βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

β€– π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
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━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz

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By Lucy_BF

──── CAPÍTULO LXVI──

ELLA NO TE HARÁ FELIZ

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        MARGRETHE ODIABA A DRASIL CON TODO SU SER. Desde que la hija de La Imbatible había irrumpido en sus vidas, todo se había venido abajo, empezando por su relación con Ubbe. Las cosas iban perfectas antes de que aquella sucia arpía apareciera: tenía a todos —o a casi todos— los hijos de Aslaug comiendo de la palma de su mano, especialmente al mayor de los cuatro. Aún recordaba cómo este la devoraba con la mirada cuando aún era una thrall al servicio de su madre, el deseo y la lujuria con los que la hacía suya en cualquier lugar donde pudiesen tener un poco de intimidad... Pero Drasil había estropeado su idílico romance con él, echando por tierra sus planes de futuro.

Todo había cambiado desde que Ubbe la había conocido, hasta él lo había hecho. El primogénito de Ragnar y Aslaug había comenzado a perder el interés por ella y a sentir algo más que curiosidad por la hirðkona más joven de Lagertha, quien parecía haberlo embrujado. Sus encuentros íntimos se habían ido reduciendo hasta ser prácticamente inexistentes, siendo ya nulos poco después del Solsticio de Invierno de hacía ya un año. Curiosamente el primero que esa ramera había pasado en Kattegat.

Hvitserk había sido una medida desesperada.

En cuanto Ubbe le había comunicado que ya no quería seguir adelante con aquello que tenían, Margrethe se había sentido totalmente sola y desamparada. Con Aslaug muerta y Lagertha en el poder, había visto bastante complicado aspirar a algo más que una vida de esclavitud... Pero entonces Hvitserk la había liberado y le había pedido que se casara con él, ansiando convertirla en su esposa ahora que su hermano mayor había renunciado a ella. Y la rubia no había podido —ni querido— negarse.

Pero el que hasta hacía unas semanas había sido su marido también la había abandonado a su suerte. Hvitserk había preferido quedarse con Ivar en Inglaterra para poder continuar saqueando y expandiendo su dominio por territorio sajón, dándole la espalda a Ubbe, quien se había tomado aquello como una ofensa. Y eso lo convertía directamente en un traidor, puesto que, según tenía entendido, El Deshuesado seguía queriendo vengarse de la actual reina de Kattegat.

Y aquello, obviamente, no le había dejado en muy buena posición a ella.

A ojos de Lagertha y sus skjaldmö no era nada ni nadie, más que la esposa de un hombre que había elegido estar en el bando equivocado. Y eso, como no podía ser de otra forma, estaba haciendo que su situación y su estilo de vida en la capital fuesen cada vez menos halagüeños. De ahí que su única opción, que su última esperanza, fuera Ubbe.

Ya había renunciado a él una vez, así que no pensaba hacerlo de nuevo.

Ella siempre había preferido a Ubbe. Ni Hvitserk ni Sigurd le habían hecho sentir lo que había experimentado con el primogénito de Ragnar y Aslaug. Y cuando este la había dejado para ir a meterse entre las piernas de esa escudera de pacotilla, todo su mundo se había venido abajo.

¿Acaso él mismo no se percataba de que estaba cometiendo un error garrafal al comprometerse con ella? Lo había engañado y utilizado, ayudando a Lagertha a recuperar Kattegat y a asesinar a sangre fría a su progenitora... ¿Cómo podía besarla, o simplemente estar cerca de ella, sin sentir la más mínima repulsión? Debía abrirle los ojos, ayudarle a darse cuenta de que Drasil no era la mujer indicada, que merecía mucho más.

Y pensaba hacerlo esa noche.

Había abandonado el Gran Salón con la satisfacción de haber logrado sacar de sus casillas a Eivør y a Drasil, quienes habían sido lo suficientemente estúpidas como para caer en sus provocaciones. Tenía a la hija de La Imbatible justo donde quería, y todo gracias a un par de comentarios insidiosos sobre su prometido.

