Capítulo 23. Retribución

Comenzar desde el principio
                                    

Abrí los ojos como platos y me paré de golpe. Tenía razón. Nuestro amor esperó demasiado, ya era tiempo de que fuéramos felices. Tomé las llaves de la encimera y me dirigí a su casa.

Ella quería hablar, pues hablaríamos. 

*
*
*

Una vez que llegué a su casa, aparqué la camioneta y me dirigí hacia su puerta. Toqué varias veces hasta que salió la mamá de Lia. Sylvia no quería verme allí y eso lo entendí perfectamente pero no me iría hasta ver a Lia. Tenía que demostrarle que lucharía por ella. Pero se ve que mucho no funcionó mi táctica porque me cerró la puerta en la cara.

Bien. Esperaría, toda la noche de ser necesario.

Me senté en la puerta y esperé. Esperé lo que parecieron horas aunque estaba seguro de que fueron minutos hasta que oí unos pasos detrás de la puerta. Eran ligeros y no firmes por lo que supuse que no sería Sylvia, que sería Lia. Así que me paré y toqué de nuevo. Al no obtener respuesta apoyé mi frente en la puerta y suspiré. Largaría lo que tenía en mi pecho.

—Lia, si estás ahí, al menos escúchame. Lamento todo lo que te hice. Me arrepiento y no me lo perdono. Reconozco todos mis errores, desde el minuto en que tuve una duda de ti. ¿Cómo pude tenerla? Si eres... Eres tan dulce, tan especial, tan dedicada por los demás... Mi bronca y dolor bloqueó mi sentido común. Hice que te pelearas con tu mejor amiga, hice que te quedaras sola y no merezco perdón por eso. Hice... hice que no te quisieras. No te merezco. Sé que mereces a alguien más, a alguien que te ame y te valore y jamás dude de ti. Pero, ¿sabes que sucede? —carraspeé intentando quitar el nudo de mi garganta. —Te amo. Te amo como nunca amé a nadie en mi vida. Y soy egoísta, porque a pesar de que se que te mereces a alguien mejor yo quiero ser el que te dé lo mejor. Diablos, quiero estar contigo toda la vida. Casarnos, vivir juntos, tener un perro o hijos. Y pensar que tuve la felicidad en mis manos y lo dejé ir por idiota... Sé que me amas también y por eso vine hasta aquí y te dije todo esto. Pero tomes la decisión que tomes quiero que sepas que jamás dejaré de amarte. Que me cambiaste, llegaste a mi vida y la llenaste de luz. Perdón otra vez y... jamás pero jamás olvides lo importante que eres, que eres perfecta y que te amo.

Luego de unos momentos me volteé decidido a irme, si me escuchó, ya tomó una decisión o simplemente aún no lo había hecho. No lo sabía. Ella sabría donde encontrarme y... 

—Zacha —escuché detrás de mí. Me paralicé en mi lugar. No había escuchado que la puerta se abriera porque estaba sumido en mis pensamientos. 

Me volteé.

Y allí estaba ella, tan hermosa como siempre. Incluso con su rostro bañado en llanto. 

—Yo... no quiero que llores — logré decir.

Dio unos pasos hasta que estuvo frente a mí. Soltó una pequeña risa. —Tú también estás llorando.

Toqué mi rostro para darme cuenta de que era cierto al mismo tiempo que ella acercaba su mano y limpiaba mis lágrimas. Y me miró, me miró con amor, como me miró siempre, antes de todo. Y juro que pude sentir mi corazón detenerse y volver a latir a toda velocidad. Quería detener el tiempo en este momento. 

Nos miramos a los ojos sin decir nada en voz alta, pero juro que podía escuchar sus pensamientos. La tomé por su rostro con mis ambas manos y apoyé mi frente en la suya. La miré y le dije que la amaba con la mirada, que me perdonara. Y ella me miró y lloró, ambos lloramos. Y me dijo que me amaba. Entonces la besé.

Sus labios sabían a lágrimas, pero más que nada, sabían a Lia. Sabían a ella, a nuestro amor y aunque no creía en Dios por dentro recé, recé que por favor me perdonara. No quería vivir sin ella.

Separó nuestras bocas y tomó mi mano llevándome hacia mi coche. La seguí sin entender, ¿acaso quería que me vaya?

—Abre —dijo.

Le hice caso y abrí la puerta de la camioneta. Me subí dentro, algo decepcionado y desilusionado, pensé que ese beso significaba algo, ¿acaso era esto una despedida?

Por lo que me sorprendió cuando se subió a mi lado, trabó las puertas y trepó sobre mí regazo. Sus labios chocaron contra los míos y me besó con desesperación. Deseo, amor, necesidad. Los primeros segundos no pude reaccionar pero en cuanto me recuperé pasé una mano por su nuca y otra por su cintura y la apreté contra mí. Como había extrañado esto. La necesitaba tanto. Y se lo demostré. Mordisquee sus labios, los chupé en mi boca y pasé mi lengua por la suya. Separé mi boca de la suya y seguí besando su barbilla y cuello hasta que esos pequeños gemidos que tanto había extrañado se lograron escuchar. 

Sentí sus manos en mi pelo y tironear de él para volver a apoyar su boca en la mía. Nos besamos hasta quedarnos sin aliento y entonces me abrazó. Se aferró a mí como si su vida dependiera de ello. 

—No quería reconocerlo, porque no te lo mereces... Pero yo también te amo y te necesito — murmuró en mi cuello. —Por favor, no vuelvas a lastimarme así jamás. 

La sentí temblar mientras lloraba en mis brazos y la sostuve. Pero me amaba, y esto significaba que me perdonaba. Todavía tenía mucho camino que recorrer para retribuirla por lo que le hice pero esto era un comienzo. Un nuevo comienzo para los dos. Así que la sostuve y lloré yo también. El dolor y peso de mi corazón se aflojó y tenerla en mis brazos fue como volver a casa.

...

¡AL FIN SUBO CAPITULO! Espero que les haya gustado. Les aviso que a lo sumo quedará 1 capítulo más y el epílogo. Espero que mi inspiración no me abandone y pueda hacer las cosas bien. Gracias por el apoyo de siempre. Los adoro.

Vani






Dime que aún me amas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora