con fuerza, quemándome el pecho, y toda clase de preguntas asaltaban mi cabeza. Coma etílico, repetía sin cesar. ¿Eran graves? ¿Qué tanto había que beber para...? ¿Y qué pasaba si no volvía de su estado? Nunca. ¿Podía pasar tal cosa?

Cerré los ojos. Una gota helada cayó por mi mejilla.

No, Dios, no. No iba a pasarle nada malo. Nada peor.

Solo supe que habíamos llegado al hospital por la fría correntada de aire helado que me golpeó el rostro, y se acentuó más en aquellas zonas por las que habían caído las lágrimas. Cuando observé al lugar por el que el viento provenía, me encontré a Teressa parada, con la puerta trasera del auto abierta, y una mano extendida hacia mí.

La tomé, comenzando a salir de mi estupor.

—Ya llegamos —murmuró, comenzando a caminar.

Jasper cerró el coche y comenzó a seguirnos. Nadie dijo nada. A la distancia, se oían ambulancias y el llanto de distintas personas, todas desconocidas. Todas en situaciones similares a la mía, o peor. Tessa nos condujo hasta la sala de emergencias, tan blanca, que por un segundo me encandiló. En cuanto hube recuperado la vista, lo primero que enfoqué fue la delgada figura de Jenna, parada en el medio de la habitación, mordiendo su dedo pulgar con agresividad.

Me acerqué a ella como pude.

En cuanto recató en mi presencia, aún a un par de pasos de distancia, se giró hacia mí, en un estremecimiento.

—Hola —saludó. Le temblaba la barbilla.

— ¿Qué...? ¿Qué pasó?

—N-no lo sé por completo... —balbuceó—. No estábamos juntos. Solo que me llamó hace media hora. Estaba muy inconsciente... apenas podía hablar. Pedía disculpas todo el tiempo... Creo que pensaba que estaba hablando contigo. Así que le pedí su dirección, y fui a buscarlo... como siempre que se emborracha. P-pero cuando llegué... estaba recostado contra una pared, con los ojos cerrados, y-y no respondía... No supe que hacer.

Se me encogió el corazón de tan solo imaginármelo, tirado en el piso de alguna discoteca. Quizá James no mereciera que me preocupara por él de la forma en que lo hacía, pero no podía evitarlo. Recordaba que así era cuando estábamos juntos. Me drenaba la energía esperarlo en vela todas las noches en que salía, sin saber si iba a volver, y cuando lo hacía siempre arrastraba con él una mezcla de olores: tabaco, alcohol y hierba.

—Está bien —murmuré mientras asentía—. Hiciste lo correcto. ¿Tienes idea de cómo está?

Ella negó con la cabeza, conteniendo un puchero.

—No... nadie me ha dicho nada hasta ahora. No sé... no estoy segura sobre cuánto tardarán.

Asentí con la cabeza, asimilando sus palabras. En cuanto volví a observar atrás, Jasper y Tessa continuaban donde los había dejado, atentos a mí y todas mis reacciones. Coloqué una palma sobre el hombro de Jenna. Ella dio otro respingo antes de girarse hacia mí con el terror resplandeciendo en sus ojos. Quité mi mano con lentitud.

—Iré a sentarme con mis compañeros —avisé, señalándolos con la cabeza—. Puedes... venir, si quieres. Creo que te haría bien tomar asiento un poco.

Ella me mostró su mejor intento de sonrisa, asintió con la cabeza.

—Está bien, gracias.

Así que tomamos asiento los cuatro juntos. Teressa le echó una mirada despectiva, en un principio, puesto que conocía toda nuestra historia. No le agradaban ni James ni Jenna, no los soportaba. Aunque luego borró esa expresión de su rostro, cuando comencé a explicarles lo que había pasado, sustituyéndola por una de pena.

Permanecimos un buen tiempo sentados, todos juntos. En silencio. Hasta que Jasper y Tess tuvieron que irse, y entonces solo quedamos la rubia y yo. Nos mantuvimos en el mismo lugar por lo que se sintieron horas, en lo más cercano que habíamos tenido jamás a una tregua. Por delante de nosotras observaba a diferentes familias ir y venir. Camillas, doctores, enfermeras... y ni una sola noticia sobre James.

Hasta que una mujer baja y regordeta se plantó en medio de la sala de espera, paseando su mirada por el lugar, y con una plantilla entre sus manos.

— ¿Familiares de James Asher Sullivan?

«Asher, no me había visto venir eso».

Tanto Jenna como yo nos paramos de un salto, y nos acercamos a la enfermera.

—No somos sus familiares... —murmuró la rubia—, pero no hay nadie más aquí. No tiene familiares directos, y-y... yo soy su número de emergencia.

La mujer suspiró.

