CAPÍTULO 22 Cuando un badboy pide perdón, pasan cosas malas

Start from the beginning
                                    

—Mi pequeña, por favor... —Le escuché decir antes de llegar a la puerta.

Cerré los ojos y apreté el picaporte.

—Perdóname por no ser razón suficiente para que continúes viviendo.

Nate se acercó con cautela, como si me diera la oportunidad de apartarlo si quisiese. No lo hice, y él no dudó en estrecharme en sus brazos.

—¿Por qué te fuiste? —Quise saber—. ¿Por qué me abandonaste?

Nate tragó saliva, un largo y sonoro suspiro escapó de su garganta.

—Hice un trato con Loryn.

—¿De qué hablas?

—Perdóname…

—Nate, ¿de qué hablas?

Pareció sin intenciones de contestar.

—¡Respóndeme! —demandé.

—Tú nunca lo entenderías, no sabes lo que es pasar hambre o trabajo en la vida. Necesitaba el dinero.

—¿Dinero? —indagué, el enfado crepitó en mí—. Nate, por favor, no me digas que…

—Nunca le caí bien a Loryn. Me odió desde que supo que yo era el hijo de un asesino y que no tenía ni donde caerme muerto. Hizo de mi vida un infierno. Me dejó sin opciones. Al final, terminé rindiéndome. Ella tenía razón, tú no tenías futuro conmigo, nuestra relación era caótica. Acepté el dinero que me ofreció y desaparecí de tu vida.

Las luces de los autos me iluminaron al pasar por la carretera. El cegador haz llenaba por instantes el espacio que nos separaba, que, a pesar de ser unos pocos centímetros, parecía un abismo que se volvía más grande conforme los segundos pasaban.

El mundo no se detiene por mucho dolor que tengamos. El universo sigue su curso; no importa que tan destrozados estemos, no parará porque estemos en agonía. A nadie le importan nuestras luchas, solo a nosotros.

Nate levantó la cabeza e intentó tomar mi mano, pero lo aparté.

Rompió el silencio y el auto se llenó de sus «lo siento», sus «no fue mi intención hacerte daño» y los terroríficos «por favor, di algo».

—¿Dónde estás viviendo? —Fue mi primera pregunta—. Digo, después de volver, ¿dónde estás viviendo?

—Aquí. —Nate miró el asiento trasero.

Mantas, ropa desparramada, zapatos, un cepillo de dietes y, más atrás, el estuche de su violín. ¿Cómo no lo había notado antes?

—¿Desde cuándo?

—Agosto. No pude regresar antes. Loryn... —suspiró—, es una auténtica hija de puta.

—Loryn Luken... —Un hormigueo me recorrió la piel al pronunciar su nombre y, antes de darme cuentas, de poder reprimirlo, una lágrima llegó a mis labios. El sabor salado me hizo darme cuenta que había estado llorando todo ese tiempo.

Nate desistió de abrazarme; me mirada como si quisiera hacer o decir algo, pero al notara mi malhumor las ganas se le esfumaran.

Mi teléfono comenzó a sonar.

Busqué entre todas las cosas innecesarias que guardaba en los bolsillos de mi chaqueta. Saqué unos lollipops, unas horquillas del cabello y el regalo de Anton.

Por fin, encontré mi teléfono.

«Toby, el perro».

Casi me da un ictus al leer el "hermoso" apelativo con el que había agregado el número de Tobyas y, como si se tratara de un delito, escondí el teléfono. Me apeé para responder.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMWhere stories live. Discover now