Heaven tenía los ojos verdes, y nunca me cansaré de soñar con ellos. Eran verdes como el mar, y más peligrosos aún.
Ella tenía el pelo brillante, y el cuerpo perfecto.
Pero debí sospechar cuando descubrí que era imposible estar así sin comer apenas. Debí haber sospechado algo cuando me fijé en que nunca llevabas ropa ajustaba; en que era verano pero tú te cubrías entera.
Y aquella noche, cuando esperaba en tu cama, Heaven entró al baño y cuando salió eras tú.
Hell.