— Te pareces a tu madre... no creo que hayas sacado demasiado de mí —espetó con tranquilidad, y luego de ello se escuchó una risa leve por parte del hombre—. Tienes suerte, pude haberte confundido con un humano...

La figura tras de ella finalmente se movió. Las manos sobre sus hombros y rostro fueron despojadas, sintió el césped crujiendo tras los pasos del hombre y la figura se posó esta vez junto a ella, se colocó de cuclillas para poder estar a la altura de la menor, y una de sus grandes manos tomo la pequeña y delicada mano de la chiquilla. La analizo de pies a cabeza, luego se fijó en los claros ojos de la castaña, le dedicó una mirada profunda e insistente, esperando que la pequeña se atreviera a mirarlo.
Luego, giró su mirada en busca de lo que la pequeña miraba con tanta intensidad, y finalmente se encontró con el cadáver de la madre de la muchacha, yacía allí, sin vida alguna, y la sonrisa que el hombre conocía había desaparecido totalmente de su rostro, solo expresaba dolor y pavor.
Aún teniendo unos cuantos recuerdos de la mujer, suspiró rodando sus ojos con pereza.

Se levantó, soltó la mano de la menor para poder acariciar su cabellera castaña y sedosa por unos cuantos segundos. Tenía la misma cabellera que su madre, los mismos ojos, la misma tez, y aun cuando las facciones eran un tanto distintas, seguían pareciendo parecidas.
El hombre se volvió a agachar, arrancó una pequeña margarita salpicada en sangre del suelo y la dejó entre los cabellos de la menor para apreciar dicha decoración, y finalmente, sin decir nada, pasó junto a ella con lentitud.

— Los humanos son siempre tan sentimentales —alargó el "tan" mientras poco a poco se iba alejando de la escena a espaldas de la castaña.

El temblor de pavor la volvió a gobernar de pies a cabeza, pero, aún que ella no lo quería así, su cuerpo pareció reaccionar y moverse con una lentitud extrema, sus ojos se desviaron de su madre conforme su cuerpo se giraba hasta mirar a la dirección contraria. Ahora, su mirada estaba fija en el alto hombre de cabellera dorada, era tan rubio que podía llegar a creer que su cabello era blanco, llegaba hasta la altura de su cintura y era totalmente lacio, la mitad de su cabello hacia arriba tomado en un moño, cruzado con algunos palillos de bambú. Vestía un tradicional Kimono de un color rosa demasiado tenue, este en realidad parecía ser del estilo femenino.

— Vamos a casa... no tengo demasiada paciencia con los niños, para que lo tengas en mente —comentó el hombre, como si supiera que la menor estaba demasiado concentrada analizándolo en vez de seguirlo como se debe.

Alzó una mano en el aire, sus brazos fuertes y marcados, con múltiples líneas negras, sus largas y puntiagudas uñas negras le causaron pavor a la muchacha, totalmente diferente a la sensación de cuando fue sujetada por el hombre.
El desconocido hizo un leve y despreocupado ademán con sus dedos, indicando así que la menor se apresura en llegar a él.

No quería dejar su hogar, mucho menos de esta forma. No quería dejar el cadáver de su madre a sus espaldas, quien aún parecía observarla fijamente. Pero estaba asustada de que aquellas bestias volvieran a su tribu y terminarán por destruir todo, sus hogares y sus reservas, como si dejarla viva después de ver tal ataque no fuera suficiente. Estaba asustada de todo ello, y aún más del desconocido que le daba la espalda y la llamaba, pero ¿Qué otra opción le quedaba? Lo que había aprendido de su tribu para sobrevivir por su cuenta en las montañas aún era demasiado poco, sobre todo para su edad.

Pero antes de que pudiera pensar en una opción viable, su cuerpo reaccionó en su contra, sus pasos lentos, temblorosos y sigilosos se dirigieron hacia el desconocido, como si estuviera procurando no ser atrapada de alguna maldad. Terminó junto a él, y aun así no pudo alzar la mirada para observar el rostro del desconocido. El brazo del hombre que anteriormente estaba en alto esperando que la muchacha llegara a su lado, ahora bajó hacia ella extendiéndole una de sus grandes manos, esperando que esta captará la idea y la tomara.
La castaña tardó, pues en realidad el pavor le impedía pensar con claridad, su mano izquierda se alzó temblorosamente hacia el desconocido, sujetó esta con cuidado, la analizó detalladamente, su mano era probablemente el triple de grande que la suya, dedos largos y delgados con aquellas uñas puntiagudas y totalmente negras.

Nuevamente escucho una leve risilla por parte del mayor, pues no estaba cautivado por el pavor de la muchacha, sino que le causaba algo de gracia.
Echó a andar, sus pasos eran lentos, pero aun así rápidos para la menor.
La castaña alzó una mano a su rostro, limpio el camino de lágrimas cuando estas finalmente se detuvieron al tomar la mano del desconocido, y luego pasó el dorso de su mano húmeda por su vestido.
Su cuerpo dejó de temblar poco a poco, mientras su mirada se fijaba en el denso y oscuro bosque junto al desconocido que parecía dispuesto a sacarla de aquel infierno.

— Todo estará bien... —musitó él, aunque en realidad aquello no lo tenía asegurado, para nada, es más, no tenía ni la menor idea de por qué decidió llevarse a diminuta y semejante escoria mitad humana—. Papá se hará cargo.







TW. Se puede llegar a mencionar drogas lícitas e ilícitas, violencia, vocabulario vulgar, muerte y armas, violencia con mención a la sangre y entre otros.

Leer bajo tu propia responsabilidad.

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"ryomen yashiro, one more religion"

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Si bien los personajes están basados (superficialmente) en Jujutsu Kaisen, manga perteneciente a Gege Akutami.
Pero esta es una historia (fanfic) original, por ende, puede que varios detalles, como la descripción física de los personajes, o el orden de ciertos acontecimientos, no coincidan.

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The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now