Narrador Omnisciente:
— Muy bien, empiecen! — dió la orden, los caballeros empezaron a repartir cortes hacia la espada del oponente que les habían asignado
Mientras que desde la entrada a la sala de entrenamiento un adolescente los veía con un brillo en los ojos. Desde chico entrenaba para ser un caballero, ahora como adolescente podía tener el entrenamiento pesado. Así que a dos días de que su entrenamiento diera inicio se la pasaba viendo al resto de caballeros repartir cortes con la espada.
Claro que su comodidad no duro tanto.
— Gilthunder, ¿Se puede saber qué haces? — uno de sus mayores lo encontró, tenía la esperanza de que si lo encontraban fuera Meliodas quien lo hiciera, pues el rubio no solo lo dejaba ver, sino que también le iba explicando
— _____________–sama... — sonrió apenado al verlo, este era un joven adulto de una buena estatura (1.88m) así que era cansado tener que ver hacia arriba
— ¿Se puede saber qué haces aquí? — pregunto, tenía una sonrisa divertida, pues sabía que el menor adoraba a los caballeros y anhelaba con ser uno cuando mayor
— A-ah nada, solo quería ver el entrenamiento. — respondió apenado, pues se había escapado del suyo para poder ver el de los superiores
— Gil. — se puso de rodillas para poderle hablar con mayor facilidad — Sé que anhelas con ser un caballero sacro, lo que me causa dudas es... ¿Cómo piensas ser uno si escapas de tu entrenamiento y te atrasas? — el pelirrosa alzo ambas cejas con sorpresa, nunca lo había pensado
— P-perdón... — se disculpo jugando con los dedos se sus manos, proporcionando al mayor de una imagen tierna que lo hizo soltar una corta risa entre dientes
— No hace falta que te disculpes. — le revolvió el cabello — Ahora ven, Meliodas nos está esperando. — se levantó siendo seguido por el menor emocionado
— Pronto seré un caballero sacro! Así como tú ___________–sama! — exclamó con emoción señalando al mencionado con un brillo en los ojos
— No seas como yo. — al escuchar esto arqueo una ceja confundido — Sé mejor que yo. — comprendió y asintio decidido
— Sí!
— Aunque no te confíes mucho, apenas sostienes tu espada de madera, que por cierto está rota. — comento, el menor rio apenado por ello
•
•
•
— Bueno ¿Cuál es el plan, capitán? — los seis miraron al más bajo, quien estaba planeando el como evitar a la muche dumbre
— Sabes que, no hay plan, yo me encargo. — Merlin se quitó el casco y empezó a hacer de las suyas — Los llevaré a cada uno a un lugar alejado, así no podrán encontrarnos tan fácilmente. — indico
— ¿Señor Meliodas?... — se escuchó una voz aguda, volteamos, era una de las princesa
— ¡Princesa tenga cuidado! — Gil la acompañaba, esta vez usando una verdadera espada
— Váyanse de aquí! — les gritó el rubio, no quería que ninguno de los dos menores saliera lastimado — Largo!! — les indico, apenas y lograron evitar que una columna los aplastará
— ¡¿Acaso no escucharon a su superior?! Larguense de aquí, es muy peligroso!! — Gil fue quien reconoció aquella voz, su rostro de mostró serio, asintio y tomo a la pequeña en brazos para poder salir de ahí más rápido
— Lo educaste bien. — comento Merlín al ver que el pelirrosa había acatado la orden, quien le había gritado se quitó su casco mostrando su rostro
— Obviamente. — dijo con orgullo, mostró una pequeña sonrisa y así fueron separados cada quien cayendo en un lugar remoto y aleatorio
•
•
•
Caminaban entre la niebla. Iban acompañados de la princesa de hace años y un cerdo. La mejor compañía de todas. No les quedaba de otra, tenían que buscar al pecado de la Envidia, ya que era la más cercana según el rubio. Diane.
