✨tres.

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— ¡Joa... Joaquín!

Emilio trataba de safarse de las manos que lo sostenían con fuerza sobre su sofá, evitando que escapara. Jadeaba con fuerza tratando de recuperar su aliento.

Joaquín no dejaba de hacerle cosquillas.

—B-bast... basta Gress. Te voy a r-romper la c- ¡basta!

Emilio a pesar de no tener la fuerza suficiente por las cosquillas asquerosas que se llevaron su energía, sujetó de las muñecas a Joaquín, llevándolas por arriba de su cabeza. Mientras ambos respiraban agitadamente, pecho contra pecho, y mirándose con cierta sonrisa que reflejaba vergüenza.

¿Qué hacían así, otra vez?

Joaquín quien estaba por arriba del cuerpo del peli-rizado, con sus rodillas lado a lado de sus caderas, sonreía tímidamente; sin apartar de su mirada de la felina que poseía su hyung, con aquellas pupilas dilatadas y de un profundo color negro.

—Oh, ni se te ocurra besarme como la chica y chico de esa película.

Soltó Emilio, quien estaba poniéndose muy nervioso debajo de su menor. Su sonrisa automáticamente se elevó mostrando sus lindos dientecitos, al escuchar la carcajada de Joaquín. El peli marrón por fin se iba apartando del cuerpo del pequeño Geller, haciendo a este suspirar de alivio o tal vez de desánimo. Se acomodaron nuevamente en el sofá del mayor, ambos recostados, mirando como la película seguía su rumbo.

—Emilio...

El nombrado lo miro de reojo, viendo como su lengua pasaba por sus labios, mojándolos, para continuar hablando. El rizado sólo soltó un sonido que decía que tenía toda su atención. No confiaba en su voz.

— ¿Te he interrumpido cuando llegué y tú estabas duchándote? — Joaquín fijó sus ojos en los del contrario, notando como su respiración se atoraba en su garganta y sus ojos se volvían aún más brillosos—. Ya sabes... somos hombres —dijo haciendo comillas a la última palabra—, a mí también me hubiera molestado si la estaba super bien pero me acorde que venían a buscarme. —soltó la última oración con una risa vaga.

Emilio se sentía arder de nuevo.

Si... quizás me molesta que no me tomes y me folles tú.

— Joaquín —este lo miraba cabizbajo, con una de esas miradas que él suele hacer para pasar desapercibido y una pequeña sonrisa, dando una imagen tierna, excepto que no lo era— ¿a dónde quieres llegar?

Joaquín se colocó en frente de Emilio, con un semblante serio y con su respiración de alguna manera calmada pero pesada. El castaño con un sutil movimiento puso ambas manos en la remera que poseía su hyung, cerca de su cuello; como si estuviera arreglándolo. Poco a poco fue acortando la distancia entre ellos, su brazo en medio de ambos, y con una mano presionando suavemente
entre ellos, su brazo en medio de ambos, y con una mano presionando suavemente el cuello del pálido, sintiendo de a poco su pulso, y dijo:

—Eres malo ocultando cosas hyung.

Oh, miarda.

Joaquín estaba a centímetros de poder besarlo, el rizado estaba quieto en su lugar, sumamente perdido, como si no se diera cuenta que sentía la respiración de Joaquín mezclándose con la suya. Mientras que el castaño estaba con todas sus fuerzas tratando de no lanzarse a su hyung.

Como un resorte, Emilio volvió en sí, percatándose en cómo de cerca estaban. Sentía su cuerpo flotar y caliente. Demasiado caliente.

—Ah Joaco. Deja de jugar quieres.

Dijo Emilio en un tono molesto apartando la mano que sujetaba su cuello. Se levantó yendo hacia la cocina. Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza y soltó un suspiro.

Fue hacia el fregadero, remojado sus manos y muñecas de las cuales podía sentir su pulso al cien por cien.

— ¿Por qué niegas lo innegable, Emilio hyung? — Joaquín apareció en el umbral de la puerta, analizando todo movimiento— ¿de qué tienes miedo? —Gress se fue acercando hasta estar casi pegado al cuerpo contrario—. No es la primera vez que esto sucede.

El de cabellos rizados se giró sobre el lugar, al notar a cierta persona pegada a su espalda. Giró y se encontró con el rostro de un ángel que sin embargo tenía pensamientos totalmente impuros. Lo sabía. Ambos sabían sobre aquella rara tensión entre ellos. Era hora de ver que iba a suceder.

—Bien, sabes qué, estoy harto. —Emilio alzó un poco su cabeza para poder mirar al pelimarrón a sus ojos—. Desde hace meses, vivo fantaseando contigo. No he podido dejar de pensar en ti y menos cada vez que te acercas de esta manera. Cada día que te veo, me vienen esas ganas de poder besarte y odio saber que lo quiero; te quiero a ti. Sólo a ti. Y ya me has llevado al límite, así que es tu turno de decidir que va a pasar.

Emilio tenía una sonrisa que reflejaba burla, descaro. Se sintió muy sorprendido cuando el más castaño de los dos, tomó su cintura acercándolo aún más a él. Su sonrisa paso a ser una línea siendo presionada fuertemente. No se atrevería.

— Emilio Geller, toda una caja de sorpresas eres.

El pelimarrón lo sujetaba tan fuerte que, otra vez, parecía estar flotando; pero su cuerpo lo sostenía aquel chico, como si fuera él su ancla. De pronto sintió sus labios, sus labios húmedos bajando de su mandíbula hacía su cuello.

Hijo de puta.

Emilio ladeó su cabeza, cerrando sus ojos y sus manos a la cabellera del castaño. Gimió suavemente cuando Joaquín mordió la línea de su mandíbula y bajó sus manos hacía su culo, presionando con un poco de fuerza.

—Tú... No te das una idea... —El rizado gemía suavemente en sus brazos, por sus besos, por sus caricias—... de lo que has dicho, hyung. — Joaquín lo sujetó de sus muslos, levantándolo y poniéndolo sobre la encimera.

El castaño se separó del rizado; quería ver lo que él había hecho. Esté estaba, sentado, con sus piernas semi abiertas, su respiración agitada, de sus ojos parecía que en algún momento podrían soltar lágrimas; tenían un aspecto de ser un abismo, negros que parecían ser dos faroles, y tan atrayente.

Gress soltó un gruñido, y fue hacia Geller.

Emilio le sonrió descaradamente antes de poner sus manos alrededor del cuello del más alto y fundirse en un beso.
Joaquín gruñó una vez más al sentir la calidez que le dio la bienvenida, a su lengua que se abría paso entre los labios ajenos.

Emilio se sentía desfallecer.

Lo estaba devorando y le encantaba a sobremanera.

Enredó sus piernas a la cintura del pelimarrón, sintiendo como lo sujetaba mientras lo alzaba y lo pegaba a él.

(***)

hola, lamento la tardanza jwldjeidf el próximo capítulo es el final :)

꒰ hyung te necesita ꒱. emiliaco. ✧ Where stories live. Discover now