Capítulo 4 - Qinghe.

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Incluso se veía tierno con las mejillas llenas, tal cual una ardilla.

Un poco más tarde, cuando el ardor en su boca disminuyó, ingirió solamente los alimentos que no brillaban en un granate profundo. Wei WuXian de vez en vez lo miraba y le regalaba sonrisas de labios cerrados o sacaba algún tema casual para conversar. Aunque, siempre terminaba por contestarse sólo. Al final, Lan WangJi sólo repitió para sí mismo el "no hablar mientras se come" y dejo que Wei WuXian disfrutara de su comida.

Media hora después siguieron su camino. Wei WuXian se sobaba la barriga e iba de aquí para allá viendo todo lo que se vendían en los puestos ambulantes de la pequeña ciudad a la que habían arribado. Aunque había muchas personas y comida siendo cocinada, el dulce olor de unos cosméticos femeninos le llenaron las fosas nasales, incomodándolo.

Siguió avanzando pero regresó al escuchar a Wei WuXian preguntarle a un vendedor—. ¿Qué estás vendiendo? ¿Cómo puede oler de esa manera? —crítico, curioso.

Un charlatán con ropa de cultivador contestó con una enorme sonrisa pegada en el rostro—. ¡Vendo de todo! El labial y los polvos son muy baratos pero muy finos. Joven amo, ¿Le gustaría echar un vistazo?

—¡Seguro! Le echaré un vistazo.

El charlatán, queriendo hacer negocio le preguntó—. ¿Son para su esposa?

Wei WuXian le sonrió ampliamente—. Son para mí.

—... —la sonrisa del vendedor se congeló y Lan WangJi se preguntó si de nueva cuenta Wei WuXian estaba buscando usar maquillaje para acercarse a él por la noche.

Viendo cómo la expresión del charlatán se volvió molesta decidió acercarse antes de que le dijera algo—. No molestes a otros si no vas a comprar nada.

Al verlo a él y reconocer la cinta sobre la frente y el diseño de la túnica que llevaba, el charlatán tomó sus cosas y se fue corriendo junto con su cofre. Wei WuXian lo llamó—. ¿Por qué te estás yendo? ¡Yo en verdad quería comprar!

Lan WangJi habló—. ¿Tienes el dinero para eso?

Una sonrisa traviesa llenó el rostro de Wei WuXian—. Bueno, sí no tengo, tú me puedes dar un poco.

Mientras hablaba estiró sus manos, buscando. Después de un momento encontró un delicado y pesado monedero. Lan WangJi espero a ver si el diseño le traía algún recuerdo pero nada sucedió. No recordaba que alguna vez perteneció a la prominente cultivadora Mian Mian, o simplemente fingió no saberlo.

Midió el peso del monedero con la mano, lanzándolo un poco al aire. Con la sonrisa aún más amplia avanzó un buen tramo, sin más, dejándolo sólo y atrás.

Lan WangJi estaba con los brazos a los costados y con un puchero del que ni él ni Wei WuXian se dieron cuenta. Se quedó parado en el mismo lugar donde el cultivador farsante estuvo vendiendo y mientras veía al hombre de túnica negruzca seguir avanzando sin él, una súplica se instaló en sus ojos.

«Por favor, detente, da media vuelta y mírame. Por favor, mírame, Wei Ying...»

Quería, con el alma entera, que lo volteara a ver. Pero, que al verlo, se diera cuenta de que había algo más. Que notara en su mirada el amor que no podía decir en voz alta.

Sus dedos cosquillearon y su brazo entero se alargó por inercia hacia la figura de Wei WuXian, como si quisiera tocarlo. Al darse cuenta, bajó la mano, la miró unos segundos y se le apesadumbró el corazón porque se dio cuenta de que siempre sería así. Sin importar cuánto tratara de alcanzarlo, Wei WuXian siempre estaría a unos centímetros del toque de sus dedos.

Escucha los latidos de un corazón ámbar | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora