De humanos y dragones | Kirib...

By B-B0RED

34.1K 4.8K 4.2K

| AU medieval fantasía | Un accidente nocturno desemboca en una desventura extraordinariamente ordinaria, con... More

Prefacio.
I. ¡Estamos... ¿vivos?!
II. Orgullo.
III. Saberes.
IV. Lago.
V. Cómo entrenar a tu humano¹
VI. Cómo entrenar a tu humano²
VII. Mentiras.
VIII. Camino a la casa.
IX. Laguna.
X. Humano.
XI. Llovizna pesada.
XII. Quieto.
XIII. Beso de espaldas.
XIV. Inútil.
XV. Comprendo.
XVII. El comienzo del fin.
XVIII. Compañeros.
XIX. Bakugou Katsuki y Eijirou Kirishima.
XX. De nuevo.
XXI. El camino a casa.
XXII. Gotas rosas.
XXIII. Un último deseo.
XXIV. De humanos y dragones.

XVI. Al compás de los cazadores.

971 177 151
By B-B0RED

gracias por las 2k leídas 🥺💕

Parecía que, hasta que no oyó la puerta cerrarse estrepitosamente en el piso superior, Eijirou mantuvo su respiración en todo ese tiempo, soltándola en un gran suspiro que no pasó desapercibido por el cazador a su lado.

—Veo que él sigue igual de arisco que siempre —comenta, hincando un poco de comida con el cubierto para llevárselo a la boca. Kirishima asiente—. ¿Cómo fue convivir con Katsuki en estos días, eh? ¿No intentó atentar contra tu vida al menos una vez?

Sero codea en gracia al pelirrojo. Obvio que es un chiste, mas el moreno se petrifica incómodo ante esas palabras.

Es una pregunta inocente la que hizo Hanta en realidad, pero de todas las que podría haber hecho, es la más complicada de responder, de responderse.

¿Cómo fue vivir con Katsuki?

Como el gigantesco dragón rojizo que alguna vez fue, diría que no tuvo ningún problema con él en aquellos doce o más años en los que permanecieron juntos. Que, aunque obstinado y bruto, amaba cada parte de convivir y entrenar sus habilidades con el chico rubio a pesar de que eso le podría costar la vida, es estimulante.

Pero, como ya hemos recalcado, dicho y repasado cientos de veces, él ya no es aquel dragón. Él no es ni la sombra de lo que fue y podría estar siendo en este momento.

Si se lo preguntaran ahora que es este Eijirou, y eso es lo que pasó, "varios caos" (o "un caos", correctamente) es lo primero que se le viene a la cabeza. Fue un completo desorden desde el inicio, con Katsuki obligándolo a salir sin estar preparado, casi provocándole pánico; hasta el actual final, donde una brecha comenzó a invadir su cercanía y su mes a solas había acabado antes de que siquiera lo notaran.

Si Kirishima tuviera que dar más detalles de todo lo que experimentó en esos días, no podría. No le alcanzaría el vocabulario para desenmarañar todo lo que vivieron porque fueron muchas cosas. Porque su confianza había vuelto y desaparecido con cada día que acontecía, y con cada amanecer se cuestionaba si valía la pena seguir como un humano o si su relación estaría bien para el anochecer; en si dormirían en el mismo cuarto o Katsuki se iría al suyo por incomodidad; en si respiraría o se ahogaría a sí mismo en la penumbra nocturna de su habitación hasta que el sol golpeara su ventana y se diera cuenta que estuvo fantaseando con antaño todo ese tiempo.

Y las dudas del por qué vuelven a su cabeza. ¿Por qué se complicaba tanto con algo que, en teoría, debería ser simple de contestar? Si antes no pudo responderse, ahora mucho menos, y no era el momento indicado de hacerlo. No debe buscarle la quinta pata al Kaminari.

—Yo... Yo no sé cómo decirlo...—suelta por fin—. Supongo que ¿bien? Sigo vivo, así que...

—Pues, eso es más de lo que esperábamos —confiesa, masticando—. Pero, ¿qué hicieron todo este tiempo? Tu carta nos dejó con mucha curiosidad a Kyoka y a mí.

—Oh, pasaron muchas cosas en verdad. Bien...—toma una bocana de aire—. El primer día, Katsuki me llevó a su trabajo donde conocí a mucha gente y estuve yendo hasta hoy, me llaman Eijirou Kirishima, es curioso, heh —resopla—. Un día me perdí en el bosque pero gracias a lo que me enseñaste pude encontrar a Katsuki, ¡así que gracias, en serio! —le dedica un intento de sonrisa—. Después fuimos a la laguna, que no es lo mismo que el lago pero no sé cuál es la diferencia, ¡fue divertido!... Y hace poco nos atacó una bestia extraña y fea, así me hice esta cicatriz en la cara, dolió —señala— y después Katsuki curó mis heridas. Mmmh... ¡Ah, me regalaron un espejo! Además, yo cuidé de los amigos de Kyoka, yo regué todas sus arañas y alimenté todas sus plantas y...—trata de recordar—. Creo que nada nuevo. Katsuki se la pasaba leyendo sus cuentos historias y me leyó un poco a mí también, me gustó pero no más que eso.

Hanta se quedó recalculando todo lo que el pelirrojo le contó, a la expectativa de él. Al final solo suelta un bufido en gracia.

—Vaya, sí que pasaron muchas cosas entonces —habla con pasividad—. Simplemente, wow. La verdad es que Katsuki siempre fue muy solitario y jamás nos dejó tocar sus novelas románticas o meternos en sus asuntos, pero "si sigues vivo" y encima, te leyó alguna, supongo que te tiene mucho cariño... como todos nosotros.

Hanta acerca su mano libre para despeinarle, provocando que una sonrisa apenada se dibuje en el rostro de Eijirou mientras asiente, pero no acota nada más a la conversación, prefiere dejar que el pelinegro cene en paz.

Más tarde esa noche, al pelirrojo le costó conciliar el sueño temprano.

Porque si se lo piensa, y lo hace más de lo que le gustaría, Katsuki sigue allí con él pese a todas las negativas que tienen encima, doblegando su inflado orgullo de cazador para sufrir a la par suya. Desconoce el por qué y el significado de dependencia emocional y lo malo que podría llegar a ser esto, pero ama los pequeños momentos que tienen juntos. 

Ahora, ya no serían solo ellos dos, sino que también estarían acompañados por Hanta, Kyoka, Ashido, Tooru, Denki. Aquellos que eran ajenos a su situación, pero le han animado de igual manera todas sus tardes.

Y aún si no expuso la gran mayoría de sensaciones que tuvo, y todavía le acongojan las cosas malas, Eijirou cree que puede sonreír y seguir avanzando día a día, cavilar un poco mejor.

Está bien con eso. Puede respirar y no ahogarse a sí mismo por las noches y puede fantasear cuando quiera con antaño, reconoce que ser un humano es interesante, que sus ideas son tan increíbles y su imaginación es diversa, que no entiende por qué le apasionan tanto las historias que le lee el rubio y quiere descubrirlo. Percibe que el espectro de sus alas y su cola lo hostigan pero ya no pesan tanto como hace un tiempo y su autocomplacencia es poca, mas no nula.

Aceptar su situación actual es humano, al igual que sobrevivir a serlo.

Muchas cosas cambiarían con la vuelta de Sero y la de Jirou. Le intriga qué pasará de ahora en más, se pregunta y le interesa saber qué hará con Katsuki, con la gente que conoce, con la rutina que se habían armado, pero no comprende la tristeza que alberga su corazón por la noticia del regreso.

Esa noche, Eijirou durmió muy tarde por estar perdido en sus pensamientos. Y para cuando despertó al día siguiente, pasadas las doce del mediodía, Katsuki se había ido a trabajar... solo.

Él no supo cómo sentirse al respecto.

Si tan solo se habría levantado más temprano, el cuento hubiera sido diferente.

Permaneció recostado desde entonces, con una presión en el pecho y los ojos picando. Ni siquiera él mismo supo cuánto tiempo yació mirando a un punto fijo, no sabe en qué momento las lágrimas salieron y mucho menos, supo en cuándo se hartó de estar así, de darse pena y de ocultar sus sentimientos.

Así que, movido quizás por la dolencia del abandono, quizás por su propia insuficiencia o quizás por el enojo con el rubio o consigo, Eijirou buscó a Hanta. Se acercó a el azabache con una sonrisa dolida y le pidió que lo entrenara más a fondo, que le enseñara a mejorar física (y emocionalmente en secreto) para enorgullecerse.

Sero no lo dudó, acabó aceptando rápido, mas extrañado. No sería su primer pupilo de todos modos y el pelirrojo le sería de ayuda. Accedió por conveniencia humana del moreno, por ver un avance en él.

Si tan solo, Eijirou hubiera sabido que Katsuki pasó, desvarió y lo esperó del otro lado de la puerta hasta hacérsele tarde, no desconfiaría tanto en que las cosas mejorarían algún día en su relación.

Pero nadie se lo diría, ni siquiera el dueño de sus dolores.

Kirishima tiembla y admite en voz alta que, a pesar de todo el tiempo que pasó encima de él, no se acostumbra a los mareos que le produce subirse al Kaminari. Katsuki se burla del moreno sutilmente en lo que resopla su propia cara para calentarla por el frío otoñal. Adelante de todo, Sero solo está atento al camino nublado para no chocar a su bellísimo dragón con alguna copa de árbol.

Sea lo que fuere que están haciendo, los tres tienen la punta de sus narices rojizas y este hecho les hace pensar en cómo el invierno está a la vuelta de la esquina; en como, cuando quisieron darse cuenta, el tiempo no esperó a ninguno y el "por ahora, dejemos que las cosas sigan como están" se transformaron en días y los días se acumularon en despiadados meses.

Y fue en esos despiadados meses donde muchas cosas acontecieron. Muchas, pero ninguna excepcionalmente importante en su vida más que silencios que aturden peor que las palabras y palabras que quedan atoradas en sus gargantas.

Jirou había vuelto, claro que sí, lo hizo una semana después que Hanta y con algunos regalitos para Eijirou. También trajo regaños gratis para Katsuki, nada nuevo en eso.

El entrenamiento entre el cazador y el ex dragón dieron sus notables frutos, comenzando desde la musculatura del joven hasta su tenacidad. Con cada día que pasaba, se estaba volviendo más masculino, y se encontraba extrañamente bien consigo mismo, mas no con el cocinero, con quien simplemente hablaba de vez en cuando a pesar de vivir bajo el mismo techo.

Aparte de eso, Eijirou fue un par de veces más al local de Ashido pero en compañía del azabache y el rubio. La mujer había declarado que lo extrañaba muchísimo y que él podría visitarle cuando quisiese (y le seguiría dando comida de extraña procedencia, sí).

En alguno de esos días, Kyoka tuvo una seria discusión con Katsuki sobre cosas de las que el ex dragón no debería enterarse. Fue tan fuerte, que Hanta tuvo que intervenir por el bien del rubio, empeorando los malos humores de éste y sus ganas de, bueno, desistir.

¿Y por qué él continuaba con la deplorable vida de pueblerino? Por supuesto que tenía sus razones y había fomentado un plan que requería de tiempo, pero del cual aún no estaba seguro de documentárselo a su... compañero. Aún no estaba listo.

En fin, que varias cosas pasaron, pero ninguna tan importantes como la que aconteció en este día, tras casi seis meses de haber empezado todo este drama.

Los tres hombres bajaron del amarillento dragón con cuidado. El bosque se encuentra cubierto de una neblina lo suficientemente espesa como para esconder perfectamente al Kaminari, él no sería un problema en esta tarea.

La noche anterior, Kyoka los había encomendado en una simple misión: capturar a unos Trolls que anduvieron matando sus cosechas, además de necesitar el aceite de su piel. Eijirou y Sero aceptaron al no algo tan difícil, pero Katsuki también escuchó sobre esto y, sin importarle las negativas, acabó por unírseles.

—¿Recuerdan lo que deben hacer? —cuestiona el pelinegro. Los otros dos asienten.

Hanta le dio de oler un frasco a Eijirou y éste, entre muecas extrañas, funcionó de sabueso. Exploró la zona, guiando con una lámpara a los cazadores más experimentado, y no le toma mucho para dar con cinco de estas bestias. Se esconden tras unos arbustos.

—Creí que serían más —vuelve a hablar el mayor—. Déjenme esto a mí, se ve fácil.

Pero Katsuki murmura un par de cosas antes de negar y encomendarle que no sea confiado, lo que es irónico. Hanta le responde que está acostumbrado a estas pestes y Katsuki sigue renegando en que también sabe cómo son éste tipo de plagas.

Eijirou es el único que está prestando verdadera atención a las presas, en realidad. Y le extraña cuando éstas empiezan a despedazarse en brillos y amontonarse unas sobre otras.

—Chicos, creo que las cosas se están moviendo raro...—les susurra, y es recién ahí donde ambos cazadores prestan atención.

Mierda, los Trolls se habían reagrupado en uno enorme y ahora sí que serían un problema, especialmente por haber notado la presencia humana. Resignados a que no sería tan simple como creyeron, una fuerte batalla comienza.

La enorme bestia se les abalanzan y es por poco que logran esquivar su embestida. Eijirou aprovecha el caos para lanzarle un arco y flechas a Hanta antes de empezar a distraer cuerpo a cuerpo al Troll. Katsuki es de mucha ayuda, también. A pesar de estar algo oxidado, sus habilidades siguen siendo buenas y va a la par del pelirrojo, pero con menos fuerzas.

De entre todos los choques y flechazos a su espalda, Hanta es quien encesta el golpe final con una flecha envenenada, cuando Katsuki consigue cortar el tendón en la pierna de la criatura para que Eijirou pudiese tumbarlo, proclamándose los tres ganadores de esta extenuante pelea que duró varios minutos.

—Uff, esto fue muy agotador —se queja Hanta, tanteando sus bolsillos—. Dejen que llamo a Denki para que se acerque, así no tenemos que transportar el cadáver.

Ambos asienten y ven como el cazador saca un instrumento especial, parecido a una ocarina. Se trata de uno que se crea y emplea desde el inicio de crianza de dragones/bestias y se utiliza en llamados de medianas distancias. 

Y tanto Kirishima como Katsuki se apenan al recordar el que tenían juntos, al rememorar aquel melodioso sonido y lo poco que lo utilizaron por su instinto.

No se miran a pesar de estar uno al lado del otro y fingen inspeccionar al Troll, aunque la realidad es que Katsuki está maravillado. Impresionado de lo que es capaz de hacer el pelirrojo actualmente.

Quizás no se comparaba con su versión dragón, pero tampoco con el inútil de hace tres o cuatro meses atrás, y eso era mucho.

El rubio admite, para sus adentros, que está orgulloso del progreso que tuvo el pelirrojo. Suelta en voz alta:

—Eijirou, lo hiciste muy bien.

Y Eijirou, enternecido, le sonríe más de lo que le gustaría.

—Gracias, tú también.

Algunas viejas costumbres parecieron no cambiar con el pasar del tiempo.

A la tarde siguiente, Sero les encomendó a los chicos ir a intercambiar las sobras que Kyoka no utilizaría de esa bestia, que él los alcanzaría al poblado porque tenía otros asuntos que atender y que podrían quedarse con la paga. 

