𝗣𝗟𝗘𝗔𝗦𝗨𝗥𝗘 . sukuna ryomen

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—¿Qué es lo que sucede, Valiente? —sonrió burlón—. ¿A dónde es que se fue toda tu valentía, eh?

La joven hechicera no podía evitar sentir el terror recorrer cada parte de su cuerpo al siquiera imaginarse lo que sería de ella por culpa de esta maldición. Aquellas lágrimas que se encontraban acumuladas en su lagrimal amenazaban con escaparse para crear una cascada de estas, y en su voz quebradiza se podía distinguir el mismo miedo. Y debido a ese miedo mismo, no era capaz de articular la más mínima respuesta para el rey de las maldiciones sin que resultara en él burlándose de ella.

—Dime, humana. ¿No te gustaría ser tomada en cuerpo y alma por el rey de las maldiciones?, ¿no te gustaría ser tú quien engendre a mis futuros hijos? —interrogó la maldición con un tono morboso. Únicamente haciendo uso de su dedo índice levantó el mentón de la menor a la par que su rostro se acercaba lentamente, pero peligrosamente, al de ella—. Y por esa expresión tuya yo diría que no te molesta tanto la idea de que otras personas te miren con desagrado siempre y cuando yo esté de tu lado, ¿me equivoco?

Por dios, amaba ser tanto humano ahora mismo. Ahora mismo se estaba excitando solo al sentir un extraño placer en la punta de su eje, la cual ya se encontraba secretando el pre-semen. No pudo evitar mover su pelvis hacia enfrente, pegando su parte íntima contra la de la chica, casi creando una fricción.

Su labio inferior tembló levemente al escuchar las carcajadas que salieron de Sukuna. Pará este entonces, el miedo ya se había apoderado completamente de su cuerpo dejándola inmóvil e indefensa justo como él lo había estado queriendo. Con mucha más desesperación que antes, la hechicera intentó quitárselo de encima al colocar ambas manos sobre los pectorales de la maldición y ejercer mayor fuerza que aquella otra vez, obteniendo el mismo resultado. Sukuna aprovechó su descuido para tomarla por la cintura para lanzarla al suelo e inmediatamente después dejarse caer sobre ella.

Se permitió deleitarse con la imagen de una mujer indefensa debajo suyo, por unos breves minutos. Ella mantenía un tenue sonrojo en sus mejillas que trataba de cubrirlo al colocarse su mano sobre su rostro, y su ropa que ya estaba hecho un desastre.

—Así es, mantén esa linda expresión tuya para mi.

En sus ojos se reflejaba la lujuria y desesperación que tenía por tomar lo que siempre había sido suyo, ya no quería seguir alargando lo que era inevitable para ella. Solo quería reclamarla como suya por una vez de todas y hacerle cosas que jamás en su corta vida olvidaría. Sukuna no desperdició más tiempo y se lanzó contra el cuello descubierto de la hechicera para pasar su lengua y mordisquear esa área, mientras que su mano recorría un viaje en su cuerpo para llegar a la intimidad de la mujer que más deseaba ahora.

Sonrió complacido al pasar su mano por sobre sus bragas y ejercer algo de fuerza donde sabía que le gustaría haciéndola dar un pequeño salto mientras que soltaba un pequeño jadeo. Sintió como, al jugar en esa parte de su cuerpo, se volvía más y más húmedo. Él planeaba seguir con su perverso juego hasta llegar lo más lejos que él quisiera, si no fuera por una pequeñas manos que envolvieron la suya y trataron de detenerlo.

—No, Sukuna, por favor.

No sintió más que placer al escucharla con una voz tan quebrada decir sus palabras favoritas, en verla rogar por mantener el lienzo limpio. Él solo quería más de eso; quería escucharlo hasta que se cansará de oír su fastidiosa voz rogarle.

Alzó su cuerpo lo suficientemente como para apreciar la expresión que mantenía esa mujer, y le bastaba con solo echarle un vistazo para saber que jamás se cansaría de hacerla sufrir. Él sabía que ella estaba destinada a ser suya, su juguete hasta el final de los tiempos. Y estaba ansioso por saber que otras expresiones podía hacer cuando fuera penetrada brutalmente por él mismísimo rey de las maldiciones.

Tomándola por sorpresa, Sukuna tomó la barbilla de la fémina obligándole a ver sus ojos y decir:- Escúchame bien porque solo lo diré una vez, tu tendrás a mis engendros. No me interesa si lo quieres o no.

No respondió. Sukuna apretó su rostro y entre dientes dijo:—¿Entendido?

Sollozando, Yūzā-Mei asintió con la cabeza como pudo. Hasta este punto, ya no le parecía posible escapar de las garras de Sukuna Ryomen.

Su sonrisa perversa continuó adornando su rostro, incluso aún cuando acariciaba dulcemente los muslos de la hechicera, alzando su falda para así hacer un lado su ropa interior y poder meter su miembro en ella.

—¿Sabes? —se detuvo—, deberías estar agradecida que te estoy dando el honor de ser la madre de mis engendros.

No respondió Yūzā-Mei. Sukuna se frustró ante eso, soltó un largo suspiro mirando hacia la esquina del cuarto y, repentinamente, le soltó un golpe en la mejilla que le hizo hasta girar su cabeza. Se excito aún más al hacer eso.

—No obstante, no pareces lo suficientemente agradecida de ser tomada por mi.

Y en un cerrar y abrir de ojos, las marcas negras del cuerpo del de cabello rosa palo fueron desvaneciendose para dejar al mando del cuerpo a Itadori Yūji, salvando/arruinando el momento.

—¿Yūzā-Mei...?

Pisame la cara, bebé Sukuna, te adoro y te amooooo

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Pisame la cara, bebé Sukuna, te adoro y te amooooo.

𝗜𝗡𝗦𝗔𝗡𝗘 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗗𝗜𝗦𝗘 ⭑Where stories live. Discover now