—James está en una situación difícil —admitió. Dejé de respirar mientras la escuchaba—. Entró en un con un porcentaje de alcohol en sangre de siete gramos por litro, y estaba muy deshidratado. Lo hemos hidratado mediante un suero, y estamos controlando su nivel de glucosa y de oxígeno. También le estamos aplicando flumazenilo. Aunque estamos revirtiendo los efectos del alcohol, no creemos que vaya a despertarse hasta mañana. Por eso se recomienda a los familiares que busquen un lugar donde pasar la noche, y de querer hacerlo, vuelvan mañana a primera hora del día.

El pecho se me oprimió, y no supe si soltar un suspiro de alivio, o largarme a llorar. Ambas asentimos con la cabeza cuando la enfermera se alejó, y nos sumimos en un silencio terrorífico.

Iba a estar bien. Tenía que estarlo, ¿No? Eso mismo había dicho la mujer. Al día siguiente, despertaría del coma, y todo volvería a la normalidad. Seguro que sí. Ahora bien, tenía que irme. Dejar el hospital. Era lo recomendado. Y... sin embargo, me sentía terrible haciéndolo. Dejándolo solo. Sabía que no iba a poder volver hasta la tarde del día siguiente. Tenía clases a las que atender. También sabía que nadie más que nosotras dos iba a ir a visitarlo a aquel hospital.

Casi como si me estuviera leyendo el pensamiento, Jenna se giró hacia mí.

—Voy a quedarme —murmuró, con su puño contra su esternón—. No tienes que preocuparte por eso. Si quieres, puedo mantenerte al día.

Parpadeé.

— ¿No quieres volver a casa?

Ella bajó la mirada, apenada.

—No, la verdad.

Asintiendo con la cabeza, no pude contenerme cuando la rodeé con mis brazos. Yo, abrazando a Jenna Martin. A pesar de que creí que me empujaría, en realidad... hizo todo lo contrario. Apoyó su mejilla sobre mi hombro, donde sentí la humedad de sus lágrimas un par de segundos después.

—Gracias —murmuré.

—De nada —respondió. Se oía sincera, y por primera vez, no estaba siendo hostil hacia mí—. Te lo debo.

En cuanto estuve fuera de la sala de emergencias, el viento helado volvió a abrazarme, calándome hasta los huesos. Gracias a Dios nos encontrábamos en los primeros días de la primavera, y aquel frío invernal de mediados de diciembre ya había desaparecido, en su mayoría. Excepto aquella noche, claro. El clima se empeñada en hacerme sentir peor.

Podría haber llamado un taxi, pero no tenía nada de dinero encima, y la residencia solo estaba a un par de calles. Además —ignorando el miedo que me producía caminar sola por la noche—, no me hacía mal estar unos minutos a solas. Minutos que podía utilizar para aclarar mi cabeza... de alguna forma. Todo en mi cerebro era un desastre. No solo no podía parar de preocuparme por James, y por el estado en el que se encontraba, sino que mi mente siempre volvía... a ese otro castaño, en el que no había podido parar de pensar ni por un momento, en las últimas dos semanas.

Maldito fuera.

Una gota cayendo sobre mi frente, y abriéndose un camino por el puente de mi nariz fue lo que me distrajo. Y luego, otra, y otra... y a esas le siguieron varias. Dos, tres, cuatro... caían con fuerza. Alcé la vista. Estaba lloviendo, de forma torrencial.

«Lo que me faltaba».

Me aferré al bolso con fuerza, y eché a correr como si mi vida dependiera de ello. Lo hacía. Si no llegaba a la residencia rápido, acabaría empapada. Y enferma al día siguiente. Moví mis piernas lo más rápido que pude, aunque todo ese entusiasmo solo duró hasta que hube terminado de recorrer una de las calles, porque en cuestión de segundos, mis pulmones estaban a punto de quedarse sin aire.

Maldecía estar en tan terrible estado físico.

Cuando me encontré en la esquina de mi manzana, me di por vencida. Todo mi cabello y abrigo estaban empapados, así que dejé de correr —ya no podía servir de mucho— y me remití a avanzar a pasos rápidos hasta llegar a la entrada del edificio.

Y ahí, justo ahí, la figura masculina que se encontraba en la entrada me robó la respiración.

Contuve mi aliento en cuanto lo observé, recostado contra la pared, apenas cubriéndose de la lluvia. Con el cabello y la ropa mojada. No sé por qué esperé verlo distinto, cuando se encontraba igual que siempre. Tal vez con su cabello un poco más despeinado que de costumbre, aunque culpaba de eso a la lluvia.

Mordí mi labio inferior.

Estaba allí, de vuelta en Hamilton.

Alexander.




N/A:

BUENO

Dudo que se esperaran esto cuando subí el spoiler a instagram, PERO A MÍ ME PONE TRISTE, ¿OK? Porque yo lo quiero mucho a James aunque medio no se lo merezca :(

¿Qué les pareció el capítulo? Es un poquito corto pero igual intenso, y lo importante se viene en el próximo (el final). 

Btw, por si a alguien le importa: se me pasó el resfriado <3

Si les gustó el capítulo no se olviden de votar y comentar. Nos vemos el próximo miércoles. 

Besitoss. 


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