La Montaña del Hueso Roto

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Los primeros en llegar a la montaña que hoy conocemos como la del Hueso Roto, fueron los de la Tribu del Diente Partido. En aquel entonces se contaban por millares, pero oprimidos por los elfos, vivían en las innumerables cuevas en toda la sección sur de las Montañas Nithias. Ellos encontraron la cueva y cavaron los primeros túneles, hasta dar con la gran cámara. Hasta allí fue el mismísimo Err'Gothk, Tragacráneos, líder de la tribu. Pensó que allí cabía una gran horda, así que excavaron el túnel principal con mucho esfuerzo, y no sin coste de vidas. La cámara era inmensa, y su base estaba a gran profundidad, pero lograron comunicarla con el exterior, dejando un buen espacio para que la horda pudiera desplazarse rápidamente en caso de necesidad. Por allí abajo pasaba un río subterráneo, y desde el exterior se provisionaban de comida, así que la horda principal de la Tribu se estableció allí. Llegaron a ser más de dos millares de pielesverdes conviviendo en esa caverna. Excavaron otros túneles, comunicando muchas cámaras y construyeron una prisión. Además, ocuparon la cueva inferior, a la que llamaron la de la Horda de los Escupelejos, comunicándolas. Sus chamanes, haciendo uso de la Esencia Material, podían presentir las cámaras cercanas, lo que les permitió expandirse por la montaña y trazar un entramado de túneles que comunicaba las principales cámaras naturales que ocultaba la montaña. Así, a gran profundidad, encontraron la Cámara de los Gogs. Esta cámara, en apariencia como cualquier otra, fue un grandioso descubrimiento para el hobgoblin Frimp'Jarr, el Chamán Sindientes. Él creyó desde el inicio que allí habían nacido cinco de los Gogs, criaturas mitológicas a los que adoran los pielesverdes que habitan en la región más oriental de la Tierra de Elhada. Según las creencias populares, los pielesverdes estaban llamados a acabar con los Gogs, que en realidad fueron poderosos demonios traídos por los dioses al inicio del tiempo. Darles caza era una grandiosa hazaña que muy pocos lograron. El hallazgo de la caverna donde habían nacido cinco de los Gogs corrió de boca en boca por todas las Montañas Nithias, hasta convertirse en un lugar de culto para todas las tribus de pielesverdes. Así, los del Diente Partido alcanzaron reconocimiento por todos. Fueron sus mejores tiempos. Numerosas hordas, bajo diferentes estandartes, llegaron a la cueva para plantar cara a Err'Gothk, Tragacráneos. Pero la tribu prevaleció, manteniendo el dominio sobre la Cueva de los Gogs, como fue llamada por todos durante mucho tiempo. No todos los que fueron hasta la cueva la codiciaban, también llegaron algunos refugiados, huyendo de los elfos, como la Tribu de la Barriga Llena. Estaban derrotados, en un número ya muy diezmado, y les permitieron establecerse en las cavernas superiores, donde aún hoy residen. Llegó también Hor'Gon, el Jinete, único superviviente de la Tribu Ensartaelfos, quienes habían sido derrotados en una cruenta batalla. Hor'Gon, desmoralizado, solicitó asilo, pues era devoto de la causa sobre los Gogs. Creía que solo había una razón por la que le habían dejado vivo los elfos, quienes habían arrasado con toda su horda: debía morir enfrentándose a un Gog. Nunca lo consiguió. Por aquel entonces el Dueño de la Cueva, como llamaban al líder de la Tribu del Diente Partido, era Kraj'Meb, Rebanaelfos. Éste entabló amistad con Hor'Gon, quien decidió establecerse en la entrada de la Cueva, con su jabalí. Dicen que fue idea de Hor'Gon levantar el fuerte para proteger la cueva. Además, al parecer, de él daría lugar después la Tribu de los Jinetes, aunque nunca fueron demasiados, pues fueron muy elitistas y racistas. En todo caso, siempre fueron fieles al Dueños de la Cueva, sirviéndoles incluso en batalla lográndose un renombre, a lomos de sus fieros jabalíes. Por aquel tiempo los elfos atacaron numerosas veces, sin lograr tomar la cueva, pero los ataques se recrudecieron. Durante la Batalla de la Cueva de los Gogs, como sería recordada, los del Diente Partido perdieron el fuerte e incluso la cámara de entrada. Los pielesverdes tenían numerosas entradas, por lo que estaban bien provisionados y aguantaron un tiempo. Pero por fin llegó una horda en su auxilio y los elfos no pudieron resistir por ambos flancos. La masacre que tuvo lugar en la cámara de entrada fue recordada siempre, y escuchada por todas las Montañas Nithias. Aún hoy cuelgan de sus muros y sus estalactitas las calaveras de los elfos que murieron entonces.

La Montaña del Hueso RotoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant