ᴇɴᴅᴇᴀʀᴍᴇɴᴛ

By Rea444

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///El plan del líder tuvo éxito. Es cierto que la batalla duro años y hubo bajas humanas, pero al fin, podían... More

Prologue: She never agreeded.
I• Five years are enough to change.
II• Where did your smile go?
Datos y hechos del fanfic (spoilers)
III• Sing me to sleep.
IV• It's love and they know it.
V• The remorseful and the remorseless.
VI• The Goblin.
VII• Talks that can change it all.
VIII•Checkmate
IX•Farewell
X•For the damaged
【Diseños de los demonios】
XI•As orange as she said
XII•Open heart
XIII•Similar, but different.
Memes de Endearment(I)
XIV•Leave or die.
XV•Blindfold
Memes de Endearment (II)
XVI•Even the tiniest spark can ignite a fire
XVII-A•Life is hard
XVII-C•Luck is on our side
XVIII•Long Live Minerva
XIX•False Peace Facade
XX•Relief
XXI•Descendants

XVII-B•Love is slow

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By Rea444

NOTA: El idioma de los demonios será representado como si fuera inglés porque no quiero ponerme a inventar palabras (aunque solo lo haya usado en una frase jaja :y)

Sección B: El amor es lento


- Ah, qué mal, qué mal. – fue lo que dijo su amigo Kooji al comentarle lo sucedido la noche anterior.

- ¿Qué clase de reacción es esa? – preguntó confundida la chica

Ambos se encontraban fregando los platos después de la cena. La cocina estaba vacía así que podían hablar de ello con tranquilidad. Emma acababa de contarle desde la pesadilla hasta que Ray se despidió, todo lo que pensó en aquellos momentos y sus inseguridades.

- ¿Qué quieres que te diga, Emma? Estás creando una tormenta en un vaso de agua. – al decir esta frase, llenaba un vaso de cristal que estaba lavando – Sé que no has dejado de hablar con él, pero solo lo haces en ambientes donde haya mucha gente, cosas triviales como "buenos días", "buenas noches" o a menos que sea sobre el plan. Te recomiendo que tengas una charla con él, donde le permitas justificarse mejor. –

- Es que... temo a que, si lo escucho, lo perdone demasiado rápido y vuelva a hacerme lo mismo. –

- Oh, vamos, Emma. Eso no te lo crees ni tú. – el demonio dejó lo que hacía para mirarla a los ojos

- ¿Q-qué cosa? ¿Qué lo perdonaré rápido? –

- No, que vaya a volver hacerte lo mismo. En el poco tiempo que los conozco, pude ver el gran amor y cariño que siente Ray por ti. Que te haya ocultado a la fundadora todo ese tiempo fue porque quería verte feliz y esa era la única manera de protegerlas a ambas. –

- ¡Eso es lo mismo que decía Norman! – la chica alzó su voz más de lo debido, deteniendo su labor – Minerva, me engañó por tanto tiempo. Yo confiaba en él y creía ciegamente que, aunque no tuviéramos los mismos ideales, él también estaba intentando y que era... sincero. Mas cuando descubrí sus falacias, me di cuenta que había sido una ingenua por caer en sus justificaciones tan bien argumentadas que no eran más que una red de mentiras; mentiras que me iban engullendo hasta dejar.... A la ilusa que soy yo hoy. –

Kooji la miró con tristeza. No importa cuánto quería reafirmarle que Ray definitivamente no era de esa forma, ¿quién hubiese pensado que Norman le haría algo así? Nadie. Hace años atrás pudiese haberse dicho lo mismo del albino. Que la amaba mucho, que todo lo hacía por su bien, que debía confiar en él. Cuando las dos personas en quien más confiabas te traicionan, ¿qué puedes esperar?

- Tienes razón... - afirmó a regañadientes el médico – Aun así, no deberías sentirte mal por perdonarlo tan deprisa. –

- Yo no lo he perdonado. –

- Quizás no se lo hayas dicho, quizás no actúes como si así fuese, pero, amiga mía, sé que en tu corazón ya perdonaste a Ray. Puedo verlo. –

La pelinaranja intentó fregar el último plato que tenía, sin embargo, su mente analizaba tan intensamente las palabras dichas por su compañero que su cuerpo no respondía. Estaba triste, lo que no quería llorar por algo tan aleatorio y amplio como el futuro.

- Temo perdonarlo y que me traiga una decepción mayor... - se lamentó la chica, ya sollozando un poco, hasta que su pesar fue interrumpido

- AGH. ¡No te puedo ver así, mujer! Sufriendo por gusto. Ahora hay cosas más importantes que hacer, debemos restaurar la paz entre humanos y demonios. –

- Si, eso es lo que me dig-

- PERO – la chica decidió callarse y atender lo que tenía que decir – Mientras estamos en ello, ¿por qué no lo observas? –

- ¿Observar...? – ya había terminado de lavar los platos y ahora se encontraba prestando completa atención a su charla

- Sí, sí. Lo observas muuuuuy atentamente. Analizas su comportamiento, no solo contigo sino con los demás. Estoy seguro que eso aclarará tu mente. –

- ¿Eh? ¿De qué forma? –

- Tú hazle caso a tu psicólogo. –

- Ah, conque eres psicólogo también. – molestó un poco la humana, tratando de cambiar el tema

- Con tantos años de vida se aprenden muchas cosas, y no creas que no noté que intentaste desviar la conversación. Hablo en serio, obsérvalo. – tras Kooji decir esto, la chica suspiró

- Está bien, supongo que me fijaré más en él... pero desde la distancia. –

- Jejeje, de hecho, era justo lo que te iba a pedir. – ahora ambos dejaban la cocina y se dirigían al patio

- ¿De verdad? No sé cómo eso ayudaría, pero bueno, tú eres el "psicólogo". Y... ¿por cuánto tiempo? –

- Jajaja, ay, Emma, ya lo sabrás, confía en mí. -

///

Habían pasado varios días y las preparaciones iban viento en popa, la mayoría estaba emocionada por el proyecto de paz. Era cierto que había muchos con terror a que los demonios reaccionaran a su acto de forma violenta o negativa, lo que claro, eso no se sabría hasta intentarlo, además que tenían a dos de estos, muy agradables, trabajando junto a ellos por la convivencia. Gracias a Kooji y Luka ese miedo que quedaba se iba perdiendo.

Emma por otro lado carecía temor alguno con respecto a su plan. Estaba bien confiada que funcionaría, aquella noche donde bailó y celebró con los demonios de la villa le reafirmaba que, con suficiente simpatía, los habitantes volverían a verlos como iguales, y ya para ese momento, Jiev no sería un problema, dado a que su pensamiento se contradeciría totalmente con el del su pueblo. Por más que pareciese una ideología típica de la antigua Emma, el estar cien por cien positiva en su plan, en realidad era lo único en lo que estaba segura; en lo referido al resto de su vida, estaba completamente perdida y ansiosa. Por ello, decidía olvidarse de estos problemas y posponerlos para cuando todo surtiera efecto y el mayor de sus sueños se cumpliese. Pero para que esto ocurriese debía trabajar, ocupar su mente, aportar en todo lo que pudiese.

Hoy sería otro día de esos, estaba vez ayudaría a los niños a hacer las coronas y arreglos florales. El día anterior había visto las flores por primera vez, traídas por sus amigos Don, Gilda y Luka. Eran realmente hermosas, con muchos pétalos y de un color morado que parecía hasta mágico y a la misma vez te trasmitían una sensación de melancolía.

Al llegar al jardín pudo ver como otros adultos se habían unido a brindar una mano también, hecho que le agradó ver. Jim la recibió en la entrada y la llevo al lado de Nina y Max quienes se encontraban haciendo unas coronas. Había una a medio hacer en el suelo, pero la pelinaranja no prestó atención, solo se sentó en el césped al lado de ellos, abrazándolos a ambos en el proceso y preguntándoles como les iba el día, incluso halagó a la niña quien tenía una de las flores en su pelo y se veía adorable. Acto seguido, Emma tomó unas flores de la cesta y comenzó a entrelazarlas, de alguna forma, le recordaba a sus sueños con Mujika en las praderas y deseó desde lo profundo de su alma que ojalá estuviese ella ahí.

"¿Acaso este sentimiento desaparecerá?" se lamentó internamente

- Perdón por decir esto, pero... - el pequeño de anteojos interrumpió su tormento mental – a-al principio era un poco molesto hacer las flores. – confesó este

- Ay, Jim, no es tu obligación hacerlo, sabes que no. – dijo Emma en tono de disculpa

- Lo sé, es solo que Max, Nina y yo queríamos ayudar taaaaaanto como fuese posible. Ellos me contaron lo mucho que quieren a Kooji y Luka, y ah, que jugaron con niños demonios y que se divirtieron mucho. ¡Yo quiero conocerlos! Así que, cuando pienso en eso, ya no me molesta tanto ayudar. Podré jugar toooooodo lo que quiera después con mis nuevos amigos. –

Los otros dos rieron ante lo dicho por su hermano y le colocaron unas coronas terminadas en la cabeza. Emma se sintió conmovida, era otra demostración que no estaba sola en esto. Hasta los infantes querían dejar de lado las diferencias y simplemente llenar el vacío entre ambas especies con amor y comprensión.

- Ah, papá volviste. – llamó Max a la figura que se acercaba

La joven abrió los ojos cuando vio a Ray caminando hacia ellos. Eso explicaba la corona sin terminar a su lado, había salido un momento. Y de nuevo, la recibió con una sonrisa como si nada hubiera pasado, su corazón la traicionó latiendo con fuerza en su pecho.

- ¿De qué me perdí? – preguntó sentándose en el suelo, al lado de la pelinaranja

- Mientras estabas en el baño, mamá apareció para ayudarnos también. – contó Nina

- Sí, puedo verla. – la miró con la misma sonrisa.

"Ahhhh, ¡no me mires así!"

- Buenos días. – le respondió ella secamente

- Más ahora que estás aquí. – esto lo dijo sin mirarla, sabía que no haría falta para afectarla

Max y Jim hicieron una mueca de disgusto total y Nina sonreía cual niña traviesa, reacciones diferentes a las cursis palabras de su figura paterna. Las orejas y mejillas de Emma se volvieron rojas por dichas palabras. Ahora que habían sido pareja, ya podía decir con certeza que le estaba coqueteando.

"¿No tendrá vergüenza? Después de todo lo que pasó, actuando como si nada..." su mente le decía, pero su corazón latía con más fuerza, traicionando a esos pensamientos racionales.

- Ah, volviendo al tema en que los deje. – continuó Ray, esta vez hablando con los niños e ignorando lo que dijo anteriormente – La competencia termina mañana. –

- ¿¡EH!? ¡Pensé que tendríamos más días! – se quejó la niña

- Ah, demonios, no voy de último, pero quiero ganar. – maldijo Max – ¡Jim, ¿cómo es posible que no te guste hacer coronas y las hagas tan rápido!? -

- Jeje, es la técnica y práctica mis queridos amigos. – respondió el peliverde con una sonrisa de superioridad

- ¿Una competencia...? – habló en voz alta Emma

- Les dije que quien hiciera más coronas de flores se llevaría un premio especial. – habló Ray y le hizo un gesto como para que se acercara a susurrarle al oído. Ella dudó al principio, pero acabó cediendo – Aunque claro, no importa quien haga más, pretendo premiarlos a todos, se lo merecen. – al terminar de decirlo, se alejó de ella

- Papaaaaaaá, ¿no puedes darnos más días? – pidió Max

- Nop, hasta mañana será y no cambiarán mi mente. –

- Aaaaah, ¡tengo que trabajar! Puede que no haga muchas, pero haré las más bonitas, ¡ya verán! – declaró Nina a los otros dos niños, los cuales de forma juguetona se lanzaron algunas de las flores sueltas

- Ey, ey, no las lancen, se pueden romper. – dijo en tono tranquilo para que no les sonara a un regaño.