No fue difícil encontrar a la gigante, pues está los había encontrado antes. Envidia. Está reaccionó mal ante la acompañante, abrazando de inmediato a Orgullo.
— Diane, suéltame ya! — la ojivioleta hizo caso omiso, y siguió estrujando al león entre sus gigantescas manos
— ___________, te extrañe mucho! — exclamó con emoción al tenerlo cerca, este tenía dificultades para respirar por la fuerza que se estaba usando contra su cuerpo, casi se estaba quedando sin alma, mientras que el rubio y la albina se dedicaban a mirar como lo sacudía y estrujaba
— Diane, ya basta, es suficiente, mira como lo tienes al pobre. — indico, la gigante miro a su enamorado, este estaba pálido por la falta de aire, por fin decidió bajarlo
— Lo siento! — se disculpo mostrando una dulce sonrisa
— Claro que deberías sentirlo! — dijo el otro molesto de que lo hayan sarandeado como a un juguete para perro — Ay, siento como si mis órganos internos estuvieran en los lugares incorrectos. — tenía náuseas y posaba ambas manos sobre su estómago
— Eso fue divertido. — menciono Meliodas — Ahora, vámonos, ya tenemos lo que queríamos. — indico para así empezar a caminar en la dirección de la que venían, después de todo no tenían nada más que hacer ahí
La gigante se levantó para seguirles el paso. Pero su caminata de regreso se vio interrumpida por un caballero sacro, el cual de inmediato identificaron Orgullo e Irá. Este atacó, soltaba rayos mientras lo hacía reluciendo su naturaleza.
— Ja! Ahora entiendo el porqué de su nombre. — menciono el león al verlo — Lo entrenamos bastante buena... ¿No, Meliodas? — miro al rubio con una sonrisa orgullosa este asintio mostrando una sonrisa igualmente
— Cierren la boca y peleen! — era obvio que algo no estaba bien con el, esquivaban sus ataques con facilidad
— ¿Eso es todo, Gil? — pregunto divertido el pecado del orgullo, el pelirrosa solo frunció el ceño molesto — Parece que apenas y sostienes una espada de madera. — paso una mal por su cabello para acomodarselo, mientras que el sacro se mostraba molesto
— Habrás sido mi maestro, pero tal y como te prometí, te he superado. — lo señaló con la espada, este solo soltó un bostezo — ¿E-estas bostezando? — pregunto molesto al ver su acción, este se limito a asentir con la cabeza
— Pues sí, ¿Acaso no es obvio? — pregunto teniendo abierto un solo ojo, fue ahí que el pelirrosa decidió atacarlo, pero su mayor lo freno con facilidad. No sé daba cuenta de que los otros dos pecados y acompañantes se estaban alejando
— Sabes, parece ser regla que todo lo tienes se vuelva atractivo. — la diferencia de altura aún era demasiado notable entre ambos, el caballero mostró un leve rubor en sus mejillas por el comentario
— Suéltame! — ordenó mientras forcejeaba contra el agarre del león
— Sé que estás bajo un hechizo que se rompe de una menea inusual. — comento, parecía no tomarle importancia — Lo que me molesta, es que te hayan atado a una inútil, siendo que yo soy a quien correspondes. — lo atrajo a el, tenía un brillo codicioso en su mirada — ¿O acaso me lo vas a negar? — pregunto cambiando su rostro a uno herido y afligido, el caballero no respondía solo se sonrojaba ante las acciones del pecado del orgullo
— ____–____________. — pronunció su nombre con algo de nerviosismo, estaban demasiado cerca — Sueltame ahora, o juro que te mataré. — sonó intimidante, peor no causó reacción alguna en el mayor
— Solo déjame aprovechar que el plato está servido. — acabo con esa corta distancia que quedaba entre ambos, pegandolo por completo a su cuerpo y posando sus labios sobre los del pelirrosa
Este trato de empujar al otro, sin éxito. No tardó en responder después de todo. Se dejó querer por el mayor, quien se dedicaba a jugar con los labios del caballero sacro. Posaba una mano en la cadera de este, mientras que el ojiazul recargaba ambas manos en el pecho del contrario. Al cabo de unos cortos minutos se separaron.
— ¡¿C-como sabías que–.... — su pregunta fue interrumpida, por la respuesta del mayor
— La que te hechizo es una tonta al poner una excepción, romperlo con el beso de la persona que te gustará, seguramente pensó que era ella. — lo soltó, el pelirrosa tenía una mueca avergonzado y un rubor carmesí adornaba su rostro
— ¿P–pero como lo deduciste?... — pregunto con la vergüenza hasta las orejas, el mayor lo volteo a ver y sonrió orgulloso
— Merlín solía hacer de sus bromas seguido. — respondió alzando ambos hombros restándole importancia — Ahora sígueme, vendrás con nosotros. — empezó a caminar en dirección donde se fueron los otros
— ¿C-como sabías que estoy enamorado de ti? — pregunto, su rostro le ardía cada aves más, nunca imagino que su mayor lo fuera a descubrir, este lo volteo a ver de nuevo notando sus rasgos nerviosos y apenados
— No fue tan difícil de deducir, eres muy obvio niño. — respondió, logrando que su rostro se pusiera completamente sólido — Deja de poner esa cara y vámonos, solo espero que Diane no te mate cuando se entere. — recordó que la gigante estaba enamorada de él
Le hizo caso, se tranquilizó un poco, aunque un leve rubor seguía presente. Caminaron hasta salir de aquel bosque d neblina. El rubio al ver llegar a ambos mostró duda arqueando una ceja, está apunto de preguntar cuando Diane tomo al orgullo en sus gigantescas manos.
— Oh no, ahí va de nuevo. — comento el cerdo cuando vio al pobre león del orgullo ser estrujado nuevamente, mientras el ojiverde miraba al ojiazul
— Parece que ____________ encontró la manera de liberarte. — comento, esté asintio — ¿Cómo lo hizo? — pregunto curioso, el más alto mostró un ligero nerviosismo — Uh?... Vaya, así que fue de esa manera! — sonrió divertido en cuanto vio el sonrojo en mejillas del menor — Más vale que Diane no se entere. — rio
— ¿Qué no me enteré de qué? — pregunto agachándose un poco para poder hablar con los otros, dejó a su amado en el suelo
— Que ____________ tiene novio. — respondió con simpleza, el caballero se puso rojo de nueva cuenta mientras que el león del orgullo se acercaba para darle un poco de aire
— ¡¿QUÉ?! — exclamó la serpiente de la envidia, dió un puñetazo al suelo haciendo volar ligeramente a los otros — ¡_________! ¿Eso es cierto? — pregunto cubriendo su rostro con sus coletas, esté asintio con la cabeza — ¡¡DEMUÉSTRALO!! — exigió, pues no sé lo creía, este sonrió, el pelirrosa se mostró a la defensiva
— Que ni se te ocurra. — le dijo dando un paso hacías atrás, mientras que el mayor se le acercaba
No fue difícil tomarlo de la cadera y volver a besarlo. Es cierto que la gigante se mostró por un momento desanimada, pero al darse cuenta de lo tierno que se veían sonrió ampliamente.
— ¿No estás molesta? — le pregunto el león en cuanto se separó de Gil
— No, se ven lindos de echo. — sonrió con dulzura
— Yo nunca estuve de acuerdo con esto! — exclamo Gil, tenía el rostro rojo, y se negaba a que el mayor se le volviera a acercar — Alejate de mi! — dijo mientras entraba a la taberna para huir del león del orgullo
— Hmm, tienes razón, se ven tiernos. — menciono Meliodas al verlos, Elizabeth salió de la taberna para no intervenir en la persecución
.