𝗌𝗍𝖾𝗉 𝗈𝗇𝖾.

Depuis le début
                                    

Son las nueve y media de la noche y Dylan tiene preparada una reserva en un elegante restaurante francés que estaba realizando su debut en la ciudad justo esa noche.
Y el castaño mentiría si dijera que todo salió como esperaba.

Resulta que la comida francesa no era tan rica y de su agrado como él creía, dónde mierda estaban los spaghettis, ¿o esos eran de Italia?

—Podemos ir a otro lugar —dice, en algún momento de la noche el rubio, que parecía haber leído la expresión de disgusto en los ojos miel —. Si no ordenamos nada, no te cobrarán, pero debemos irnos ahora o será tarde para entonces —está sonriendo de esa forma que Dylan ama —. Cerca de la discoteca del Weather House hay un muy buen carrito de comidas, digo, por si se te antoja una hamburguesa, como buen estadounidense —ahora se está burlando y parece disfrutarlo tanto que el castaño simplemente necesita aceptar.

Así es como terminan llenándose con la grasa de dos hamburguesas dobles y en una guerra de papitas que Thomas frena porque Dylan, por todo lo sagrado, las papitas son para comer, no para masacrar, tira una más y te la haré comer del piso.

Aún así cuando el castaño miró hacía otro lado el ojimarrón le tiró los pepinillos de su hamburguesa.

—Le dije explícitamente al hombre que la quería sin pepinillos y sin mostaza —se defiende.

—Oh —dice Dylan, como quién acaba de descubrir américa —. Creo que me comí la tuya.

Una hora después se encuentran tirando las sobras en un bote de reciclaje cercano mientras se dirigen al pub que se encuentra a una cuadra de allí.

Weather House no es el lugar más v.i.p que puedan hallar, pero ambos saben que es el único al que pueden entrar con sus aún diecisiete años, además del más cercano, pues Thomas siente que sus piernas no dan para más y eso que solo han caminado unas pocas cuadras del restaurante al carrito.

Dylan se ofrece a cargarlo durante esos 300 metros que les queda por atravesar y el rubio sabe que hay que ser idiota para rechazar una oferta de tal magnitud.

Así llegan al pub, con Thomas abrazado a Dylan cuál koala y el castaño sonriendo como el idiota baboso enamorado que sí es.

El guardia que vigila la entrada solo les echa una fugaz mirada antes de permitirles entrar sin siquiera pedirles una identificación.

Lo cuál es extraño porque Thomas tiene una cara de bebé impresionante, Dylan piensa.

Pero no lo dice en voz alta porque no sufre de tendencias suicidas.

...

La música resuena tan fuerte que Dylan siente a sus tímpanos a punto de estallar.

Claro que ésto no es lo suficientemente molesto gracias al espectáculo frente a sus ojos.

Thomas se está moviendo demasiado sensualmente (para la cordura y salud mental de Dylan) al ritmo de I took a pill in Ibiza.

¿Por qué te quedas ahí parado y no bailas? —le grita el rubio, por sobre la música sin dejar de soltar pasos extravagantes que a cualquiera que intentase imitarlos seguro dejarían en vergüenza. Parece que a Thomas realmente no le importa y eso no hace nada más que relajar a Dylan.

Y Dylan nunca se relaja.

—Estoy apreciando la vista —responde, gritando también y jura que puede ver (no sabe cómo, pero lo ve) un atisbo de sonrojo en las mejillas del rubio aún en toda esa oscuridad.

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⏰ Dernière mise à jour : Dec 24, 2022 ⏰

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