Bastardo, ¡promételo!

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—No me culpes si tus vendas se vuelven «accidentalmente» de color rosa la próxima vez que haga la colada. —dictaminó mirándolo desde arriba con el ceño fruncido y una sonrisa macabra pintada en sus carnosos labios.

—...¡No serías capaz! —y ahí Dazai entró en pánico. Estaba consciente que Chuuya era más que capaz de hacerlo, ambos eran muy rencorosos y se caracterizaban por cumplir sus venganzas. No le importaba perder uno o dos paquetes de vendas, podía ir a comprar más; pero las que Chuuya iba a usar para su futura venganza ¡eran de suavidad extra y ultra absorbentes!— ¡Con mis vendas nadie se mete, enano!

—¡TÚ SERÁS EL QUE NO SE METERÁ EN MÍ DURANTE UN MES!

—¡ROMPERÉ TUS BOTELLAS DE VINO!

—¡TE MATARÉ SI LO HACES!

—¡ME HARÍAS UN FAVOR!... ¿eh? ¿Chuuya? ¿A dónde fuiste? ¡Chuuuuuya~!...

Escuchó un sonido extraño acercarse.

Entró en pánico.

—CHUUYA, BAJA ESA ASPIRADORA.

—SOLO LIBRARÉ AL MUNDO DE UNA BASURA GIGANTE. MUAJAJAJA.

—¡AHHHHHHHHH!

Y así fue cómo los vecinos terminaron llamando a la policía al escuchar los gritos de agonía de un humano siendo asesinado en un apartamento de un edificio de la ciudad de Yokohama.

Los agentes solo suspiraron y pidieron a los asustados vecinos que mantuviesen la calma.

Visitaban ese lugar varias veces al mes...

La misma casa.

Por el mismo motivo.

Los bomberos también...

Y eran muy conocidos entre los médicos de la UCI.

Qué bueno que eran personas —no tan— normales. Agradecido el mundo que no poseyeran habilidades.

¿Se imaginan?

.

.

.

—Gracias~, sé que elegirás el perfecto; confío en ti. —sin más que decir, colgó el celular y lo guardó en el bolsillo interior de su gabardina.

—¿Con quién hablabas, bastardo? —Chuuya alzó una ceja mirándolo con el entrecejo arrugado y un mohín en el labio.

Dazai cerró los ojos esbozando una sonrisa; con la mano libre, pues la otra agarraba firmemente la enguantada de su pareja, le dio un pequeño golpecito en la nariz.

—Hablaba con una rata, puedes estar tranquilo.

—Espero que sea cierto, no quiero tener que castrarte. —el pelirrojo le devolvió el golpe, pero en las costillas y sin escatimar en la fuerza que empleaba.

Se dobló de dolor, maldiciendo por lo bajo y disfrutando en el interior; desde que se había enamorado de ese jalapeño de metro sesenta con más genio que un volcán en actividad, se había convertido en un masoquista de clóset. Solo esperaba que Fyodor eligiese un anillo perfecto, pues le costó más que solo explicaciones. Confiaba en él, por algo era su mejor amigo.

やくそく。꧁ 𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎 • 𝑆𝑜𝑢𝑘𝑜𝑘𝑢 ꧂Where stories live. Discover now