Amor

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Por que amar era complicado.

Verlo caminar y andar por los pasillos creyéndose el mejor, el de sonrisa bonita cabello perfecto y aires de grandeza.

Soltó un suspiro, no llegaba a comprender el porqué le gustaba ese chico.
Su razonamiento se negaba pero su corazón se aceleraba y daba un vuelco cada que lo veía a tres metros de distancia.

Imaginar que en algún momento le hablaría con confianza, se pararía frente a él y le diría que le gustaba era todo un sueño.

Pero al menos por soñar no le cobraban.

Acomodó sus lentes en el puente de su nariz continuando con su andar en los pasillos de la universidad, encontrándose a uno que otro conocido, saludo a cada uno con una sonrisa dibujada en su rostro.

Había una razón para sonreír, una sola para hacerle ver como un estúpido idiota enamorado, riendo por cualquier cosa que le decían o en si riendo de la nada ante el recuerdo de aquella sonrisa que se suponía que era fea.

– Keiji – llamo la mujer – Keiji – volvió a llamar frunciendo ligeramente su entrecejo – ¡Keiji!–

Cuando volvió en si su mirada viajo por el salón de clases, perdido en la situacion, comprendiendo poco la razón por la que la señora molesta frente a él que le sacaba del salón, diciendo que no necesitaba a alguien distraído en clase.

Soltó un suspiro, no tenía de otra más que obedecer si no deseaba problemas mayores.

Sus labios musitaron una palabra en maldición, quizás por que estaba más molesto consigo mismo.

Estaba en clase de anotomia y terminó alusionando con el cuerpo de la persona que le robaba el corazón, totalmente normal, ¡Normal!.

Sus mejillas se coloraron al recordar vagamente el cuerpo del chico, maldijo en voz baja por ello.

– Oye – nuevamente se encontraba distraído, bajando el calor que derrepente sentía – Oye – llamo de nuevo – Akashi –

Alzó su mirada de inmediato cuando sus tímpanos reconocieron aquella voz molesta con un ligero tono divertido como normalmente era.

– ¡Kurō-san!– su sorpresa era mayor cuando tenía al causante del calor que sentía, el causante de que su corazón saltara cada dos minutos, el sujeto por el que sentia un gran amor.

– Claro que soy yo – reprochó volviendo a aquella actitud de cachorro regañado – Que cruel de tu parte Akashi –

– Yo... Es solo que, tu, bueno, es que – negó con nerviosismo.

Quizás si era estúpido sentirse tan inferior al sujeto frente a él, solo era un año mayor, solo tenía un poco más de altura, sin embargo tenía la mentalidad de un camarón, así que no tenía por qué sentirse pequeño.

– ¿Te sacaron del salón?, Oh vaya, no esperaba tener un acompañante hoy – se burló con diversión – ¿Cual ha sido el motivo?–

– Usted –

– ¿Yo?, Oye, espera yo ya estaba afuera, siquiera entre – excuso de inmediato mirándole con el ceño ligeramente fruncido.

– No me refiero a es... Olvidelo –

Un silencio incomodo se hizo presente en el lugar, donde se limitaban a verse de vez en cuando por encima del hombro.

Uno no se atrevía a hablar temiendo ser golpeado por decir alguna estupidez, mientras el otro simplemente no era capaz de decir una palabra por lo rojo que se encontraba.

El silencio perduró pocos minutos, unos que se sintieron eternos para el moreno quien se impacientaba con estar quieto en un solo lugar.

– Tienes las mejillas rojas, deberíamos ir a la enfermería – indico, en un intento de romper el hielo entre ambos, el menor asintió por pura inercia – Bien – alcanzo la mano de Keiji guiandolo por los pasillos.

El de lentes parecía ido así que de cierto modo el mayor comenzó a preocuparse, cargo la mochila del otro, y apuro el paso hacia allá.

Ninguno de los dos hablo, ambos estaban pensativos, uno gritandose mentalmente más de mil veces que la persona a la que amaba le estaba tomando de la mano, mientras el otro meramente sentía preocupación por el amigo de su mejor amigo.

Al llegar abrió la puerta corrediza dejando que el menor se adentrara primero, lo ayudo a cargarlo para sentarse en la camilla luego busco alguna enfermera en el lugar que pudiera ayudarle.

O claro la universidad era una mierda que pocas veces mantenía a una persona atendiendo la enfermería.

Frunció su entrecejo, estúpido al no recordar aquello – Creo que podría darte una pastilla para la fiebre –

– ¿Eh? –  alcanzo a musitar Keiji, confuso sin comprender siquiera donde estaba, que hacia y por qué le dolía el pecho, y sentía que su corazón saldría.

– Oe – se aproximó al otro al verlo ido – Akaashi... Si te sientes muy mal podríamos... –

– ¡Me gusta!–

Vaya el mejor momento, claro, el mejor, ¿Cuantas veces se había hecho una idea de cómo se declararía?, ¿Cuantas eran las posibilidades de ser correspondido?.

Estúpido.

– ¿Qué?– su piel se erizo por completo, ahora siendo el el confuso y sorprendido, siempre había creído que Keiji estaba estúpidamente enamorado de Bokuto y viceversa.

– ¡Lo amo Kurō-san!– sus mejillas estaban ligeramente rosadas, se sentó en la camilla alzando su mirada para enfrentar la del otro.

La preocupación empezó a invadirlo cuando Tetsuro no ponía expresión alguna, oh vamos lo iba a rechazar.

La sonrisa burlona por parte agena le hizo empezar a dudar, a entrar en pánico, y miedo, sin embargo se relajo cuando le tomo del mentón, dando ligeras caricias con su dedo pulgar sobre su mejilla, haciendo predecible un beso, uno con el que tanto había soñado, suabe, lento, cariñoso, y amable, aquellos labios rasposos con los que alusionaba cada noche.

Estaba en las nubes nuevamente y como siempre debían bajarlo de golpe, haciéndolo estrellarse contra la cruda realidad.

La risa burlona en el rostro del otro permaneció cuando el beso acabo – Que lindo – murmuró el mayor fingiendo estar enternecido – Pero – oh vamos que podía haber de bueno luego de la palabra "pero" – No me gusta nadie, sin embargo si quieres tener sexo solo dime cuándo, el lugar y lo haré – relamio sus labios separándose, tomando distancia por precaución a ser golpeado, sin embargo eso no sucedió, acambio el menor acumuló lágrimas en sus ojos.

Había entregado su amor a un idiota.

A un estúpido engreído que realmente no pensaba en nadie más que en si mismo.

– Bien, me retiro, parece que tu calentura no era por enfermedad – soltó una carcajada llendose por donde había llegado.

Keiji bajo su mirada a sus manos, era un idiota, un estúpido idiota al creer que enamorarse de alguien tan engreído y estúpido no dolería.

El amor de por sí dolía, y que tú corazón escogiera al no indicado era mucho peor.

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ª no es mucho pero ya bueno, se te quiere :3 ❤️💙
Para vos Embylast

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