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-señorita Kagome-llamó una de las criadas del hogar donde vivía

La azabache hizo su tiro haciendo que la flecha impactara contra el blanco, luego tomó otra tensandola en el arco.

-el joven Inuyasha está aqui-dijo esta, Kagome se distrajo de sus palabras soltando la flecha, esta se impactó hacia uno de los jarrones del jardín donde practicaba

Parpadeo sonrojada.

-¿e-en serio?-preguntó nerviosa, Ayumi asintió con una sonrisa

-¿esto es lo que prácticas?-apareció Inuyasha tras de la criada, bajo por las escaleras del lugar y se acercó a ella

-tu prácticas el Kendo así que no te quejes-bufó ella, Inuyasha rió-en fin, ¿qué haces aquí?-interrogó mirándolo muy interesada por su repentina aparición- ¿no y que ibas a modelar en Kyoto?-

-pues...-dudó unos segundos-se me complicó unas cosas-sonrió, Kagome arqueó una ceja

-mentiroso-

-jaja, lo hago por ti querida-sonrió más tomando el rostro de su azabache con ambas manos y la beso con dulzura

La chica correspondió el beso dejándose llevar por aquella sensación, ¿quién diría que Inuyasha Taisho fuera tan tierno?. El muy orgulloso es un modelo estricto pero aún así lo amaba demasiado, y sus visitas se habían echo una costumbre desde que lo conoció en aquella playa y eso que habían pasado ya 3 meses.

.....

Esos recuerdos aún seguían en su cabeza, unos de los tantos recuerdos que lo quemaban por dentro. Para él era imposible olvidarla, sin importar el lugar, el momento, nada... todo ahí le recordaba a ella.

Miro a su niña de 14 años practicando arquería en el jardín donde siempre la visitaba cuando eran novios. Moroha es idéntica a ella, sus ojos chocolates eran los mismos que los de ella, sus expresiones y gestos eran perfectamente combinados por ambos. En si, su hija eran ellos dos en uno.

Una lágrima traicionera resbaló sobre su mejilla, también era masoquista, se negaba dejar ese lugar y mudarse a otro. Su familia le recomendaban tal tema al igual que los de Kagome, quienes ya casi superaron su pérdida pero aún así ella seguía en los corazones de cada uno y más el de él.

No la superaba... y eso que ya han pasado casi 10 años desde su desaparición en aquel accidente donde Moroha en ese momento tenía 4 añitos y resultó estar ilesa, un completo misterio que no lo dejaron tranquilo desde ese día y los siguientes que tuvieron que buscarla por todas partes e incluso bajo el puente que causó el hecho.

Kagome desapareció sin dejar algún rastro, la angustia y desesperación que sintió ese día no fue normal para él y Moroha al ser una niña pequeña no sabia que estaba pasando, había despertado en el hospital preguntando por ella.

"¿Donde está mamá?"

Esa fue su frase y siguieron siendo las mismas en cada día, y él no sabía que responderle, solo se echaba a llorar cuando estaba solo en su despacho o en la habitación. Y solo se dedicaba a decirle; "esta trabajando en un lugar muy lejano". No sabia lo inquebrantable que fueron sus palabras al decirlo, claro, su hija no entendía en ese momento hasta que cumplió los 10 años que causó una gran disputa.

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