El Avatar de Zaofu

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- ¡Por allá! No se escapará esta vez.- gritó el jefe de policía

Él y su equipo perseguían a la joven escurridiza por quinta vez esa semana. Una simple ladrona de las calles de Zaofu, que había estado causando disturbios por años. Una pobre huérfana, abandonada y poderosa. Una poderosa maestra metal.

Corría con agilidad, una agilidad que los policías no poseían. Se movía entre los ciudadanos del lugar, quienes seguían como si nada, ignorando a la molestia. Después de todo, solo era una simple adolescente vagabunda.

La chica golpeó el suelo con su puño y, con el metal que lo decorada, formó bolas y se las tiro a los agentes. Algunos no pudieron esquivarlas pero otros las redireccionaron a ella. La castaña las esquivó con delicadeza y miró a la policia burlona. Siguió su camino rápidamente mientras la policía le seguía el rastro.

La ladrona se metió por un callejón sin salida, con los agentes pisandole los talones. Se encontró con una pared de metal bloqueandole el camino, que sacó de su lugar con un movimiento de manos y colocó justo frente los policías, aprovechando su desconcierto para tomarles ventaja. Muy pronto, sin embargo, estos la destruyeron y fueron tras ella.

Ella dobló una esquina y se encontró con el mercado de Zaofu. Trató de camuflarse entre la gente antes de que la policía la viera, por lo que robó un pañuelo de un local y se cubrió la cabeza. Comenzó a caminar con la multitud, deteniéndose de vez en cuando para fijarse si los policías estaban tras ella. Vio algunos a unos metros, buscándola activamente. Continuó su camino hasta salir del mercado.

Caminó tan solo unos metros más, cuando un policía apareció frente a ella entre la gente. Se miraron unos segundos y ella salió corriendo inmediatamente, pero él fue más rápido y la atrapó con su lazo de metal. La ladrona comenzó a forcejear para soltarse, hasta que el agente la atrajo hacia él con fuerza para luego levantarla por los aires y tirarla en una fuente cercana.

La chica cayó sobre el agua, salpicando a la gente alrededor. Trató de levantarse pero su cuerpo estaba completamente adolorido. El policía aprovechó el momento y se posicionó sobre ella. Llevó sus manos a su cuello y comenzó a apretar para ahorcarla. La vagabunda peleaba como podía, tratando de agarrar todo el aire que sus pulmones le permitían, pero sentía como poco a poco su cuerpo ya no le respondía. El hombre hizo el agarre más fuerte y ella quedó inconsciente finalmente.

De repente, se encontró en un bosque enorme. A su izquierda se extendía colorido, lleno de vida. A su derecha, se extendía apagado, con plantas muertas. No entendía donde estaba. Dio vueltas en su lugar para buscar ayuda y apareció ante sus ojos una mujer. Era morena de pelo corto y vestía ropas de las Tribus Agua.

- Chieko.- la mujer la llamó por su nombre y la ladrona se sobresaltó.

- ¿Quién eres? ¿¡Dónde estoy?!-

- Soy Korra, toma mi mano, rápido.- le pidió la mujer, mientras le extendía su mano. - Debes sobrevivir, ¡dejáme ayudarte! ¡Vamos!- apuró Korra y Chieko, asustada, obedeció sin chistar.

Tomó su mano y el bosque desapareció en una halo de luz.

Chieko despertó de su desmayo pero sus ojos ya no eran sus ojos. Ahora, una luz blanca emanaba de ellos. El policía se alejó de ella aterrorizado, pero Chieko lo tomó por su armadura y lo arrojó por los aires. El resto de los agentes había llegado mientras el ataque sucedía y observaban la situación estupefactos, rodeando la fuente. De pronto, Chieko comenzó a flotar en su lugar y el agua bajo ella comenzó a elevarse a la vez. La ladrona movió sus manos y el agua creó un remolino a su alrededor, protegiendola de los ataques de la policía, quienes le lanzaban rocas de metal. Chieko estiró sus brazos y el agua del remolino salió disparada para todos lados, empujando con violencia a los agentes.

La Leyenda de ChiekoWhere stories live. Discover now