Los ciudadanos de Zaofu estaban contamplando la situación y murmuraban entre ellos. Algunos ayudaron a los oficiales heridos, que escupían agua y sacudían sus armaduras, mientras que otros trataban de acercarse a Chieko. La chica continuaba flotando con sus ojos iluminados, solo que ahora bajaba lentamente hacia el suelo de nuevo. A penas tocó la fuente, cayó desmayada.

Se despertó sobresaltada: ese había sido un sueño extraño. Se estiró y dio un gran bostezo. Mientras se frotaba los ojos para terminar de despertarse, se percató de que el lugar donde estaba era distinto a su cueva en las afueras de la ciudad. Miró a su alredor alterada. Parecía estar en una oficina, ya que había un gran escritorio con una bilioteca decorandolo atrás. Ella estaba acostada en un sofá, que en frente tenía un ventanal desde donde se veía todo Zaofu. Echó un vistazo a las paredes y se dio cuenta que estaban llenas de diplomas y medallas de un policía. Inmediatamente se puso en alerta. Se levantó del sofá y se acercó a los cuadros de la pared para corroborar. Todos reconocían al señor Wei Beifong por su título de comisario.

Chieko palideció. No solo porque estaba en la oficina del comisario, sino que también era hijo de la líder de la ciudad. Decidió irse de ahí inmediatamente, pero mientras se acercaba a la puerta, esta se abrió y entró un señor de cabello canoso con una tetera en su mano. Chieko se quedó paralizada en su lugar e inmeditamente se preparó para pelear.

- Wow, tranquila.- le dijo el hombre, pasando por su lado. - No esperaba encontrarte despierta, te diste un golpe fuerte.- comentó, mientras dejaba la tetera sobre su escritorio y sacaba de una cajuela dos tazas. - ¿Té?- le preguntó.

- No te atrevas a atacarme o te arrepentirás.- le contestó Chieko, sin desarmar su posición de pelea.

- ¿Enserio?¿No crees que si quisiera hacerte daño te habría encerrado en una celda?-

- Tal vez querías derrotarme personalmente...-

- Por favor, nunca hago nada por mi mismo. Por algo soy comisario: mis agentes hacen cosas por mí.- aclaró, sirviéndose té. - Contrario a lo que crees, no tengo una vendetta personal contra ti.- dijo.

- ¿Ah, no? ¿Por qué me trajo aquí entonces?- indagó Chieko, enderezandose.

- ¿Qué es lo último que recuerdas?-

- Yo...emm...no se. Estaba corriendo de los policías y me atraparon. Sí, eso es lo último que recuerdo.-

- ¿Segura?- corroboró el señor y Chieko asintió. - ¿Así que no recuerdas como derribaste a los agentes con agua control?-

Chieko lanzó una carcajada.

- Sí, claro, que gracioso eres ¿Sabes? No era necesario inventar tal excusa para retenerme aquí.- dijo.

- No estoy inventando.- aclaró el señor, con un semblante serio.

- Ah, por supuesto que no estás inventando. Es gracioso porque lo que dices es imposible, si realmente hubiera hecho agua control eso significaría que soy...-

- El Avatar. Estás en lo correcto. Eres el Avatar.- afirmó, con suma seriedad.

- ¿Q-qué?- Chieko palideció de nuevo. - No te creo, ¿cómo sé que estás diciendo la verdad?-

- Puedo llamar a los testigos, si quieres. Están todo el equipo de policía y algunos ciudadanos para corroborarlo.-

- S-sí, lla-llamalos aquí. No te creeré hasta escucharlo de alguien más.- sentenció Chieko, dando unos pasos para atrás.

- Los mandaré a llamar pero mientras te puedo explicar que fue lo que pasó ¿Dale?- ofreció el señor y la maestra tierra asintió dubitativa. - Aunque primero debería presentarme. Soy el comisario Wei Beifong.- le dijo y ofreció su mano a Chieko.

La Leyenda de ChiekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora