Capitulo 11: La historia

Start from the beginning
                                    

—Sí. ¿Cuál quieres? —

Hice una mueca.

—Manzana —repuse intranquila. — Y con una bola de helado, por favor. ¿Will? —

—No gracias— replicó él con tranquilidad

La camarera suspiró y se fue para ir por el postre. La seguí con la mirada y miré a Will. Él fruncía el ceño.

—Te vas a poner gorda, ¿lo sabes?— comentó

Hice un mohín.

—Dios — dije suspirando

Duramos un rato en silencio hasta que Will habló.

— ¿Te molesta? — me preguntó. — ¿Qué sea homosexual, Liz?

Negué con la cabeza. Respiré y apreté la mano de Will y él se rio. Miré a mí alrededor, y algunas personas ya se estaban marchando.

—No. Pero debí de haberlo imaginado. ¡Ni siquiera lo sospeché! No lo habría imaginado— admití y empecé a titubear: — Yo...De verdad...Yo...

Will me observaba y yo estaba nerviosa. Trataba de hablar pero las palabras no me salían. Entonces, sentí las manos de Will. Había otra mano y sus dos manos agarraban la mía.

— ¿No me odias? — me preguntó con tono triste. — ¿No te doy asco?, ¿qué soy una abominación?, ¿o piensas que debería morirme?

Eso me sorprendió y fruncí el ceño. ¿Odiarlo? No, nunca. Will era un chico increíble y su forma de ser era lo que más amaba de él. Era parte de la manada y también parte de mi familia.

— ¡Por supuesto que no, idiota! — respondí, un poco molesta. — Eres mi amigo, te adoro cómo otro de mis hermanos. — me reí. — Los quiero a todos, pero tú sabes cómo hacerme reír y eres muy buen amigo. Sabes cómo me siento, ¿cierto? —le pregunté divertida y él solo sonrió. — Agarras mis turnos en la ferretería, para yo divertirme y a cambio me pides que te haga galletas, tostadas francesas, tartas de queso de mora azul, frambuesa, fresa y cupcakes, ¡porque amas comer y eso te hace feliz!

Will sonrió y parecía que iba a llorar.

—No me importa, Will Hanson —afirmé. — No me importa que te gusten los hombres. ¡Hay millones de ellos en este país, y espero que uno de ellos te haga muy feliz!

Él parecía que iba a llorar e inhaló por la nariz. Estaba conteniendo las lágrimas.

—Me da igual, William — repliqué

Él miró rápidamente, hacía afuera y volvió a mirarme. Movió la cabeza.

—Eres una en un millón, Lizzie— repuso en tono feliz. — ¿Lo sabías?

— ¡No, no lo sabía! —le contesté riendo y añadí, apunto de llorar. — Te quiero mucho

—Yo también te quiero, pequeña

Will dejó mis manos y en eso apareció la camarera, con una porción tarta de manzana y con la bola de helado, sabor vainilla. Dejó dos cucharas antes de verlo de nuevo.

— ¿En serio no quieres? — le pregunté para estar segura

Observé la tarta un momento y encogiendo en hombros dijo:

— ¡Qué más da!

Me reí. Empezamos a comer, y estuvimos en silencio comiendo y disfrutando, pero Will frunció el ceño y dejó la cuchara. Yo lo miré con sorpresa, deteniendo mi cuchara en el aire, yendo hacia mi boca.

— ¿Qué? — inquirí

Empezó a morderse el dedo pulgar. Estaba pensando pero intranquilo.

— ¿Crees que los demás me acepten? — preguntó preocupado

Renacimiento © ✓Where stories live. Discover now