Capítulo 1

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El agente de policía Austin Abercrombie estaba escuchando a su jefe, aunque lo cierto era que le estaba costando muchísimo concentrarse.

El principal motivo era que estaba realmente enfadado con él.

Desde hacía un mes le tenía perdido en papeleos innecesarios como reprimenda por no acatar las órdenes "claras" que le habían dado.

Sin embargo, para Austin, todo aquello olía a chamusquina, una chamusquina de corrupción que no le dejaba dormir por las noches ni concentrarse por el día.

—Es por eso, que hemos pensado en usted Abercrombie.

—¿Para qué?—dijo mucho más desagradable de lo que alguien con su cargo debería hablarle a un superior que podría expedientare por mucho menos.

—Para el caso del asesino de maricones pelirrojos.

Austin contuvo sus palabras, ese era el nombre oficioso que todos le habían dado al caso.

Estaban apareciendo por las calles de Edimburgo los cadáveres de jóvenes de cabello pelirrojo de una belleza descarada y cierta inclinación sexual similar.

Al menos, eso era lo que allí creían.

El tema le afectaba porque el tono de burla estaba implícito en cada palabra, Austin era pelirrojo, era joven, y era homosexual. Aunque sus preferencias sexuales jamás se habían puesto de manifiesto. Algo que había mantenido en privado por temor a que no le tomaran en cuenta.

Pero al fin de cuentas, al novato que metía las narices donde nadie le llamaba no le tomaban nunca en serio.

—Ya le hemos creado un perfil en la página donde los chicos muertos estaban registrados. Solo tiene que esperar una respuesta, nosotros las cribaremos, pero no creemos que tarde en aparecer el sujeto.

—O sea, que me van a usar de cebo.

—Exactamente, ¿algún problema?—Parecía que su jefe estaba deseando que lo tuviera para darle la patada en el culo que llevaba meses deseando.

—¿Cuál es mi tapadera?

—Austin Berkley, 20 años, originario de Glasgow, trabaja como limpiaplatos en Destock's, pasado con adicción a las drogas y muchas deudas.

—Un partidito.

—Abiertamente homosexual, Philip se ha encargado de crearle un perfil de Facebook e Instagram realmente revelador. Muy maricón, para que no queden dudas.

—¿Es necesario que use esa palabra cada vez que tiene la oportunidad?

—No me sea blando, Abercrombie, a lo que se enfrenta le da igual que le guste que le den por culo o no, tiene fijación con matarlos después.

—¿Sabe que si se filtran los términos que usa la policía de Edimburgo sobre sus ciudadanos, a los que debe proteger, las bonitas ayudas que usted recibe se irán a la mierda?

A Austin este hombre le había tocado las narices desde que había llegado a su comisaría. Había algo en él que no le gustaba, era duro, pero con él se cebaba especialmente.

Y aunque Austin guardaba celosamente su vida sentimental, empezaba a entender dónde residían sus motivos.

Austin podría pasar por un joven de 20 años, incluso menos, con bastante tranquilad a pesar de sus 25 años. Delgado, lampiño, con una piel muy pálida y llena de pecas, era el prototipo ideal del asesino.

Incluido sus gustos sexuales.

—No me toque los cojones, Abercrombie, que al final se gana una suspensión de empleo y sueldo hasta que a mí me parezca oportuno.

Sugardaddy: Edimburgo (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora