Primera vez (I)

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Shirabu miró en su teléfono para asegurarse que seguía correctamente la dirección, y cuando bloqueó la pantalla miró su reflejo por unos segundos, aún incrédulo de que de verdad estuviera yendo a algo como aquello.

Las calles de Tokio seguían iluminadas y llenas de gente, como ignorando el hecho de que hacía ya más de un par de horas que la noche se había apropiado de la capital de Japón y justo a la vez, el tipo de gente que rondaba por las calles a esas horas junto a las luces artificiales de las farolas y los letreros con colores chillones que se iluminaban en un intento de llamar su atención le recordaban que tan tarde era.

Le incomodaba, es más, incluso de alguna forma le hacía sentir molesto. De normal estaría aprovechando su noche del viernes estudiando, adelantando algún trabajo o tal vez durmiendo pacíficamente como se merecía luego de una semana tan intensa de clases universitarias. Cualquier cosa sería más productiva e inteligente que en lo que iba a malgastar su tiempo esa noche.

Shirabu nunca había sido un adolescente al que le fueran mucho las fiestas. Claro que había ido a alguna (en su mayoría siendo arrastrado por sus dos terribles ex senpais y compañeros de curso) y claro que había bebido alguna vez. Sus terribles primeras veces habían ocurrido bajo los efectos del alcohol. Pero para nada era su estilo, así que se sorprendió bastante a si mismo al estar yendo no sólo a una fiesta sino que a una fiesta de ese tipo a sus diecinueve años y ante todo pronóstico, por elección propia.

Era cierto que le había estado dando curiosidad el tema ya desde hacía algunos años. Y también era cierto que su curiosidad le había llevado a investigar bastante e incluso hacer cosas vergonzosas como contactar por internet con una dom que le había respondido amablemente sus preguntas e informando sobre lo básico del tema. Ella era la que se había enterado de la fiesta de temática tan depravada y le había sugerido ir.

Realmente solo era curiosidad. No estaba interesado en ese tipo de prácticas en verdad. Además, solo desvergonzados y raritos serían capaces de ir a ese tipo de fiesta donde el objetivo era tan simple y claro, y es que ese tipo de cosas no cuadraban en él y estaban totalmente fuera de personaje. Por eso aún no lograba entender cómo una tonta y pequeña curiosidad había conseguido volver aquel viernes en la vida de Shirabu tan anormal, logrando que hiciera algo tan vergonzoso como ir a un club BDSM donde esa noche se reunirán única y exclusivamente hombres.

Hacía un rato, cuando la noche aún era joven y estaba rebuscando en el armario algo de ropa para su escapada nocturna, intentó ordenar sus pensamientos y explicar porque estaba a punto de asistir a aquello llegando a la vaga e inconsistente conclusión de que debía ser que quería conocer mejor del tema por expertos en su género para así matar su curiosidad de una vez por todas.

Una vez delante de las puertas del sitio que la dirección apuntada en su teléfono indicaba, cogió aire y lo soltó para acallar al montón de dudas, a la vergüenza, a las ganas de irse y calmar los nervios que no se había dado cuenta que tenía hasta ahora.

Claramente lo que había detrás de esa puerta era algo que lo sacaba completamente de su zona de confort, pero si algo no era Shirabu era un cobarde que daba media vuelta y volvía a las habitaciones de la Universidad. Así que con su típico rostro de indiferencia total (que en ese momento no sentía para nada) y una mirada que enterraría a cualquiera 3 metros bajo tierra, atravesó la puerta.


...


En la esquina de aquella sala, Shirabu se había sentado apropiándose de una pequeña mesa solitaria. Con ojo calculador observaba al resto de hombres que habían asistido a la fiesta analizándolos.

Threesome Play - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora