Capítulo 3: Punto muerto

Start from the beginning
                                    

Era extraño. Me preguntaba si la gente era consciente ante el mundo sobrenatural, que estaba frente a ellos. Siempre me preguntaba, si ellos sabían que entre ellos habitaban los seres que solo, conocían de películas, libros y series de televisión. Por un tiempo me costó asimilarlo y aceptarme dentro de este mundo; y más porque era la única humana que estaba envuelta en todo esto.

>>> Bueno, excepto Christopher Grayson. ¡Pero él es un bebé! <<<, pensé e hice una mohín

Respirando y analizando todo, miré de nuevo mi celular. Correos de mi hermano, y los otros dos mensajes eran de Lacey Morris. Eso me animó. Ella y su hermana melliza, Ellie, eran las amigas más cercanas que tenía en el pueblo. Leí los mensajes.

Lacey Morris: Hola, Liz. ¡¿Estás viva, chica?! ¡Tengo días sin saber de ti! (゜o゜;

Sonreí, lo pensé un momento y contesté.

Elizabeth Corbett: ¡Aleluya! ¿Qué tal Ellie?

Lacey Morris: ¡Estupenda! ¡La adoro! *sarcasmo*

Elizabeth Corbett: ¿En serio?

Lacey Morris: ¡No, Dios! ¿Estarás libre la próxima semana?

Dudé un momento y escribí.

Elizabeth Corbett: ¿En serio?

Lacey Morris: Sí, creo que sí

Elizabeth Corbett: ¡Genial!

Lacey Morris: ()

Me reí con sus mensajes. Escribimos unos minutos más hasta que llamaron a la puerta.

— ¿Lizzie?

Era Zack.

Le envié un último mensaje a Lacey y dejé el celular.

—Pasa

Abrió la puerta y me miró. El oscuro cabello de Zack estaba cepillado hacia atrás; estaba mojado. Usaba pantalones cortos y una camiseta con las mangas cortadas; veía los músculos de sus brazos. Su piel era pálida, con un ligero bronceado pero sus ojos esmeraldas, brillaban. Ethan también tenía la piel blanca y sus ojos eran marrones. Al verlos me hizo recordar a los ojos de Zane Shepard, padre; ambos tenían el mismo color de ojos.

>>> Raro y singular <<<, pensé

— ¿Cómo te sientes? — preguntó con atención

Hice un mohín.

—Más o menos —repuse. — La visita mensual; siempre es una tortura. —le dije señalando mi vientre

Zack soltó una carcajada

—Puedo verlo en tu cara, Lizzie —afirmó. — Los cólicos es como si estuvieras dando a luz, ¿no es cierto?

Asentí.

—Son contracciones — expliqué

— Sí, lo sé. La maldición de Eva— comentó con una sonrisa. — ¡El castigo divino! — exclamó con dramatismo

Volvió a reírse y fruncí el ceño.

— No es gracioso, Zack. —mascullé. — No sabes el dolor que sienten las mujeres cuando tienen el período...

Zack dejó de reírse y se mordió el labio

—Pues sí lo sé, Liz —murmuró. —No eres la primera chica con la que lidio con cólicos menstruales —suspiró y después añadió: — A veces me recuerdas a mi hermana menor—

Renacimiento © ✓Where stories live. Discover now