Bianca.

No sé cuánto tiempo estuve dormida, pero cuando me levanté me tuve que agarrar el cuello porque me empezaba a doler bastante, así que como pude me dirigí al baño para ver que tenía.

—¡TE ODIO CHUCHO! —grite fuertemente. —¡CUANDO TE ENCUENTRE TE MATARE! ¡JURO QUE TE DESPELLEJARE VIVO!

Escuche como la puerta de la habitación fue derrumbada y en mi campo de visión apareció Damon, con un sándwich en su mano, un momento...

—¡COMO PUDISTE HACERME ESTO! —me le acerque luego de volver a gritarle. —¡QUIEN TE CREES QUE ERES PARA MORDERME PERRO!

Vi como él se me quedo viendo, no se movía nada, y me empecé a asustar, será que le grité muy fuerte.

—Disculpa. —vi como agachaba su rostro.

—Ya me puedo ir a mi casa... —susurre, —llama a Zack, por favor, que él me lleve a mi casa.

—Esta es también tu casa, y no te vas a poder ir porque me perteneces, eres mía y olvídate de el idiota de Zack.

Me gire, porque no quería que viera caer mis lágrimas, no quería sentirme débil ante nadie.

—Ya no llores, preciosa.

—¡Me marcaste sin mi autorización! —grite mientras más lagrimas caían en mi rostro.

—Lo siento, juro que no quería hacerlo todavía, pero mi lobo no quería que te fueras de mi lado. —pronuncio con voz llorosa.

—Eso no es ninguna excusa, tu ya tienes a alguien, porque tenias que hacer esto, te odio.

Asintió, mientras salía de la habitación, luego de unos minutos, escuche como la puerta se volvía a abrir, y ahí apareció Vanne, cuando me vio, corrió hacia mí, para abrazarme fuertemente.

—Estoy aquí, Estoy aquí. —llore mucho mas en su hombro, mientras ella me daba palmaditas en la espalda para que me calmara.

Luego de veinte minutos, ella me dijo que su hermano, le había dicho que me llevara a mi casa, y que estaba arrepentido por todo lo que me había causado.

Con Vanne nos dirigimos hacia el primer piso, y pasamos por la sala, ahí se encontraba el alfa y la luna, los dos me miraban con una sonrisa triste, me despedí de ellos, salimos, cuando me iba a subir al auto, sentí que alguien me miraba.

Levante mi mirada, y apoyado en la ventana del segundo piso, se encontraba Damon, dedicándome una mirada de arrepentimiento.

No pude seguir viéndole, porque sabia que en cualquier momento me derrumbaría.

Cuando llegamos a mi casa, mis padres se me acercaron y me abrazaron, me dijeron que estaban preocupados, porque no llegue a casa ayer.

No respondí, me dirigí a mi habitación, en el camino me topé con mi hermano, el cual solo bajo su cara, estaba molesta con él por haberme mentido.

Durante dos días no salí de mi habitación, me encontraba acostada en mi cama mirando una película, cuando siento que quiero llorar, ¿estará pensando en mí? ¿o estará con Rebecca?, al pensar en eso, siento unos celos inexplicables.

Me levanto y salgo de mi casa, para dirigirme a la casa del alfa, antes de tocar, la puerta se abre, y ahí aparece Damon con ojeras y con su rostro mas pálido, quiero abrazarlo, pero me contengo.

—Hola. ¿Esta Vanne? —pregunto y él asiente con una sonrisa forzada.

—Bi. —grita ella, bajando de las escaleras rápidamente, mira a su hermano y me agarra del brazo para jalarme hasta su habitación.

Le conte todo lo que había pasado, ella me miro triste, pero me dio todo su apoyo, ya íbamos por la segunda película, cuando me entra ganas de ir al baño.

Le digo a Vanne que voy a ir al baño, me levanto de la cama donde estábamos acostadas y salgo de la habitación, camino despacio, cuando entro, veo a Damon con una toalla rodeándole la cintura, automáticamente me sonrojo y siento como todo mi cuerpo empieza a entrar en calor.

—Dame cinco minutos, ya salgo. —hablo, para luego cerrarme la puerta en la cara.

¿Sera que ya no le importo? Me quedé pensando, no me di cuenta que ya habían pasado los cinco minuto que me pidió, cuando lo veo salir, ya cambiado.

Entre y todo el delicioso aroma de mi alfa, inundo a mi nariz. Sentí como me mojaba, apreté mis piernas y recordé que no había tomado mis pastillas para suprimir mi celo, solo tenia que aguantar hasta mañana y ya acabaría.

Me moje la cara y Sali, cuando ya solo faltaba unos metros, una mano me jalo, todo estaba oscuro, me quise mover, pero sentí un pecho detrás de mí, sabía quién era, suspire, cuando sentí que olfateaba mi cuello y dejaba pequeños besos.

No sé cómo termine con las piernas enredadas en su torso y con su gran bulto frotándose entre mis piernas. Metió una de sus manos debajo de mi falda y la bajó, dejándome en mi ropa interior con encaje.

Dulce DestinoWhere stories live. Discover now