②αyυ∂αท∂σ αℓ єxτrαñσ.

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Cuando abrió los ojos, escuchó el sonido del mar, más bien, las olas golpear contra la arena, el sonido de las aves cantar le mantuvo confuso, intentó levantarse de aquella cama improvisada tocando su cabeza un par de veces, pero de inmediato le dolió así que se volvió a recostar, vio su mano, tenía sangre seca la cual le hizo recordar lo que había sucedido anteriormente. Él era un joven explorador el cual había sido invitado por sus amigos ir a playas cercanas a investigar más allá de las islas que le rodeaban, por supuesto Mark no se negó, sin embargo, no estaba muy de acuerdo en ir debido a que las nubes amenazaban con ser muy destructivas y justo a mitad del camino el agua comenzó a empaparlos de una manera violenta fue cuando comenzaron a preocuparse, las olas llegaban a ser tan altas. Mark miró con gran asombro una ola que fue iluminada por los truenos, definitivamente, no se salvarían a pesar de que el motor del barco tenía gran potencia para subir arriba de ella. Se sujetaron de donde pudieron logrando evitarla pero sólo bastó unos cuantos minutos para que el barco fuera arrasado por otra ola, la cual los hundió.

La furia de la marea los estampó contra unas rocas, Mark salió a flote nadando, logrando evitar estrellarse con las rocas, sin embargo, en un mal movimiento no observó bien el objeto que venía hacia él, le golpeó fuertemente la cabeza haciendo que perdiera la consciencia.

Sólo había algo que no cuadraba.

—¿Cómo llegué hasta aquí? —decía realmente confundido. Se levantó como pudo, de manera lenta para poder salir de la pequeña cabaña que alguien le había montado.

Su campo visual no percibió a nadie, tal vez sus compañeros habían sobrevivido y mientras él estaba inconsciente sus amigos habían montado la cabaña, ¿cuántos días habían pasado? Mark comenzó a explorar el lugar, pronto vio como algunas pertenencias flotaban cerca, así que se apresuró hasta la orilla tomando todo lo que podía. Algunas botellas de agua y una maleta, observó otros bultos flotando, ¡Eran sus compañeros! Sus pies todavía tocaban la arena, fue donde visualizó con horror que estaban muertos, se apresuró a ver a los demás cuerpos pero ninguno mostraba señal de vida.

Le costó al menos una hora sacarlos del agua. Estaba solo y quién sabe a qué isla lo mandó el mar. Para cuando atardeció Mark ya había enterrado los cuerpos, estaba llorando, eran sus amigos y todos ellos estaban muertos. Sentado en la arena comenzó a sollozar, estaba perdido.

Mientras tanto, el sirenito estaba en el palacio junto a sus dos hermanos, el muchacho estaba nervioso tenía que salir a ver si el hombre estaba bien, quería verlo, asegurarse de que se había recuperado.

—¿Por qué tu aleta se mueve mucho? — Jisung arqueó una ceja.

Jaemin también lo notó.

—Eso sólo sucede cuando estás ocultando algo —sospechó su hermano —. ¿Qué nos ocultas?

—Nada realmente —de inmediato dejó de mover su aleta.

—Te vamos a creer — Jaemin sonrió —. Bueno, yo voy a salir con mi novio.

—¡Alto ahí, Jaemin! — Jisung le detuvo —. Padre tiene prohibido salir de noche, así que ni tú ni Donghyuck salen del castillo.

Donghyuck sintió su estómago dolerle. No podía abandonar al pobre desdichado en medio de la nada, él iba a salir en la noche como pudiese. Donghyuck se dirigió a su habitación nadando de un lado a otro esperando para poder salir a la superficie y ver al humano, de cualquier forma se iba a escapar por la ventana de su habitación.

No tardó mucho para que burlara la seguridad del castillo y así llegar hasta la superficie, era de noche, en la isla notó fuego, se fue acercando lentamente dejando ver al humano sentado alrededor del las grandes llamas que se levantaban. El fuego era impresionante, además iluminaba el cuerpo y el rostro del enigmático hombre el cual le había llamado la atención y el que lograba que su aleta se moviera más de lo normal.

Se acercó posándose detrás de una roca mirando que el hombre contemplaba aquella gran fogata, el sirenito se preguntó si ya había comido o si tenía frío. Sus ojos almendrados observaron que el hombre atravesaba un pescado con una lanza y lo exponía al fuego, también vio que su cabeza estaba vendada con una tela roja, así estuvo un par de horas mirando hasta que el hombre terminó quedando dormido en la arena. Donghyuck tocó la arena y se arrastró para estar a pocos centímetros del muchacho el cual se había quedado a dormir ahí por si escuchaba un barco, Donghyuck observó de nuevo las facciones del hombre y llevó su mano a la mejilla opuesta.

—¿Cómo te llamarás? —se preguntó el sirenito.

Su suave voz había sido baja.

—¿De dónde provendrás? —tal vez si tuviera dos piernas despertaría al hombre para hablar con él.

Donghyuck observó la fogata que no tenía intenciones de apagarse.

—No has comido mucho —cerca de unos leños estaba los restos de un solo pescado.

Se alejó para arrastrarse un poco lejos de Mark, chasqueó de nuevo, una penca de plátanos cayó, los mangos y cocos tuvieron el mismo efecto, el sirenito no podía darse el lujo de permanecer todo el tiempo con el humano, debía ir a casa para que nadie se enterara y lo buscara en esa isla encontrando a Mark. Su padre no era aficionado de humanos así que posiblemente lo ahogaría, de nuevo regresó al mar, no sin antes darle una sonrisa al hombre.

—Prometo mañana venir a verte —dicho eso, se hundió en el mar nadando con rapidez hasta su castillo.

Nadie se dio cuenta de que Donghyuck no había estado en su alcoba al menos en un tiempo.

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Cuando Mark despertó, un cangrejo estaba cerca de su rostro, inmediatamente se apartó para luego estirarse y darse cuenta de que no era una pesadilla, él no estaba en su cama cómoda y tampoco estaba en su habitación que lo protegía del frío o calor y ni mucho menos el sol entraba por la ventana. Se levantó para ver un pequeño montoncito de coco, mango y plátano, tal vez no estaba solo, seguramente había alguien o una pequeña tribu en aquella isla, necesitaba averiguar y saber que no estaba solo debido a que no quería volverse loco.

Mark decidió que debía explorar la isla llevándose la navaja que pudo rescatar. Se adentró a la isla, encontrando una pequeña montaña, sólo había aves de diferentes colores, todos de un hermoso color cantando con diferentes tonos, también encontró una hermosa laguna que conectaba con el mar, cansado bebió agua con ayuda de sus manos. No había muchos animales por lo que pudo observar, subió a la pequeña montaña donde el pasto verde ganaba terreno.

Tendría que hacer otra fogata ahí.

Donghyuck nadaba con una sonrisa en los labios llevando un par de pescados para que Mark pudiera comer algo, fue entonces que Mark bajó la mirada encontrándose con un tritón que dejaba un pequeño montoncito de pescados. Él explorador estaba anonadado, toda su vida creyó que era un cuento de hadas, tenía una expresión de sorpresa increíble, corrió cuesta abajo para dar crédito a lo que sus ojos veían, tal vez se estaba volviendo loco.

Donghyuck dejó lo que había pescado en la arena, los peces todavía saltaban necesitando agua salada, Donghyuck agradeció a los vertebrados por sacrificarse para que el humano comiera. El tritón se alertó al escuchar las hojas de algunas plantas moverse rápidamente. El tritón se arrastró al agua y de un salto se hundió.

Mark miró una hermosa cola celeste con perlas incrustadas en la aleta, pudo observar su rostro, reconocía que el tritón era bello, una belleza que no existía en la superficie.

Donghyuck estaba dentro del mar llorando, el humano lo había visto y posiblemente pensaría que era un monstruo.

Tritón [MarkHyuck] (ADAPTACIÓN)Where stories live. Discover now