39. Sentimientos de amor

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* * *

Busqué por todo el primer piso del castillo, pero no estaba por ningún lado y la espera me ponía cada vez más nerviosa. Subí al segundo piso para buscar en las habitaciones y cuando abrí la puerta de la última que estaba en el pasillo, mi corazón latió con fuerza porque allí estaba él mirando por la ventana.

Tenía los brazos cruzados y el ceño muy fruncido a lo cual sonreí inconscientemente. Estaba segura de que me escuchó entrar, pero aún así no volteó a verme. Quizás estaba enojado, pero no entendía por qué.

Me acerqué ansiosa y toqué su brazo despacio, haciéndolo dar un salto de la sorpresa. Mi mano encontró la suya y la sostuve, sintiendo el calor familiar de su piel contra la mía. En ese momento, sus ojos se posaron en mí y no pude evitar sonreír. Sin embargo, él mantuvo su ceño fruncido.

—¿Por qué...? —Mi pregunta se quedó a medio camino porque me agarró por la cintura y me llevó hasta la pared a un lado de la ventana para aprisionarme allí.

Me observó un par de segundos y después su boca estaba sobre la mía, moviéndose rítmicamente. Besarlo después de tanto tiempo y sentir sus labios contra los míos en la vida real se sentía como si tomaran mi corazón y lo aplastaran muchas veces. Estaba emocionada y no podía ocultarlo.

La calidez de nuestras bocas se mezcló y lo escuché suspirar entre el beso. Sus manos me sujetaron con firmeza la cintura para apegarse más a mí y yo posé las manos sobre sus hombros también atrayéndolo más si eso era posible.

Nunca nos habíamos besado de esa manera además de los besos en los sueños; la necesidad y el deseo presente en el beso me hizo entender que ambos seguíamos sintiendo algo fuerte por mucho que intentáramos disimularlo. La peor parte era que lo que sentía por él no disminuía lo que sentía por Daniel en absoluto y eso me estaba frustrando un poco.

—Lo necesitaba... —dijo rozando nuestros labios—. Después de todos esos sueños, necesitaba besarte realmente, sentir tu piel y admirar lo linda que te ves después de que te besan.

—Pensé que estabas enojado porque ni siquiera sonreíste.

—Intentaba controlarme para no besarte por respeto a Daniel a pesar de que se ve bastante cómodo con el asunto.

—Creo que a él le emociona mucho más que a nosotros —dijo riendo a lo cual él también rio—. Entonces, no pudiste controlarte.

—No —dijo dándome otro beso— y creo que ahora tampoco. ¿Qué harías tú en mi lugar?

—Definitivamente me besaría —dije.

Él rio divertido y me acarició la mejilla con el pulgar.

—¿Cómo te besarías a ti misma?

—Lo haría con un espejo. Es sencillo.

Volvió a reír y sentí que el pecho se me infló de felicidad. De pronto, escuchamos el sonido de la puerta abrirse y luego cerrarse con fuerza. Daniel venía hacia nosotros con una cara no tan buena y hasta pensé que nos separaría. En lugar de eso, se puso entre nosotros para abrazarnos y se largó a llorar en el hombro de Will. Él lo sostuvo y yo me acerqué para abrazarlo también porque eso es lo que necesitaba.

Daniel me rodeó con su brazo libre y me acercó más a ellos, lo cual me desconcertó un poco, pero me pareció un gesto lindo.

—Los amo ambos —susurró Daniel y con Will nos miramos preocupados—. No puedo alejarme de ustedes. No me iré. Sé que lo prometí, pero no pueden obligarme y no me importa si desean quitarme las alas de nuevo.

—Pero eso te destrozará por segunda vez —mencionó Will.

—Es mejor que irme por la eternidad. ¿Crees que podría alejarme de ustedes dos? —preguntó dolido—. No es algo que estoy dispuesto a negociar. Miguel cruzó la línea.

Me mantuve en silencio, dejando que Will fuera quien dijera las palabras sabias, pero incluso él no supo qué más decir.

—¿Cam? —dijo Daniel.

—¿Sí? —pregunté en voz baja.

—¿Puedo besarte?

Mi mirada se dirigió a Will nuevamente y no supe qué decir realmente porque la situación en sí estaba fuera de lo que imaginé hace un par de minutos.

—Eres mi novio —dije en aprobación.

Se inclinó un poco hacia abajo y posó sus labios en los míos de manera delicada. Como pasó con Will, escuché a Daniel suspirar y sentí que eso era lo que él necesitaba: tranquilidad sin que nadie más, además de las dos personas a quienes más amaba, se acercara a él.

Cuando se separó, le dio un beso en la mejilla a Will y este rio nervioso en respuesta. Daniel sonrió por primera vez y volvió a acomodar su cabeza en el hombro del otro. Will, por su lado, nos dio un beso en la frente a ambos y los tres reímos sin ninguna intención detrás.

De pronto, la imagen de Francis volvió a mí y pensé inmediatamente en que debía ser hijo de Sabrina o Christopher. Estaba un poco confundida, pero las características físicas del niño solo me recordaban a una persona y esa persona jamás podría haber tenido un hijo con Chris porque dos hombres no pueden procrear.

—Esa maldita me las va a pagar —dije con rabia.

Los chicos me miraron sin entender qué pasaba y al ver lo enojada que estaba, se alejaron un poco. Iba a ir por ella y nadie, ni siquiera Julietta, podría detenerme.


***

Ah, el amor, el amor...

Jajajjaa <3. Espero que les gustara.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora