Error #15: exceso de símiles

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Perdón por desaparecer y gracias a los que preguntaron si estaba bien. Me fui de viaje y olvidé avisar.

Comencemos con esta entrada.

Desde hace tiempo que alguien me pidió que escribiera algo sobre metáforas. Esto me plantea un montón de desafíos: el tema es bastante delicado, ya que una metáfora bien usada genera un impacto poderoso, pero es difícil escribirlas; además, el objetivo de esta guía no es enseñar a escribir, sino señalar errores; por último, no se puede hablar de metáforas sin primero hablar de símiles.

Por este motivo, decidí hacer una serie de entradas con errores que veo al usar estos recursos, primero enfocándonos en los símiles y luego en las metáforas.

¿QUÉ ES UN SÍMIL?

Refresquemos la memoria: un símil es una comparación expresa entre dos cosas. A diferencia de las metáforas, los símiles requieren de las palabras de relación "como", "cual", entre otras. Ejemplos:

Sus manos son tan suaves como el terciopelo.
La calle está como la boca de un lobo.
Cabellos cual oro líquido.

EL ERROR

Los símiles son bastante sencillos de construir. Por lo tanto, no es poco común que un escritor los use con demasiada frecuencia. Recuerda que en el error #13 discutimos que no solo es posible repetir palabras, sino también construcciones gramaticales. Si usas la misma estructura demasiadas veces, das a entender que no tienes muchos recursos a tu disposición y aburres al lector.

LA SOLUCIÓN

Los símiles son un tema un poco delicado. Algunos escritores dicen que, como los adverbios de modo, no deben usarse por ser una figura retórica débil; creo que ya dije que no me gustan las posturas tan extremas. Personalmente, creo que un símil por aquí y otro por allá está bien para los estándares de la mayoría; dos o tres por página pudiera ser excesivo. Si tienes dos símiles muy pegados, casi siempre es preferible eliminar uno.

La razón por la que mantengo esa opinión es la siguiente: los símiles sirven para hacer descripciones abreviadas, por lo que hay ocasiones en las que se puede emplear uno para mantener un ritmo de lectura ágil. Sin embargo, es importante recordar que si nos empeñamos en abreviar todo, podríamos caer en el error #2: decir en lugar de mostrar. Recuerda: la variedad y el equilibrio entre los elementos empleados reflejan la habilidad del escritor.

Ahora bien, ¿qué se puede hacer para eliminar un símil? Veamos un ejemplo:

Aquella mujer, hermosa como ninguna otra, se paseaba por mis pensamientos a cada instante. Incluso cuando caía dormido se aparecía en mis sueños como un maravilloso fantasma que me llenaba de calor.

Disculpen lo cursi, fue lo único que se me ocurrió. Al grano: ¿me parece que esta descripción está mal? No, pero se puede mejorar. Cuando menos, se puede eliminar uno de los símiles transformándolo en metáfora.

Aquella mujer, hermosa como ninguna otra, se paseaba por mis pensamientos a cada instante. Incluso cuando caía dormido se aparecía en mis sueños: un maravilloso fantasma que me llenaba de calor.

Muchos símiles se pueden transformar en metáforas, algo que casi siempre es preferible porque elimina palabras y añade un nivel de abstracción que resulta casi poético. El símil “El miedo es como una sombra que se cierne sobre el corazón” puede convertirse fácilmente en “El miedo es una sombra que se cierne sobre el corazón”. Las metáforas son comparaciones más sutiles, versátiles y poderosas sobre las cuales discutiremos con más detalle en otra ocasión.

Si leemos el ejemplo inicial, nos daremos cuenta de que el narrador está enamorado/obsesionado con dicha mujer. Sabiendo cómo se comporta el ser humano cuando se enamora, podríamos eliminar también el primer símil, “hermosa como ninguna otra”, a favor de una descripción más detallada que refleje la obsesión del narrador. Esto requeriría un trabajo más duro que eliminar el “como” y ya, pero vale la pena experimentar.

Aquella mujer se paseaba por mis pensamientos a cada instante: al andar, sus piernas asomaban por la falda y evocaban en mí una pasión desenfrenada; sus hoyuelos aparecían en conjunto con su sonrisa gatuna y la picardía ascendía a sus ojos claros. Incluso cuando caía dormido se aparecía en mis sueños: un maravilloso fantasma que me llenaba de calor.   

Mejor me detengo, porque sino esto se va a convertir en porno.

Este nuevo arreglo podría funcionar bien en algunas novelas, no tan bien en otras. Lo cierto es que teníamos dos símiles y terminamos con una descripción detallada que refleja el estado mental del narrador y metimos una metáfora.

Como siempre, mi recomendación es que escribas como te salga  y después revises tus escritos a ver qué puedes mejorar. Experimenta y verás que eres capaz de lograr cosas sorprendentes que encajen con tu estilo.

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