Primer amigo (ChoiJ x Cale)

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Siempre se conformaba con muy poco; como por ejemplo, le gustaba estar sobre el lomo de su amigo, o entre los besos de su entregada madre, y los apabullantes abrazos de su sobreprotector padre, o cuando comía cordero asado o pollo frito coreano para la cena; esos momentos eran su definición de la felicidad. Entonces, no entendía como podía atraer tanta gente de dudosa calidad.

Si, bueno. Lo entendía; tampoco se podía engañar.

No era su estilo ser del tipo desvergonzado; eso sonaba muy complicado y le restaba de lo importante que era, obviamente, dormir y comer pies de manzana verde. Un gusto culposo influenciado por el poderoso dragón.  

Sin embargo, a pesar de estudiar desde segundo grado en la escuela primaria como los demás niños del distrito; y de hablar el coreano como primera lengua, y no el ingles para sorpresa de muchos, aún seguía sin ser bien recibido en un inicio por su aspecto extranjero. 

El problema radica en que llamaba demasiado la atención de sus compañeros por la clara piel con aspecto de porcelana que poseía por su poca exposición al sol, su cabello rojizo escarlata que le daba un vibrante color a su mirada plana, y contrastando con las salpicaduras de miel y marrón claro presentes en sus iris. 

En sí, era como observar una hermosa rosa bermellón florecer en medio de la población asiática, quienes comparten morfología distinta; una flor delicada, inteligente y elegante que debía ser apreciada desde lejos. Pero para el joven aristócrata, consideraba la soledad más bien una consecuencia de su ineptitud social para conseguir amigos que por su propia belleza física.

 Era demasiado denso para lidiar con las emociones de los demás.

Iba a cursar séptimo grado en una nueva institución por decisión unánime de sus padres para que abriera los ojos antes nuevas experiencias, aunque desistió los primeros días de clases en su nuevo colegio. 

Mantuvo un refuerzo de tutorías en casa mientras mejoraba su fuerza física, repitiendo las mismas nociones básicas de las materias que ya conocía de antemano.

Luego de ese percance, en la segunda semana del periodo por fin obtuvo la oportunidad de conocer chicos de su misma edad. Sin embargo, desde que expuso su introducción presentándose a la clase y saludó a algunos estudiantes en el pasillo contiguo durante el receso; sus nuevos compañeros de salón comenzaron a interpretar sus palabras en distintos puntos de vista por fuera de su previsión, y los que rodeaban su cubículo terminaron actuando o excesivamente protectores, sumisos, ansiosos, celosos, o envidiosos...

Excesivo; la palabra ganadora. Excesivo, excesivo para todo, y eso lo hostigaba. 

Con el tiempo nadie hacía el esfuerzo de acercarse, y el tampoco ayudaba mucho que digamos; y al final, terminó en una jaula de popularidad parecida a la de su casa, irónicamente para su suerte.

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Un suspiro lánguido escapó de su garganta.

Se había escondido debajo del oxidado tobogán rojo del parque de juegos infantil; estaba atardeciendo, y de seguro que los demás niños se habían ido minutos atrás. 

Su cansancio reapareció con solo imaginarse regresar y encerrarse en la habitación con las sirvientas detrás de él, preguntando preocupadas sobre su día. No estaba de ánimos para dar respuestas a falsas acusaciones.

En este instante, en su refugio contra la realidad, deseó un momento de quietud para poder relajarse. 

S-o-l-o. 

Segunda vidaWhere stories live. Discover now