El sonido que cruje

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Todos los años, desde hacía once años, el 29 de Junio era una fecha en la cual Samantha se desaparecía en plena noche, estaba a la misma hora en el único sitio donde quizás nadie en su sano juicio la buscaría tan tarde, solo una persona era probable que lo hiciera, pero en ese instante era imposible.

No era la excepción en aquel día con la incesante lluvia que caía desde la media tarde de aquel sábado dónde ni siquiera la agradable y dulce Theodora Stamper había podido llegar, en palabras de la chica, era mejor de esa forma. Tener la mirada condescendiente y llena de lástima de aquella mujer era mucho peor que los rumores burdos y estúpidos del aquellarre de ancianas del viejo Salem, aquellos que pretendían decir que era una bruja. Decir que lo era no solo era un absurdo y algo hilarante, lo peor es que Samantha comenzó a reír frente al espejo al recordar intentar hacer aquel truco con las cartas que salió mal, desparramandose por el piso, pero por supuesto, cosas que podían explicarse científicamente esas mujeres preferían decir que era la sangre hechizada de los Spellman, sobretodo luego de haber llegado una noche como esa, tres pequeños niños a la mansión Blackwood.

Los tres niños, Samantha la mayor de ellos, Tristan y Roselyn los gemelos, llegaron una noche parecida, llena de truenos y relámpagos, una lluvia que parecía querer hacerse sentir incluso dentro de la mansión que crujía y rechinaba, un recuerdo que la mayor de los niños Spellman jamás podría sacar de su cabeza, quizás porque prefirió enfocarse en eso todos los días. La muerte de Jamie y Artie Spellman, no solo había entristecido a la familia sino a muchos en Salem que habían tenido el placer de conocerlos, aquellas imagenes de gente yendo y viniendo, el calor de las velas, el sonido de los platos y el tacto de las manos tratando de reconfortarle solo le hacían querer suspirar y desaparecer en aquel lago tras la casa, quizás algún día descubriría si la historia de su abuelo y de su padre eran ciertas.

Blackwood Manor, era enorme, extensa. De niña, cuando no hubo mas opción que vivir con la única familia viva que tenía, recordó a su abuelo darle el recorrido que siempre hacía cuando llegaba de visita, quizás, pensó Samantha luego de tantos años, lo hacía para sacarse la idea de que su hijo no volvería a aquella casa y que eso era solo una visita de verano larga, interminable. El ala este de la mansión era aislado por unas habitaciones y un largo pasillo, la última, con una puerta que llevaba una manija de plata, tan fría que la primera vez Samantha pensó que quemaba. La escogió sin pensarlo aún cuando su abuela se negó, aquella habitación era alejada y nadie podía escuchar casi ni un sonido, pero la pequeña Samantha no quería sentir la mirada de tristeza de nadie, ni escuchar a Theodora, la dulce Theodora lamentarse de su desgracia y sobretodo, prefería poder escabullirse en sus pensamientos sin ser molestada en lo absoluto.

Esa noche había salido de la mansión Blackwood dejando a sus hermanos dormidos, de cualquier forma, un par de adolescentes podían comportarse al menos unas horas hasta que ella volviera, sin embargo, Tristan no había podido pegar el ojo, conocía las costumbres de su hermana y temió por ella cuando la vio desaparecer luego del rugido de su moto, en aquella torrencial lluvia sin un casco y usando aquella chaqueta negra que no se quitaba bajo ninguna replica. El cementerio de Holy Saint Ground no quedaba tan lejos de la mansión, pero sin vecinos tan cerca y una vía llena de curvas sinuosas y árboles con bosque espeso de lado y lado, parecía una intensa cueva sin fin, pero Samantha había aprendido a no temerle a la muerte, ciertamente existían cosas peores que eso, aunque no fuese un sentimiento reconfortante que decir a viva voz en una reunión familiar.

La moto quedó estacionada bajo la casetilla de la entrada, no es que hubiese alguien allí; las rejas estaban cerradas pero Samantha había aprendido a violentar el cerrojo con técnicas aprendidas de su abuelo, algo que seguramente le serviría en el futuro para situaciones sin salida, pero por el momento, ella solo quería entrar.

Parallel - Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora