Comí rápidamente porque se me había pasado la hora, eran las cinco y veinte, subí rápidamente a mi habitación, me bañe y cuando salí me cambie con una camisa blanca, un pantalón negro, un suéter color negro y mis infaltables vans.

Cuando terminé, salí de la casa rápidamente, me subí a mi auto y me fui para ir a recoger a Rebecca, porque si me demoro, no podré llegar a ver a mi mate, cuando estuve frente a la casa de ella, la llame, para avisarle que me encontraba fuera de su casa.

Salió con una falda muy pequeña color azul y un top del mismo color. Siendo sincero, si mi yo de antes la viera con esa ropa, no dudaría en meterme con ella a su casa, pero mi yo de ahora ya no le provocaba nada y eso me jode.

—Hola amor.

—Apúrate que llegamos tarde. —dije fastidiado, cuando intento besarme.

Casualmente, si casualmente, pasé frente a la casa de Bianca, cuando vi un carro estacionado ahí, luego dirigí mi mirada a la entrada, una furia creció dentro de mí, el idiota de Zack le estaba agarrando la cintura a mi Bianca, ella se vía muy bonita con esa ropa, que hizo que me desconcentrara un momento, se veía inocente como siempre, pero que me pasa, yo que hago pensando en esas cosas.

Conduje hasta el cine sin escuchar lo que me decía Rebecca, estuve recordando mi niñez, como todo era increíble, hasta que ese maldito suceso arruino todo, me mandaron a otra manada, no les importaron mi preocupación por ella, y como empecé a odiarla poco a poco.

Sentí como alguien tocaba mi hombro. Me di cuenta, que ya estábamos frente al cine, me bajé rápido, me dirigí a la boletería y me di cuenta que a unos metros de nosotros se encontraban, mi mate y el idiota.

Me distraje un momento, al sentir que alguien me observaba, me giré para ver quien era, y no encontré a nadie.

Por haberme distraído un momento, perdí de vista a esos dos, no me quedo de otra que ir a una cafetería con Rebecca, hasta esperar que ellos dos salgan.


***


Bianca.

Me había gustado la película que habíamos visto con mi hermano, era de acción, cuando salimos de ahí, nos dirigimos hacia la feria que se había inaugurado hace solo unos días.

Cuando llegamos, fuimos a hacer la cola para comprar un ticket, para los juegos, sentí un aroma muy atrayente, me giré un poco, caí en cuenta de que el olor provenía de Damon, este estaba a solo a cuatro metros de donde estábamos, pero no estaba solo, estaba con su novia.

—Amor yo no quiero estar acá, vámonos. —escuche que se quejaba Rebecca, pero él solo la ignoraba.

—Cállate, si te quieres ir te vas entonces, pero luego no vengas a joder. —le respondió molesto y no entendía, por qué la trataba así.

Voltee cuando sentí la mirada de Damon me quemaba la espalda y no entendía por qué me miraba, que se acuerde que él y yo no somos nada. Pero me parece algo raro que él este aquí, que yo sepa no le gusta los lugares con bastante gente y niños, un momento, ¿cómo yo se eso?, me pregunte a mí misma.

Mi hermano me estaba hablando, pero yo esta distraída pensando y no le prestaba atención.

—Bianca Lizbeth Brown Bonatti. Te estoy hablando, hazme caso, ya tenemos que entrar. —me dijo, levantándome un poco la voz.

—Disculpa, estaba distraída. —cuando le di un golpe en la cabeza y él se estaba quejando. —Y eso es por decir mi segundo nombre. —él solo levantaba sus manos en señal de paz, que me causo mucha risa.

Cuando ingresamos, me sorprendí por completo, por la cantidad de juegos que había, me volví a sentir en mi niñez, un fuerte mareo, hizo que me mareara, mi hermano me sujeto del brazo, para que no me cayera, lo cual agradecí mentalmente.

—Enana, ¿te encuentras bien?, será mejor que regresemos a casa. —negué.

—Estoy bien, no te tienes que preocupar. —asintió, mirándome preocupado.

—Entonces, a donde quieres ir ahora.

—Mmm... —me miro esperando una respuesta. —¿Podemos ir a la montaña rusa? Ahí dice que se pueden subir normal dos personas. —vuelvo a decir a mi hermano.

—En otra ocasión mejor.

—¿Zack no me digas que tienes miedo? —inquirí burlonamente.

—¿Qué es miedo? Claro que no tengo miedo, esa palabra no existe en mi diccionario, solo me preocupo por ti, quien sabe que luego lloras.

—Entonces, no me quieres acompañar, es eso. —fingía que iba a llorar.

—Okey, lo admito, si le tengo miedo, pero si tú quieres ir, yo te espero acá —me dio una sonrisa.

—Okey. —respondí sonriéndole, cuando estaba yendo para comprar el ticket sentí una mirada, pero no le tome importancia, entonces hice mi cola y ya me tocaba, me senté esperando que ya iniciara.

—Disculpa me podría sentar contigo, guapa. —volteo y me quede sorprendida – ¿Tú que haces acá? —le pregunte.

—Eres mala, no quieres que tu amiga este sentada contigo. —se colocó una mano en su pecho, haciéndose la indignada.

—Sabes que eso no es así, Iris. —me di un abrazo.

—Te extrañe mucho. —empezó a llorar, le di palmaditas en su espalda, para que se calmara.

—Yo también, y tú lo sabes, ¿Algo interesante que me cuentes? —inquirí.

—Mi padre, al fin, me corono reina, casi me olvido, te manda saludos, al igual que mis hermanitos. —me alegre por la noticia y le dije que también les dijera que les mandaba un gran abrazo.

Cuando bajamos, ella se tuvo que sentar en una banca que se encontraba cerca, mi hermano al verme, se me acerco.

—¿Por qué todavía no logro soportar ese maldito juego? —bufo, a lo que me reí.

—Porque eres débil todavía, Iris. —mi hermano le respondió riendo.

—A ti quien te pregunto, pulgoso. —él gruño, haciendo que las dos nos riéramos.

—Ya me tengo que ir, si no, mi padre va enviar todo un ejercito para encontrarme. —Zack y yo, nos reímos fuertemente, haciendo que las personas de nuestro alrededor, nos vieran como locos.

—Tu padre nunca cambia. —dijo mi hermano y yo a la vez, la cara de Iris me causo más risa.

—Ahora sí, adiós, mándenles un saludo a sus padres. —nos dijo, asentimos y como siempre, desapareció rápidamente, a lo que los dos soltamos un bufido.

Antes de poder decirle algo, mi celular timbro, lo saqué de mi chaqueta y me di cuenta que era Matteo.

—Hola zanahoria, mi querida amiga, mi...

—¿Qué quieres ahora Matteo? —pregunte.

—Estamos aburridos acá, ¿quieres salir? —inquirió.

—¿Cómo que estamos aburridos? Matteo Andrew Williams, quien está contigo. —musite.

—Pues, estoy en mi casa con...

Dulce DestinoWhere stories live. Discover now