El incómodo dúo aceptó sin dudarlo y, en este momento, van por una feria, caminando entre la gente y con los restos en una bolsa conservada. No intercambian palabras a pesar de que el pelirrojo está muy curioso observando todo a su alrededor, hasta que algo que huele riquísimo llama su atención y se queda embobado mirándolo.

—Mmh, Eijirou —vocea el rubio.

—¿Qué? —responde serio, esperando algún acostumbrado reto.

—¿Quieres uno? —señala y el otro miente negando—. Tch, vamos, puedo comprártelo si quieres.

—Va, bueno —le sonríe por lo bajo, mierda. Katsuki habla con quien supone, es el vendedor, y le tiende lo que sea que fuere eso al pagar—. Gracias. ¿Qué se supone que son? Huelen muy bien.

—No tienes porqué agradecer —dice, retomando su caminar—. Y son manzanas caramelizadas... Se supone que las tienes que comer, Pelopincho.

—Aaah.

Kirishima acata la acción y descubre que saben muy bien, pero no se lo dice al otro para continuar el paso con el acostumbrado silencio. De todos modos, la tensión se disipó un poco y la tarde pintaba fresca, pero el sol seguía presente y era agradable estar por allí.

Siguen por un camino hasta dar con una casa de especias y empeño donde el rubio sabe, la paga es buena. Para cuando llegaron, Eijirou había acabado su postre y, aunque no lo demostraba, está contento.

El pelirrojo queda fuera del establecimiento en lo que ve a las personas pasando e imagina algunas cosas. El rubio sale al rato con una bolsa llena de monedas en su manos y deben regresar a lo de la bruja.

Tienen una pequeña conversación sobre el dinero que Kirishima pretende entender. Iban a retomar la primera ruta por la feria, cuando el más pálido detiene el paso.

—¿Eh? ¿Pasa algo? —pregunta el ex dragón, cohibido.

—¿La viste?

—... No, ¿qué?

—Mierda, sé que la vi.

Eijirou es jalado por el hombre en lo que piensa que el rubio enloqueció, se medio pierden entre la gente.

Sin embargo, cuando una larga cabellera rubia se asoma de entre una multitud y ésta voltea en su dirección para hablar con alguien, mostrando perfectamente su rostro, la cabeza les punza en fatídicos recuerdos.

—¡Sí, es ella! ¡Agh, al fin la encontré! —exclama enojado Katsuki, llamando la atención—. ¡Akir... mierda nos vio!

—Ese es... Katsuki —vocifera ella, impactada—. ¡TÚ! ¡¿No se supone que estabas muerto?! ¡Maldición!

Antes de que alguien vuelva a decir algo, la mujer cazadora comienza a correr en dirección opuesta a la del cocinero. Katsuki no tarda nada en ir tras ella, gritándole una sarta de cosas, y a Eijirou no le queda más que seguirlos.

—¡Vuelve aquí, estúpida de mierda!

—¡No, NUNCA! ¡Lo sabía! ¡Le dije a Kai que los fantasmas existen... AGH!

—Katsuki, tú, ¡espérenme! ... ¿Fantasmas?

Así es como se dio lugar a esta extraña persecución.

- esa elipsis amigo, no te la robo-
y sé que las cosas parecen muy wtf, pero tengo mis razones para hacerlo así, ah. saben que respondo sus dudas si tienen.

avisen si ven errores jeje

espero que nos leamos pronto u.u 💕

Continue Reading

You'll Also Like

968K 82.3K 36
Anna esta enamorada de Henry, pero la verdad él no sabe de la existencia de ella, así que Anna se propone hacer todo lo posible para que él se de cue...
25.8K 1.3K 19
El titulo lo dice todo..... Así que..... ¡¡¡DISFRUTEN!!! * Realizo pedidos* ADVERTENCIA: En este libro habrá yaoi / gay / BoyxBoy (Como quieran llama...
15.5K 1.5K 16
¿Podemos elegir de quién nos enamoramos?
535K 85.1K 35
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...