"Ray es tan bueno con los niños. Ellos lo aman, él los ama. Disfruta cada momento que pasa con ellos y los quiere educar sin hacerlos sentir mal. Su cariño es puro e incondicional. Aunque siendo sinceros, él es bueno con todos. Según me decía, yo lo enseñé a ser así y me agradecía eternamente por ello." Su inconsciente le habló mientras observaba todo "Yo..." no supo cómo terminar su frase.

Pasó el resto de la mañana y tarde con ellos, sin apartar su vista del pelinegro, las palabras que se dijo a sí misma, repitiéndose sin parar e inundando sus ideas, cementándose en su subconsciente para no cambiarlas jamás.

///

Hoy Emma asistiría a una de las lecciones de Kooji sobre el idioma de los demonios. Después de haberle enseñado a Ray, quien aprendió rápidamente, ambos se convirtieron en los profesores del resto de humanos y se dividieron en dos salones. La chica abrió la puerta, encontrándose con quien sería su profesor.

- Perdón por la tardanza, Kooji, ocurrió un imprevisto en la sala de costura. –

- Ah, pues sí llegaste tarde, Emma, ya no hay asiento para ti. –

Ella miró alrededor del aula y vio un asiento desocupado al fondo.

- Aquella silla está vacía. – señaló

- No, está ocupada por un alumno que fue al baño un segundo. Ah, cuánto lo siento, pero tendrás que ir al salón de Ray. Una lástima... -

"No planeabas dejarme entrar desde un principio, ¿a que sí?" le preguntó a su amigo mentalmente y se dirigió a regañadientes a la otra habitación

Suspiró antes de tocar la puerta. Ray abrió y se sorprendió al verla.

- ¿E-emma? ¿Qué tus clases no eran con Kooji? –

- Sí, se suponía, pero está llena. ¿Puedo pasar? –

- Je, por supuesto. – de nuevo su sonrisa

"¡No sonrías así!"

Ray abrió la puerta y la dejó pasar. La joven se sentó en uno de los asientos del medio donde tenía una buena vista de la pizarra. En esta se encontraban escritas las diferentes letras del alfabeto del idioma demoniaco, Emma reconoció algunos caracteres.

- Entonces, siguiendo con mi explicación. – continuó el profesor Ray – El idioma de los demonios es en realidad una variación muy libre de un idioma humano, lo más único de este es su alfabeto, el cual fue hecho en su totalidad por la cultura de los demonios y ha de aprenderse de memoria. –

Emma tomó notas de lo escrito y una vez todos terminaron, el pelinegro borró el pizarrón. A continuación, escribió una serie de palabras en este y fue explicando cada una, su pronunciación, como se escribían y sus significados simbólicos si tenían alguno. Sin él percatarse, a medida que explicaba, no podía evitar mirar a Emma de vez en vez. Ella intentaba no apartar la vista, pero retenerla le hacía sentir nerviosa. Y así fue en cada una de sus futuras clases. Ellos cruzaban sus miradas en repetidas ocasiones y al salían sin decir nada al respecto. A veces, él incluso le sonreía y ella lo maldecía desde su asiento.

Hasta que, en una lección en concreto, Ray no la miraba en lo absoluto. Emma se había pasado todo el rato atenta a su rostro, para ver si en algún momento volteaba a verla, pero no acababa de ocurrir. Ya ni siquiera sabía que tema estaban tratando, solo escribía sin enterarse. Allí se dio cuenta que ella ansiaba por esa pequeña atención que él le brindaba y no sabía cómo sentirse. Cuando pensó que todo estaba perdido, sus ojos volvieron a encontrarse. Quedó paralizada como si la hubiese descubierto haciendo algo malo. De nuevo, la sonrisa que le brindó empeoraba la situación.

- Emma. – llamó el profesor

- ¿Ah? Ah, ¿sí? – tartamudeó la pelinaranja

- Te decía que si podías traducir esta frase para el resto de tus compañeros por favor. –

Gracias a que fue criada en Grace Field, su cerebro actuó rápido y cambió su vista al pizarrón donde se encontraba escrita en idioma demonio la frase.

- No matter how many words of endearment they gave, the other wouldn't notice how honest were their intentions. – leyó sin problemas la joven

- ¿Y significa? – inquirió Ray

- No importa cuántas muestras de afecto le brindaba, el otro no se daba cuenta de lo honesta que eran sus intenciones. – tradujo interiorizando cada palabra dicha

- Perfecto, Emma. Justo como pensé. – halagó el chico y llamó a otro estudiante para que tradujera la siguiente frase.

"Ray me conoce muy bien. Él sabe justo lo que está haciendo. Sabe que amo cuando me mira, la forma en la que habla; sabe cómo hacer que su presencia perdure en mi mente, cómo hacerme desviar mi atención a él, como son solo una mirada nos decimos de todo; y también sabe cómo tener un efecto positivo en mí, las palabras que escoge cuando habla conmigo, las indirectas que solo nosotros entendemos. Su manera de ser tan distintiva, el hecho que solo es así conmigo, me hace sentir la persona más especial de este mundo." Su subconsciente una vez más le habló "Yo..." y tampoco logró terminar la frase.

Por el resto de esa clase se negó a ver su rostro, mas en la siguiente, todo volvió a la normalidad y su juego de miradas continuó.

///

Ya se había hecho la costumbre de visitar a su amigo Hayato cada ciertos días, para ver que tal iba su recuperación y contarle lo mucho que habían avanzado. En una ocasión, le llevó una de las vestimentas terminadas y este se la probó, Emma se alegró que le quedara tan bien y le dio confianza a quienes la confeccionaban. Aquella noche planeaba visitarlo también, le darían de alta pronto, ya podía caminar, aunque con la ayuda de una muleta.

Justo doblaba la esquina al pasillo de la enfermería en la que se encontraba y vio desde lejos a Anna y Zack salir de esta. A ella le pareció extraño que lo dejasen solo, así que se acercó apresurando un poco su paso. Antes que pudiese tomar el mango de la puerta, escuchó un par de voces en el interior que la detuvieron.

- ¿Y está así tan enojada contigo? – esta voz le pertenecía al rubio

- No lo sé... -

"Ray..."

- Es muy difícil de decir, nunca me había costado tanto saber que está pensando. A veces pienso que cede ante mis muestras de afecto, pero otras siento que solo lo estoy empeorando y que no debo insistir. –

- ¿Por qué? ¿Cómo se comporta? –

Emma sabía que no estaba bien escuchar conversaciones ajenas...

- Bueno, va de un extremo a otro. A veces se sonroja con las boberías empalagosas que le digo y se ve toda adorable. – al decir esto, ella no pudo evitar sonrojarse otra vez, touché. – Y por otro lado está que una vez incluso me golpeó. –

- ¿¡EHHH!? ¡Ray-san, ¿qué fue lo que hiciste!?-

- Llegué en un mal momento... estaba teniendo una pesadilla... gritaba mi nombre tan alto. Como ya había pasado otras veces, pensé que soñaba que algo malo me pasaba, pero... parecía que yo era la causa de su pesar... -

La pelinaranja no sabía que había gritado su nombre. ¿Cómo podría? Estaba dormida. Ray había ido para ayudarla y ella lo había tratado hasta con asco...

- No es tu culpa, Ray-san. Puede ser que Emma-san esté confundida. –

- Eso iba a decir, que está confundida, pero no en lo que crees. La culpa de sus pesadillas es... completamente mía. Traicioné su confianza, la que habíamos construido y fortalecido por tantos años, de pronto, al descubrir mi mentira, se derrumbó. – suspiró el pelinegro y alzó un poco más su voz – Ahora, la razón de su confusión es con sus sentimientos, lo cual igualmente es debido a mí. Actuando como si ella no estuviera enojada conmigo, es demasiada insolencia por mi parte. –

- Pero actúas así porque no quieres estar distanciado de ella, ¿verdad? –

- Si... es... justo eso. Yo no quiero, no puedo aceptar el hecho que nuestra relación no es igual que antes. Aunque debo darle espacio, me acostumbré a estar cerca de ella y termino actuando de esa forma, ¡ni siquiera lo estoy intentando! Lo hago sin querer. Quizás la parte de mí que quiere rescatar ese vínculo está actuando inconscientemente, claro, si es que aún existe ese vínculo... -

- ¡Por supuesto que aún existe, Ray-san! ¿No fuiste tú quien me corroboró que Emma-san está confundida? Si ella no te siguiera queriendo, ni siquiera dudaría. Es triste de ejemplificarlo, pero eso fue lo que le pasó al jefe. Emma-san pasó de llamarlo "Norman" a "Minerva" y cada vez que lo dice suena tan... frío. Sin embargo, contigo es distinto. Sigue sonrojándose y poniéndose nerviosa, sigue habiendo una posibilidad. –

La chica no escuchó mucho después que Hayato terminara esa oración, al parecer se quedaron en silencio pensando.

- Yo la amo mucho, Hayato y confío en que lo que me dices sea la verdad. – su tono era comprensivo, amoroso, podía sentirse la honestidad tras esas palabras

"Ray me ama sinceramente, probablemente como nadie me haya amado. Él cree en mí más de lo que merezco. Puede que lleguemos a tener pensamientos diferentes y a pesar de eso, confía en mi juicio e ideas y les da una oportunidad. Esta dispuesto a que hagamos un futuro juntos del cual ninguno se arrepienta. Nunca está lejos de mí y siempre está dispuesto a apoyarme, ya sea directa o indirectamente. Es quien protege mi espalda y yo protejo la suya. Es con quién comparto la mayor cantidad de recuerdos, ya sea positivos o negativos, no puedo imaginarme mi vida sin su presencia y estoy segura de que él piensa lo mismo. Es, sin duda alguna, mi alma gemela." su subconsciente le vociferó, casi como si fuera obvio "Yo lo..." es un avance...

Corrió lejos de la enfermería y su mente no dejó de estar tranquila.

///

Esa tarde hacía calor, del insoportable. Emma de vez en cuando se tomaba un descanso de sus labores, sabía que los necesitaba y que era lo más saludable para su bienestar mental. Aquella tarde era la que había escogido y le alegraba haberlo hecho, no se imaginaba trabajar con tanto calor. Sentía pena por sus amigos que estaban dispuestos a continuar ocupándose de sus tareas, incluso después de ella haberles sugerido descansar.

La chica se encontraba sentada en el portal junto a Gilda, ambas abanicándose, con ropas más frescas y tomando una limonada mientras observaban a los chicos de Goldy Pond construyendo la carreta.

- Ya están casi terminando, me sorprenden. – dijo la chica con lentes

- Sí, ellos debieron tener muchos trabajos pesados como este cuando estaban en Goldy Pond, fue por eso que se ofrecieron voluntarios. – respondió la pelinaranja tomando un sorbo de su limonada

- Oh, ahora que lo pienso, tú ayudaste a hacer una rueda, ¿no? –

- Agggh, ni me lo recuerdes, fue muy difícil, debía quedar todo muy parejo y para colmo para cortar la madera hay que tener mucha fuerza. – se quejó la de orbes verdes – Siempre pensé que era buena en las manualidades hasta ese día. –

- Jaja, no es lo mismo trabajos manuales que trabajos pesados. Al menos aportaste en algo. –

- Aun así, me molesta que no pueda ayudar con otra cosa. Es en el proceso que menos presencia he tenido. Antes solía tener más músculo... me he descuidado. – habló con cierta impotencia

- Cierto, hace unos años atrás podrías haber hecho las 4 ruedas sola, jaja. – la intención de Gilda era levantarle el ánimo, pero solo consiguió empeorarlo – Ah, pero eso no significa que no vuelvas a ser así. Con un poco de ejercicio enseguida regresarás o incluso serás más fuerte, ya que has crecido tanto. –

- Sí, perdón, tienes razón... ¡BIEN! ¡Mañana mismo me pondré a ejercitar! – alzó su voz más de lo normal, abanicándose con más velocidad

- ¡No te sobresatures, Emma! Ya estás bastante ocupada con todo es... - la regañaba, pero un factor que vio la hizo detener su frase. – ¿Ese es...? –

Emma notando el cambio en su voz, volteó su vista a donde se encontraban Oliver, Pepe, Nigel y Sandy montando las diferentes piezas de la carreta, y allí encontró un quinto chico trabajando.

- Ese es Ray, ¿no? – terminó su frase la peliverde

En efecto, era él, vistiendo las mismas ropas que los otros 4. Una camiseta blanca y unos pantalones pescadores anchos, donde se podían apreciar sus piernas y brazos a la perfección. Era la ropa de chico que más enseñaba en toda la villa. Solo la usaban en días de mucho calor y de labores muy atareadas, justo como aquel. Para rematar, tenía su mechón de pelo recogido en un moño en la parte de atrás de su cabeza.

- Que raro se ve así, ya había visto a los de Goldy Pond en esos atuendos antes, pero a Ray nunca. Y esa coleta que se hizo... le queda bien, aunque no creo acostumbrarme pronto. – siguió hablando Gilda

Emma estaba muda, no podía apartar su vista de él mientras martillaba una de las tablas en el costado del carruaje. Los músculos de sus piernas estaban tensados al estar agachado, mientras que los de sus brazos se contraían y expandían por la moción de una forma que le parecía hipnotizante. De vez en cuando, secaba el sudor de su frente y dicho movimiento le daba una buena visión de su cuello y de la cicatriz que se le había quedado en el hombro. Aquella cicatriz que ella había besado... Si no se equivocaba, Ray estaba más musculoso que aquel día que trató sus heridas; sus bíceps estaban más marcados y anchos. La ropa que usaban típicamente en la villa engañaba mucho, lo hacía parecer más esbelto de lo que realmente era. Y así continuó deleitándose con el paisaje frente a ella, enajenándose cada vez más del mundo exterior.

- ¡Emma! – su amiga chasqueó sus dedos delante suyo para sacarla de su trance

- ¿Eh? ¿Ah? ¿¡EH!? –

- Estabas mirando a Ray, ehhhhhhh. – le dedicó una sonrisa pícara

- NO, NO LO ESTABA. Sabes que estoy enojada con él. – se justificó la pelinaranja sin base alguna

- Anjaaaa. ¿Y esa baba en la esquina de tu boca de dónde salió? –

- ¿¡BABEÉ!? – al instante una mano se dirigió a su boca para limpiar cualquier rastro de saliva, no encontrando nada

- Jajajaja, lo siento. No babeaste, te estoy molestando. – rio culpable la joven – Emma, no tienes por qué mentirme. Sabes que no te juzgaría. Ray es muy atractivo, nunca fue mi tipo, pero sé que a ti te gusta mucho. Es normal que te embobes mirándolo, a mí me pasa con Don. – confesó con una risita

- Ya, pero.... – se quedó en silencio intentando buscar las palabras adecuadas para transmitir sus incoherentes pensamientos

La peliverde suspiró con pesadez. Nunca entendería esas torturas por las que se estaba haciendo pasar su amiga, estaba un poco enojada con ella por eso. ¿Cómo podía negar constantemente unos sentimientos que salían a la luz tan a seguido y de forma tan evidente? No soportaba ese comportamiento.

- ¡¡JODER!! ¡QUÉ CALOR! – el grito de Ray llegó a los oídos de ambas, quienes giraron la cabeza a ver qué ocurría y...

En ese mismo segundo, Ray se quitó su camiseta y comenzó a abanicarse con esta, sus ojos estando cerrados para disfrutar el fresco. Emma sentía que la sangre le subió hasta la cabeza del tirón. Ahora veía su pecho descubierto que ¡definitivamente había estado ejercitando! Nunca había visto sus músculos tan notables. Por su cabeza pasó la idea fugaz de sentir el relieve de este, ¿qué tan duros se sentirían bajo su tacto? ¿su piel seguiría siendo suave o se había vuelto áspera? ¿dónde terminarían las líneas que salían de ambos costados de su cadera? Y otros pensamientos más impuros pasaron por su cabeza, como aquel sueño que había tenido después que él la besase, el cual recreó en su mente, pero esta vez, Ray estaba sin camisa.

- Emma, ahora sí estás babeando. – alertó su compañera y la mencionada actuó rápido limpiando la comisura de su boca

- Demonios... - la pelinaranja apartó su vista, no quería seguir viendo... bueno, sí quería, pero no podía admitirlo

Cuando Ray decidió que ya había refrescado un poco, abrió sus ojos y encontró a una Emma con orejas sonrojadas en la distancia con Gilda haciéndole señas como pidiéndole que se pusiera la camiseta de nuevo. Este se sonrojó también, no tenía la menor idea que Emma estaría allí, si lo hubiese sabido, no se hubiera desvestido así. ¿Oh sí? Se preguntó a sí mismo, porque a pesar de lo que le dijo mediante gestos su amiga, él rehusó volverse a vestir y en vez de eso colocó la camiseta en su hombro y continuó trabajando. La chica de lentes quien ya se encontraba un poco molesta por lo de Emma, esa conducta despreocupada de Ray, acabó enojándola y se levantó de su asiento.

- ¿Qué pasa, Gilda? ¿Te vas? Ah, ¿y ya se volvió a poner la camiseta? – preguntó Emma aún con la vista apartada

- Me voy. No puedo con esta actitud tan... insufrible que tienen los dos, cuando no son niños ni tontos. Y si quieres saber si se vistió ya, voltéate. – tomó los vasos vacíos de ambas para llevarlos a la cocina – En serio, Emma, no reprimas más tus emociones o explotarán, es solo cuestión de tiempo. – al decir esto se marchó

La pelinaranja recordó que Ray le había dicho las mismas palabras años atrás en uno de los balcones de la villa, justo donde le había prometido estar a su lado. Con esa memoria en mente, volteó y lo encontró trabajando de nuevo, pero permanecía desnudo de pecho.

"Ray es el único que me hace sentir de esta forma. Este deseo, esta pasión, y desesperación, nacen naturalmente cuando está muy cerca de mí o cuando encuentro una faceta de él que no conocía, y una tras una me parecen las más atractivas que he visto. Su alborotado cabello azabache, sus oscuros ojos tan hermosos, su sonrisa que me deja sin aliento, sus gestos y manías tan atrayentes, su cuerpo tan perfecto y su porte tan masculino. Todo lo amo y no quisiera apartar mi vista jamás, pues solo puedo verlo a él." Su subconsciente determinó, grandes confesiones que le costaban reconocer. "Yo lo..." solo un poco más.

No podía huir más. Estaba siendo acorralada por su propia mente, solo quedaba un camino. Descargar todas esas emociones retenidas. Así es, la predicción de Gilda era más cercana de lo que creía, tan solo cuestión de un par de minutos. Emma estaba a punto de explotar. Y sin ella darse cuenta, se había levantado de su asiento y se estaba dirigiendo a toda velocidad hacia quien ocupaba su mente ya casi por completo.

- ¿E-emma? – el susodicho la vio venir hacia él y no sabía que esperar

Una vez llegó donde estaba lo tomó de la muñeca y lo hizo levantarse de su posición agachada.

- Te vienes conmigo. – su voz era más grave de lo usual, dejando al pelinegro más nervioso aún

Comenzó a caminar lejos de allí, jalando al joven sin camisa por todo el lugar e ignorando sus quejas de "no he terminado aún". Él no se estaba resistiendo a pesar de ser más fuerte que ella y mientras no lo hiciese, lo seguiría llevando lejos de ahí, con un solo lugar en mente.

Su habitación.

*Continúa en sección C*

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