Capítulo 10: La confesión

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— ¿De verdad estás bien? — me preguntó, frunciendo el ceño. Apreté los labios, cuando llegó la camarera.

La miramos y Will le dijo que todavía no decidíamos, nos miró sonriente y se fue a otras mesas. Suspiré y me puse a jugar con la sal de mesa.

— ¿Liz?

Miré a Will.

— ¿Éstas...?

Golpeé la mesa, resoplé en fastidio y mascullé:

—Estoy bien— mentí y subí los codos a la mesa

Will levantó su ceja perforada y se rio.

—No te creo—repuso. — Te preocupa algo, ¿cierto?

El ruido de la gente, me perturbaba. ¿Por qué me había traído aquí, para empezar? No lo sabía pero sentí mi estómago protestar. Abrí y cerré los ojos.

—Sí— le contesté, suspirando.

— ¿Rick? — preguntó, moviendo la cabeza hacia un lado

>>> ¡Sí, Rick! ¡Pero eso no es todo...! <<<, pensé recordando los mensajes y las fotos.

Después de ese sábado, no había vuelto a recibir nada, hasta ahora. Me mordí el labio y baje la mirada

—Algo así —murmuré. — Todo es complicado. Él es complicado. ¡Yo soy complicada! — añadí levantando la voz. Algunas personas nos miraron. Me sentí avergonzada, y susurré: —Lo siento.

Apoyé la mejilla en mi mano, mirando a Will e hice una mueca. Él carcajeó.

—No eres complicada — me aseguró. — Además, el amor lo puede todo— comentó, agarrando el menú. — ¿Qué vas a pedir? Se está llenando.

Fruncí el ceño

— ¿Amor? ¿Cuál amor? — pregunté y resoplé. Dejé mi mejilla y crucé los brazos en la mesa, y descansé ahí la cabeza. Parecía que estuviera durmiendo. — ¿De qué mierda hablas, William? — protesté

—Pues de ti y Rick— contestó, con tranquilidad. Levanté la mirada y él miraba el menú.

—No es tan sencillo. — repuse, apoyándome en los brazos cruzados. Dejo el menú y me miró. Tocó suavemente su ceja perforada.

— ¿Crees que tu vida es difícil? —me preguntó y yo asentí.

—Sí, porque...

Alzó su brazo sobre la mesa y puso un dedo en mis labios. Me estaba callando

— ¿Puedes dejar de chillar y llorar, por un momento? ¿Puedes, Lizzie? — preguntó, frunciendo el ceño. Yo asentí y dejó mis labios.

Suspiró.

piensas que tu vida difícil—dijo con melancolía—. Ahí te equivocas, Elizabeth. Tú has tenido desde niña una familia, no una vida perfecta con tus padres, una casa de sueños, un hermano excepcional y un perro maravilla. — comentó divertido, y me reí. — No, al contrario solo tuviste a tu madre que luchó para cuidarte y criarte junto a tu hermano. Luego ella conoció a Michael y se casó con él. Y tú y tu hermano se tuvieron que mudarse hasta aquí, y junto eso aparecieron los hijos de él junto con la maraña de cosas de los Hombres Lobo. Pero no es perfecto, ¿verdad?—explicó y me mordí los labios. — Tu madre falleció y tú padrastro te adopto a ti y Axel. Pero luego empezamos a llegar nosotros, ¿recuerdas?— asentí y continuó: — Bueno, cada uno tiene su propia historia, y no digo que nada es cómo en las películas en me gusta ver contigo. ¡Oh, una historia con final feliz! — comentó en tono burlón. — Tú no sabes lo que es realmente difícil en la vida, porque tú no lo has llegado a experimentar —afirmó con tono serio.

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