Se supone que soy una mujer hecha y derecha, pero, ¿que sería la vida sin pequeñas locuras y maldades?

-Nosé si hacerte caso ha sido la mejor idea- oí cómo comentaba Carmen con algo de preocupación en su voz.

-Has hecho bien, en serio. Yo confío en ella y creo que aunque el comienzo no haya sido como hubiéramos deseado, todo saldrá bien. Ya lo verás- sonreí cual tonta adolescente enamorada al escuchar ese "confío en ella", y es que tras solo haber presenciado esas dos simples frases, estaba al cien por ciento segura de que el tema de conversación era yo.

-He intentado que mi enojo no saliera a la luz esta tarde con el tema de las maletas- esa exacta frase de Carmen fue la que disipó todas mis dudas respecto a lo que hablaban. Era yo- pero es que su primer día y ya esto...

Fruncí los labios al darme cuenta de que -si por algún casuar que Dios quiera que no pase- me pillaban cual vieja chismosa contra la puerta, ne despidirían al instante.

-Relájate, anda. Llevas mucho estrés estos días por este preciso tema, no le des más vueltas, ya está solucionado- me asomé por la rendija de la puerta mientras observaba cómo Raúl le ponía las manos en los hombros a Carmen en un intento de relajarla.

-Bueno...- murmuró ella. Sonrió de costado a la vez que le miraba cariñosamente y colocaba una de sus perfectas manos sobre la de Raúl. Este la devolvió la sonrisa.

Noté mi corazón empequeñecerse a medida que las escena continuaba y cerré los ojos con la intención de volver a mi habitación y no presenciar algo que me causaría más dolor que alegría.

Debí de calcular mal, pues al darme la vuelta choqué contra un mueble y mis dedos del pie izquierdo quedaron destrozados. Tan solo se oyó el golpe seco de mis dedos contra la pata de madera, pues el grito que amenazaba con salir de mis labios eran retenidos por el mordisco que le di a mi lengua nada más sentir el dolor recorrer mi pie.

-¿Has oído eso?- oí preguntar a Carmen- ¿Es un ladrón?

-No lo sé- los pasos de Raúl retumbaron por el suelo, avisándome de su llegada.

Ignorando el creciente dolor, caminé deprisa hasta las escaleras que llevaban al piso de abajo, y por tanto a mi habitación. Me agaché en el primer peldaño y agarré mis dedos del pie como si de oro se tratasen.

-¿Diana?

"Mierda, me han pillado" pensé sin querer levantar la vista del suelo. Me levanté despacito y con mucho cuidado baje un escalón. Quizás, y solo quizás, Raúl aún no me había visto.

-¡Diana! ¿Qué estás haciendo ahí?

"Vale sí, definitivamente me ha pillado con las manos en la masa. Pero mira que soy tonta", me regañaba continuamente a la vez que me daba la vuelta para quedar en frente de él.

-Pues yo... Eh... Creí que había un ladrón... Y... Pues eso- me sentí ridículamente ridícula. ¿Pero qué acababa de decir? Ni yo lo sabía. No me extrañó en absoluto la cara que Raúl me dirigió a continuación, me tomaba por loca seguro.

-¿Qué?- preguntó con el ceño fruncido a causa de su incomprensión.

Y no le contesté, porque a ver, soy Diana, ya sabeis, no soy una persona normal. Me di la vuelta, y a la velocidad del rayo bajé las escaleras para luego cerrar la puerta de mi habitación de un portazo y apoyarme en ella mientras recuperaba la respiración tras mi pequeño sprint.

Definitivamente hoy había sido uno de esos días que me gustaría no volver a recordar. No solo pierdo la maleta y tengo una monumental pelea con Raúl, sino que encima me entero de que gracias a él, estoy saliendo adelante como puedo; y para rematar el día me pilla cotilleando la conversación que mantenía con su mujer a altas horas de la noche. Genial. No hay otra palabra para describir este día.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Jul 18, 2015 ⏰

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