40. Una parte muy importante de mi vida y de mi corazón

789 132 44
                                    

Ya me encontraba en el recinto de las academias e iba directo a la de los Night para reclamarle a la loca de Sabrina. Después de hacer un portal e irme sin decirle nada a los chicos, me sentí fuerte e imparable porque había extrañado mis poderes a pesar de no recordar nada.

Estaba muy enojada por pensar que la madre de Francis lo había abandonado y ahora lo estaba aún más por saber que se trataba de Sabrina. No entendía hasta dónde podía llegar con su maldad desmedida.

Entré a la academia sin siquiera mirar al guardia y para mi sorpresa, Sabrina estaba afuera de la oficina del director junto a Sabrina y a David O'Donnell, el director. Verla allí sonriente como si se hubiese ganado la lotería me hizo hervir la sangre y lo único que quería era enfrentarla. Sin mencionar que la habían soltado como si no fuera una loca que pueda matar a cualquiera.

Julietta contuvo la respiración al verme y me di cuenta que estaba feliz, pero también noté nerviosismo por la situación. No le di importancia; a nada más que a la estúpida cara de la loca.

Caminé a paso rápido hacia Sabrina y sin meditarlo, le di un puñetazo en la quijada. Volteó desconcertada y se tocó el área afectada. Me miró como si fuera el peor monstruo del planeta y hasta casi lloró.

—¿Cómo diablos puedes ser tan cruel? —pregunté.

—¿De qué hablas? Pensé que nuestras diferencias estaban en el pasado, sobretodo ahora que todos recuperamos nuestros recuerdos, Camille.

—No te victimices, Sabrina. Lo abandonaste —dije— y no te importó en absoluto. Cuán irónico abandonar a tu hijo cuando sufriste porque tu madre te abandonó.

Todo su semblante se quedó sin reacción alguna y estaba muy pálida. Sus manos temblaron y pestañeó un par de veces.

—¿Cómo...?

—¿Cómo sé? ¿Quieres saber cómo diablos sé? Él llegó a mí. Así la vida lo quiso y mira ahora. La verdad siempre encuentra una manera de salir a la luz.

—No entiendes. Lo hice por una razón importante.

—¿Lo abandonaste para protegerlo también?

—Claro que sí. Él es mi...

—¡El no es tuyo, es mío! —exclamé desesperada—. Perdiste el derecho el día en que lo dejaste en un mundo horrible. Era un bebé y mira lo que hiciste. No tenías razones, Sabrina.

—No podía dejar que algo malo le ocurriera. Debía ocultarlo del mundo.

—¿De su propio padre? ¿Pensaste en aquel hombre cuando tomaste aquella decisión? —pregunté bajando el tono de mi voz—. ¿Pensaste en Adam?

Si antes estaba pálida, ahora lo estaba aún más y apostaría a decir que se desmayaría en cualquier momento. Se sorprendió al saber que yo sabía. Nadie me lo había confirmado, pero ahora podía relacionar a Francis con Adam y confirmar que son como dos gotas de agua.

—Era mejor que no supiera porque sufriría de ser así.

—¿Por qué lo hiciste, Sabrina?

—No puedo decírtelo.

Asentí lentamente, hice una mueca y fingí una sonrisa.

—Vete al diablo, Sabrina Night. Que te quede claro que no puedes acercarte a Francis o yo misma te destruiré.

No esperé a que dijera nada porque estaba harta de ella y de su actitud. Jamás entendería por qué una madre podría dejar a su hijo cuando el lugar más seguro para ellos es al lado de su mamá.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora