• - T R E C E - •

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Juliana sonrió y se arrojó sobre mi con alegría, soltando un chillido feliz. — ¡Que lindo, Eve! Al final, no me necesitabas a mi, pudiste enfrentarlo y superarlo vos sola.

Me separé de sus brazos, y sonreí débilmente. No conté la historia completa, no pude hacerlo. Y, como se me estaba volviendo costumbre, sentí la culpa en el pecho.

Antes de que pudiera decir algo más, el ruido de la puerta al abrirse retumbó sobre el salón, irrumpiendo el bullicio de los alumnos. El profesor de inglés acababa de entrar con una gran pila de cuadernos en sus brazos, y con una presencia detrás de él la cual pude reconocer al instante gracias a su altura.

— ¡Siempre tarde, Oliva! — Comentó Tadeo entre risas cuando lo vió.

Valentin entró al aula con los ojos hinchados y una cara de haberse quedado dormido hasta hacía 10 minutos atrás.

— Cerra el orto. — Rió, sentándose al lado de él.

Cuando lo vi, traté de contener una sonrisa, y el malestar que me invadía despareció por un momento, al sentir otra vez ese consquilleo en el estómago el cual aparecía siempre con su presencia. Pero, todo sentimiento se esfumó al ver la expresión entristecida de Juliana, también con los ojos puestos en el castaño.

Desde lo ocurrido en la casa del Depa, ella no mira a Oliva de la misma forma. Ya no sonríe enamorada, ni se emociona cuando él pasa cerca de nosotras. Nunca supe que fue lo que él dijo, o hizo ese día, pero sabía que había revolucionado algo dentro de mi mejor amiga, y ya nada era igual.

— ¿Estás bien, Juli? — Tomé su hombro, y se sobresaltó, saliendo de su concentración. No quería tocar el tema, pero no podía evitar preguntarle al verla de esa forma.

— Estoy bien... — Contestó, no muy convencida, y echó un suspiro con tristeza. — Solamente asimilo que ese hermoso chico nunca va a darme bola.

Yo fruncí el ceño y chasque mi lengua, indicando la incertidumbre de sus palabras. — Si no te declaraste a él todavía, Juliana, no te tenés que dar por vencida.

Los ojos de la pelinegra se cristalizaron, y cortaron contacto con los míos para mirar al frente. — Le gusta otra persona, Evelyn, ya te lo dije. — Noté como tragó grueso, evitando el nudo que se formaba en su garganta.

Respiré hondo ante lo que acababa de escuchar para no colapsar de los nervios, y decidí sacarme, de una vez por todas, la duda que me rondaba hace días. — ¿Quién le gusta?

Juliana devolvió su vista a mi, pero esta vez no reflejaba tristeza, sino una expresión de obviedad. — Eve... ¿Enserio no te diste cuenta?

Y en ese instante, todo mi mundo se vino abajo. ¿Era lo que yo creía?, ¿Ella se había dado cuenta de lo que ocurría?, ¿Valentín se lo había dicho todo?

Mi respiración comenzó a acelerarse, y un chucho de frío apareció de repente en mi cuerpo. No me sentía bien, y el dolor de cabeza que tenía se intensificó, mezclándose con el dolor que habitaba dentro de mi para convertirlos en una angustia inmensa.

— ¿Te sentís bien, Eve? — Frunció el ceño mí amiga tras notar mi actitud.

— No sé, tengo frío... — Le dije con un hilo de voz, abrazándome a mi misma y frotando mis brazos para generar calor.

Juli instantáneamente tocó mi frente, preocupada, y abrió los ojos como platos. — ¡Tenés fiebre, Evelyn!

Antes de que pudiera responderle, Juliana se levantó de su asiento llamando la atención del profesor, y de casi toda el aula.

— Profe, Eve no se siente bien. — Soltó con un tono preocupado, señalándome.

El hombre me miró de la misma forma y se acercó hasta nuestro banco. — ¿Que te pasa, Evelyn?

• c u p i d o ; wos •Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