Sí, no cabía la menor duda de que a la castaña le enervaba pensar en el hecho de que habían sido amantes por un largo tiempo, y eso era algo que Margrethe pensaba usar a su favor.

Se había engalanado con su mejor vestido y soltado el pelo, queriendo estar deslumbrante. Si había algo a lo que no podía resistirse ningún hombre era a una mujer joven y hermosa, y la rubia era sumamente bella... Aunque lo que tenía de bonita por fuera, lo tenía de podrida por dentro.

Pese a sus orígenes humildes, era de lo más ambiciosa y altanera. Codiciaba lo que los demás tenían, y aquello estaba empezando a envenenarla y a hacer que se estuviera adentrando en un terreno demasiado pantanoso. Lo estaba demostrando con su intento de sabotear a Lagertha: esas últimas semanas —desde que se había propuesto reconquistar a Ubbe— se había dedicado a hablar mal de ella a sus espaldas, queriendo poner nuevamente a los aldeanos en su contra, sabedora de que había algunos que no estaban conformes con que volviera a ostentar el poder. Como Herrød o aquel pescador que había ayudado a escapar a Harald.

Y si recuperaba a Ubbe, ¿qué les impediría hacerse con el control de Kattegat? Lagertha no valía para reinar, era demasiado débil, y a Björn nunca le había interesado el trono. El primogénito de Ragnar y Aslaug era el único que merecía ese puesto.

Solo necesitaba un pequeño empujoncito para verlo.

Mientras recorría las bucólicas calles en dirección a la vivienda en la que residía el caudillo vikingo, Margrethe se pellizcó las mejillas para que estas adquirieran un tenue color carmesí. Tenía que estar perfecta. Ubbe debía encontrarla lo suficientemente arrebatadora para caer en sus redes... De modo que no podía fallar.

Esa noche iría con todo.

Transcurrieron unos minutos más hasta que finalmente divisó la casa en la lejanía, lo que la hizo aligerar el paso. Cuando llegó a su destino, se detuvo frente a la puerta y se aseguró de que la falda de su vestido no tuviera ni una sola arruga. Acto seguido, se atusó un poco el cabello, haciendo que este cayera libremente por sus hombros, y se las ingenió para arrancarles un fulgor a sus ojos, junto con un par de lágrimas que no demoraron en resbalar por sus marcados pómulos.

Y entonces llamó.

Apenas unos segundos después, Ubbe abrió, apareciendo al otro lado del umbral. Este lucía una radiante sonrisa que se le congeló en el rostro nada más posar sus iris celestes en ella, a quien definitivamente no esperaba, y menos a esas horas. La rubia tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para poder disimular su crispación, consciente de que debía de haberse pensado que se trataba de Drasil.

—¿Margrethe? —La voz del Ragnarsson sonó incrédula—. ¿Qué haces aquí? —quiso saber. Su expresión había mudado a una de confusión y desconcierto.

La susodicha se sorbió la nariz y apartó la mirada de él, fingiendo sentirse cohibida. Entrelazó las manos sobre su regazo y comenzó a juguetear con ellas, permitiendo que un ligero temblor se apoderase de su labio inferior.

—Lo... lo siento. No debí haber venido... —Dicho esto, Margrethe hizo el amago de darse media vuelta y marcharse por donde había venido (o al menos simularlo), pero, como cabía esperar, Ubbe se lo impidió.

El joven no tardó en alarmarse al verla en ese estado. Avanzó un paso hacia el frente y la tomó con suavidad del antebrazo para instarla a que lo encarase de nuevo. Ella se dejó hacer, tensando la boca como si tratara de refrenar el temblor de sus labios.

—Hey, ¿qué sucede? —consultó Ubbe, agachándose para así quedar a su misma altura y poder observarla directo a los ojos—. Sea lo que sea que ocurra, puedes contarme —añadió con afabilidad, queriendo transmitirle algo de seguridad y confianza.

La antigua thrall se forzó a derramar unas cuantas lágrimas más.

—No quiero molestar... —bisbiseó con un hilo de voz.

—Tranquila, no lo haces. —El chico negó con la cabeza. Puede que ya no fueran amantes, pero seguía teniéndole cariño y aprecio. Por no mencionar que formaba parte de su familia, aunque Hvitserk se hubiese desentendido completamente de ella—. Pasa —la invitó, haciéndose a un lado para dejarla entrar.

Margrethe se mordisqueó el interior del carrillo para poder reprimir la sonrisa victoriosa que amenazaba con asomar a su semblante.

Continuó ciñéndose a su papel de muchachita afligida y obedeció, escuchando cómo Ubbe cerraba la puerta tras ella. Se tomó unos instantes para poder inspeccionar el interior de la vivienda, sin poder evitar que numerosos recuerdos acudieran a su mente como un puñal recién afilado. No era la primera vez que se encontraba en esa estancia, entre aquellas cuatro paredes.

Ambos tomaron asiento junto al fuego.

—¿Qué pasa, Margrethe? —volvió a preguntar el primogénito de Ragnar y Aslaug.

La rubia exhaló un grácil suspiro.

—Es... Es una tontería, en realidad —dijo, como queriendo restarle importancia al asunto. Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa desvaída—. Estaba en casa y no sé... Empecé a sentirme tan sola, tan desprotegida... —Realizó una breve pausa para darles un mayor dramatismo a sus palabras—. Todo lo que ha sucedido con Hvitserk... Aún me cuesta creer que me haya abandonado de esa manera, a su propia esposa —remarcó, arrugando la nariz con desagrado.

Los músculos de Ubbe se contrajeron ante la mención de su hermano pequeño, ocasionando que se tensara como un resorte. Su fisonomía se crispó en un gesto adusto y sus ojos perdieron gran parte de su brillo, tornándose sombríos. Pese a ello, procuró mantener la compostura y no ceder a esa vorágine de emociones que se había desatado en su interior.

—A todos nos ha sorprendido su traición —se limitó a contestar. Era evidente que aquel tema en particular lo incomodaba bastante, que aún le costaba hablar sobre ello.

El guerrero se inclinó hacia delante y apoyó los codos en sus rodillas, adquiriendo una pose derrotada. Aquello le brindó a Margrethe la oportunidad perfecta para llevar sus manos a las de su interlocutor y estrechárselas con complicidad. Ubbe se agitó un poco ante aquel repentino contacto, pero ella supo disfrazarlo de falsa cordialidad.

—Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso —manifestó la joven, aún con la voz algo rota. Sus falanges acariciaron distraídamente el dorso de las manos del muchacho—. Lo que han hecho Ivar y Hvitserk es imperdonable. No mereces que te desprecien así.

Tanto el roce que ejercían sus dedos sobre su curtida piel como la forma en que lo escudriñaba parecieron incomodar a Ubbe, que volvió a arrellanarse en su silla, rompiendo el contacto visual —y físico— con Margrethe. Se aclaró la garganta y apoyó el tobillo de una de sus piernas en la rodilla de la otra.

La rubia comprimió la mandíbula en consecuencia, molesta porque repeliera su cercanía de esa manera, como si fuese una apestada. Debía cambiar de estrategia.

—Lo siento, soy una estúpida... —Sus orbes volvieron a cristalizarse y su boca se curvó en un puchero—. Ha sido un error venir. No era mi intención contrariarte con mi presencia ni mis problemas —se apresuró a decir en tanto se ponía en pie.

Dejó escapar un jadeo y echó a andar hacia la salida, emitiendo pequeños hipidos durante el trayecto. Sus ojos destellaron de perverso placer al oír cómo Ubbe se levantaba de su asiento y se aproximaba a ella.

—Perdona. No pretendía hacerte sentir así —se disculpó el caudillo vikingo, a lo que Margrethe se detuvo justo cuando iba a abrir la puerta—. Es solo que... No me resulta fácil hablar de mis hermanos. Lo que ocurrió en Inglaterra es una herida demasiado reciente —explicó a la par que se pasaba una mano por la cara en un mohín cansado.

La rubia dejó de darle la espalda y giró sobre sus talones, quedando nuevamente cara a cara con él. Lo examinó de arriba abajo con disimulo, deleitándose ante la visión de su trabajado cuerpo. Durante unos segundos se dedicó a detallar su rostro: sus iris azules, sus facciones bien definidas, sus labios entreabiertos, su barba recortada... Era un hombre bello y apuesto, sin duda alguna.

E iba a ser otra vez suyo.

Contra todo pronóstico, Margrethe acortó la distancia que los separaba y se puso de puntillas para poder besarle, haciendo que sus bocas volvieran a encontrarse después de mucho tiempo.

Aquello fue tan sorpresivo e inesperado para Ubbe que durante los primeros instantes se quedó totalmente inmóvil, presa del asombro. La antigua esclava se tomó eso como un indicativo de que no tenía la menor intención de rechazarla, por lo que se apegó más a él y llevó las manos a su nuca, aunque estas no demoraron en bajar por su musculoso torso.

Sintió tantas cosas en aquellos momentos... Una mezcla de triunfo, satisfacción, lascivia y hasta podría decirse que felicidad. Volver a saborear al Ragnarsson, sentir de nuevo su calor, la estaba retrotrayendo a un pasado que se negaba a dejar atrás. Un pasado al que pensaba aferrarse costara lo que costase.

Quiso abrir los labios para él, hacer que su lengua buscara la de Ubbe para que se sumieran en un baile erótico y sensual. Lo deseaba tanto que ni siquiera reparó en los intentos del joven de apartarse de ella. Este volvió a tomarla de las muñecas, apretándoselas con algo de fuerza, y la obligó a separarse de él, para después mirarla con severidad. Tenía la respiración entrecortada y el ceño levemente fruncido.

—¿Se puede saber a qué ha venido eso? —inquirió él con una ceja arqueada.

Margrethe se desasió de su agarre y volvió a llevar las manos a su pecho, donde empezó a juguetear con los cordones de su camisa. Pese a que Ubbe la había hecho recular un par de pasos, el espacio que los separaba continuaba siendo bastante íntimo, hasta el punto de que podía sentir el aliento del chico entibiándole la cara.

—Jamás debí casarme con Hvitserk. Fue un error... —La muchacha alzó la vista, conectándola con la de Ubbe, que seguía estando rígido—. Sé que me echas de menos, que extrañas pasar tiempo conmigo. —Su mano derecha fue ascendiendo poco a poco, deslizándose por sus clavículas y su cuello—. ¿O me vas a decir que ya no me deseas? Ansías tocarme y besarme, volver a sentir tu cuerpo contra el mío... —Aferró su mano izquierda y la condujo hacia su busto, exhortándole para que lo masajeara como tantas veces había hecho en el pasado. Pero él se resistió—. Te mueres por hacerme tuya de nuevo.

Volvió a alzarse sobre la punta de sus pies para poder atacar otra vez su boca, pero en esta ocasión con un beso mucho más ardiente y pasional. Estuvo a punto de meter la mano que tenía libre por debajo de sus pantalones, pero Ubbe volvió a detenerla. Este resollaba, con la mirada ligeramente oscurecida y el semblante congestionado.

—Margrethe, para —la reprendió el guerrero, justo antes de alejarse de ella mientras se frotaba la cabeza con ambas manos—. Lo que hubo entre nosotros es agua pasada. Estoy prometido con Drasil, maldita sea —farfulló.

La aludida compuso una mueca de disgusto al oírlo. Sus ojos ya no centelleaban de manera seductora y coqueta, sino que ahora eran fríos y calculadores. Los entornó en tanto escrutaba a Ubbe en la distancia.

—Ella no te hará feliz —soltó Margrethe, irritada.

Al primogénito de Ragnar y Aslaug le resultó imposible no carcajear.

—¿Y tú sí? —rebatió él, sarcástico.

La rubia se enderezó en toda su altura.

—Sí —solventó con la convicción grabada a fuego en sus titilantes pupilas—. Yo no fui quien te manipuló en Hedeby para apresarte y encerrarte en un cuartucho, ni tampoco quien ayudó a Lagertha a tomar Kattegat a la fuerza. —Ubbe se volteó hacia ella en advertencia, pero Margrethe continuó—: Tampoco fui yo quien se quedó de brazos cruzados mientras mataban a tu madre. —Y ahí estaba el dardo envenenado, el golpe bajo—. Piénsalo, Ubbe. Esa traidora solo te causará problemas.

El mencionado avanzó a grandes zancadas hacia ella, quedando nuevamente a escasos centímetros de su cuerpo. La antigua thrall tuvo que echar la cabeza hacia atrás para poder verlo a los ojos, que brillaban de rabia contenida. Su respiración había vuelto a agitarse y había cerrado las manos en dos puños apretados, ocasionando que sus nudillos se tornasen blancos como la nieve recién caída.

Pese a ello, Margrethe se mantuvo firme en su sitio.

No podía ceder, y menos ahora.

—Ella jamás te hará disfrutar como lo hago yo. Porque supongo que aún recuerdas lo bien que nos lo pasábamos juntos, ¿verdad? —La rubia retornó a ese tono meloso que había estado empleando con él desde que lo había besado—. Cómo te hacía gemir y gozar... —Volvió a acercarse peligrosamente a él, sonriendo en el proceso.

Ubbe estrechó los ojos e irguió el mentón.

En otra época no habría titubeado a la hora de caer en la tentación, de entregarse plenamente a ella, la mujer que lo había cautivado durante tanto tiempo... Pero las cosas habían cambiado, ahora tenía a Drasil. No necesitaba a nadie más.

—Se acabó, Margrethe.

El Ragnarsson se dirigió hacia la salida y abrió la puerta, indicándole con aquel simple gesto que quería que se marchara. Su interlocutora arrugó el entrecejo al verlo, sumamente contrariada.

¿Cómo podía preferir a esa furcia?

—En el fondo sabes que tengo razón —le dijo, deteniéndose a su lado cuando llegó al umbral. En el exterior la noche se había apoderado por completo de la capital—. Acabarás dándote cuenta... Y cuando lo hagas, ya sabes dónde encontrarme.

Sin nada más que añadir, Margrethe abandonó la vivienda.

Definitivamente aquello no terminaba ahí.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis amores!

Ups, la que se ha liado. De verdad, me estoy imaginando vuestras reacciones después de leer el capítulo y estoy disfrutando como una perra x'D No me odiéis mucho, porfi. Que además Ubbe se ha portado bien y ha sabido cortarle las alas a Margaperra. Un poco tarde, but... Mejor eso que nada :D Le ha costado darse cuenta de las verdaderas intenciones de la locaercoño esta xP

Lo cierto es que disfruté un montón escribiendo este capítulo. Me divertí mucho narrando desde la perspectiva de Margrethe. No sé, me pareció muy curioso verlo todo como lo hace ella. Como habréis podido comprobar, a la muchacha se le empiezan a cruzar ya los cables. Quise que eso se notara en determinadas partes del cap., así que espero haber plasmado bien su personaje :3

Y respecto a Ubbe... Es un bebé inocente xD Él iba con toda la buena intención, queriendo ayudarla y que se pudiera desahogar con él, y va la otra y se le echa encima a la mínima de cambio. Lo bueno es que Drasil no ha aparecido en ningún momento, como comentasteis algunos en el anterior capítulo, so...

¿Tenéis alguna teoría de lo que pueda llegar a pasar más adelante? Porque todos sabemos que Margaperra no se va a dar por vencida tan fácilmente. Pero ¿cuál será su próxima jugada? ¿Qué pasará ahora con Drabbe? ¿ESTARÁ EN PELIGRO LA TAN ANSIADA BODA?

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

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