II. Entiché

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A causa de un capricho.

Todo en su mundo se fue al carajo a causa de un capricho.

Un capricho clavado en su mente día y noche, en cada banquete, en cada baile, en cada orgía. Imposible de ignorar y aún más difícil de olvidar.

Se bebió todo el vino en la cava y solo logró que su mente se clavara a un recuerdo aún más vivo y por primera vez, maldijo ese don suyo de jamás emborracharse.

Ojalá todo este dolor en su pecho, pudiera ser ahogado en el alcohol.

Ojalá esas gotas negras no escaparan de las cuencas vacías, los ojos, de su máscara, manchando su ropa, arruinándola por completo.

Odiaba esas gotas negras.

Por qué no podía controlarlas. Aparecían en momentos inoportunos y a la menor provocación.

Las odiaba, porque parecía que estaba llorando.

Llorando por un capricho.

†††††

El salón amplio y vacío se llenaba del eco del sonido sus pies al caminar.

Para el Lord Negro siempre había sido un lugar seguro.

Se aclaró la garganta frente a la silenciosa presencia del Rey Ahorcado, su único espectador.

"Escuchen todos la maravillosa y trágica historia de Melankholia"

Y comenzó a dar vueltas en medio del gran salón, haciendo aspavientos con las manos, contando las desventuras en la corte de un reino lejano, de Melankholia, un aristócrata bufón que sorprendía a todos en el reino con sus ocurrencias.

"Hasta que un día, un cuervo de mal augurio, se paró sobre el busto de Palas Atenea y con un graznido exclamó Je t'aime."

Y el Lord se quedó quieto, en silencio, lo que pensaba que era un invento de su imaginación, se había entremezclado con su propia realidad.

"Je t'aime"

"No sé lo que significa. Hace arder mi pecho con algo más intenso que la rabia, no lo quiero, pero tampoco puedo dejarlo ir."

Miró al Rey Ahorcado y memorias lejanas, de un sentimiento perdido en la corrupción de Alagadda volvieron a su mente, pero el Rey permanecía ajeno a su sufrimiento, sumido en el propio.

Lágrimas negras comenzaron a brotar en abundancia de las cuencas de sus ojos. Su flujo no se detenía y en vano trato de limpiarlas.

"My apologies, My King"― dijo cuando escuchó cadenas agitarse atraídas por la esencia maligna de la secreción oscura de sus ojos. Por un momento, recuperó el porte orgulloso y con una leve reverencia se despidió del Rey Ahorcado.


†††††

Estaba acostumbrado a los susurros a sus espaldas, chismes sin importancia o sin fundamento, pero está nueva forma de intriga, era realmente molesta.

Mentes en silencio, obviamente tratando de ocultar algo encontraba en todos lados.

Albedo, Rubedo y Citrinitas lo trataron con las falsas cortesías de siempre, pero ya no motivadas por el miedo, sino sustituidas por cortesías condescendientes. ¿Cómo se atrevían estos plebeyos a sentirse superiores al más grande de los cuatro señores?

"Ha sido embrujado." Escuchó alguna vez.

Que tontería, quien haya esparcido ese estúpido rumor lo pagaría con creces cuando lo encontrara.

Si tenía tiempo.

Por qué en un giro inesperado de eventos, se habían vuelto el protagonista de una nueva tragedia.

Acusado de perturbar el eterno sufrimiento del Rey Ahorcado, con falsas esperanzas de libertad, el Embajador lo acusó de traición, un intento fútil de desestabilizar la ominosa ciudad estado de Alagadda.

Pruebas irrefutables eran innecesarias solo un poco de comportamiento extraño aquí y allá y cualquiera lo señalaría de deslealtad a la corona.

¿Juicio justo? ¿Para qué? El Embajador había dado su veredicto y su palabra era la voluntad del Rey.

¿Huir? No, él no era un cobarde, su poder y orgullo rivalizan con el Embajador y podría demostrarlo, de no ser por qué aquellos en su contra lo superaban en número.

Su salida del acto sería por siempre recordada.

Extendió las manos mientras reía frenético y bajo sus pies, desde la sombra que proyectaba se extendió una mancha negra viscosa, de ella se levantaron zarcillos y tentáculos que quemaban al contacto.

Esa bilis negra, siempre había estado ahí acumulándose, a un ritmo más acelerado desde la partida del Doctor, ahora no tenía razones para contenerla, si le ayudaba a salir con vida sería maravilloso, si no, se llevaría con él, a tantos como pudiera.

Salió con pasos elegantes del salón y caminó por las calles de Alagadda sin que alguien se opusiera, dejó tras de sí, un rastro de innumerables cuerpos devorados por la corrosiva secreción.

Se rio por debajo de su máscara mientras tomaba las llaves de las manos muertas del viejo portero de la puerta de Jano.

No miró hacia atrás, no había nada en este mundo para él.

Suspiró.

Estaba tan solo y hasta ahora lo notaba, pero no necesitaba a nadie más a su lado.

A nadie más que a él.

"Mon cher docteur."

†††††

A ver ¿Qué pasó aquí?

1. Siempre he creído que 035 está deprimido o triste al menos, tal cual lo refleja su máscara.

2. El humor melancólico es uno de los cuatro humores, una creencia de los médicos de la antigüedad, en el que la bilis negra se encontraba en exceso.

3. El término Melancolía (Melankholia) viene del griego Melas (oscuro o negro) y Kholé (bilis).

En esta tesis yo...

Contigo Hasta El FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora