𝐄𝐥 𝐄𝐧𝐠𝐚ñ𝐨 𝐋𝐚 𝐌𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐓𝐨𝐫𝐭𝐮𝐫𝐚 [𝐊𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐓𝐚𝐧𝐣𝐢𝐫𝐨]

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______, a paso rápido, se dirigía a su vivienda, uno que otro vecino pasaba a su lado y la saludaba, algunos no, mayormente la dejaban con las palabras en la boca. Cuando pudo divisar aquella cabaña con humo saliendo de la chimenea, la reconoció.

—¡Ja! Nico se quedó en cama todo el día, nisiquiera se levantó a apagar la chimenea, luego sabrá si se quema la casa— ______, apresuró su caminata empezando a correr.

Una vez llegó, entró y lo primero que hizo fue apagar la posible causa de muerte, la chimenea, en aquella mesa de madera dejó la bolsa con vendajes y medicamentos.

—¡Nico! ¡Ya regresé! Espero te hayas dado cuenta de que la chimenea seguía encendida, sabes que la casa pudo haberse quemado y tú aquí durmiendo— la chica empezaba a subir las escaleras con lentitud, al no escuchar una respuesta de su hermano sus nervios se activaron.

—¿Nico...?— miró el pasillo de la planta alta, nada, ni el sonido de la respiración de alguien, por lo que rápidamente bajó de nuevo las escaleras, se dirigió a la cocina, nada, la sala, nada, afuera, ni una sola alma.

Sus nervios empezaban a aumentar, se quedó un momento afuera de la casa, pensando, sentía como los diminutos copos de nieve se incrustaban en su cabello para luego derretirse, el aire frío que pasaba a su alrededor, sintió un escalofrío debido a la temperatura, en ese momento lo supo y corrió a su casa.

—Ya sé dónde estás— con una sonrisa maliciosa, se dirigió a la habitación del menor.

Una vez llegó, vio a su alrededor, su cama totalmente desordenada, el clóset entre abierto, y una pequeña estantería en la cual están las cosas de valor. Con lentitud, ______ empezó a acercarse al clóset, lo abrió, lo único a la vista era ropa doblada y abrigos tendidos.

—¡Bah! Creo que me equivoqué— resignada, _______ cerró el clóset, al darse la vuelta su corazón se paró por un momento, así es, ahí estaba el dichoso chico, con una sábana alrededor de todo su cuerpo como si se tratase de una capa, su cabello de igual manera seguía esponjado y revuelto igual que cuando ella se había ido, como si fuese magia, había aparecido de la nada, asustando a su hermana.

—¡Maldición!— dió un pesado suspiro y bajó la mirada para unos segundos después, poner sus manos en los hombros del chico— como vuelvas a hacer eso ya no responderé— el menor por un momento se paralizó, ver de esa manera a la contraria era algo raro.

—Lo siento... Estuve ocupado en la limpieza de la casa, por lo que sería irresponsable de mi parte estar todo el día en la cama, estuve recogiendo todo lo que tiraste, siempre que sales dejas la hacha tirada en la puerta trasera, aserrín de la maderas que te llevas, y lo que tiras con la canasta cuando te vas, además, estaba en el baño— el rostro del chico expresaba cansancio, la contraria bajó la mirada un tanto roja por sus acciones.

—Perdón, hice que te levantaras apesar de estar herido, pero cuando...— el ruido de pisadas en la planta baja se hizo presente, los hermanos  se quedaron escuchando en silencio, por si el sonido nuevamente se producía, y efectivamente, el rechinar de la madera de los escalones se escuchaba por casi toda la casa.

—Nico... ¿Dónde dejaste el hacha?— En un susurro preguntó, tratando de que se escuchara lo menos posible.

—No te moleste en buscarla, está afuera, será algo complicado salir sin que alguien se dé cuenta—dejando al chico detrás de ella, fueron los dos bajando las escaleras, al bajar, notaron como la puerta trasera estaba entreabierta.