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ESE DÍA ESTUVO OBLIGADA A REALIZAR LAS COMPRAS, el hecho de que uno de los empleados más jóvenes de la tienda de conveniencia siempre insistiera con pasarle su número, lo hacía mucho más pesado.
También, no tuvo otra opción que comprar el doble de ración que solía llevar ya que debía alimentar dos mininos. ¿Y si ese gatito era de algún vecino? Debía preguntar en los alrededores.
Había descartado la teoría de que habían abandonado al pobrecito, sólo quedaba el que sus dueños lo hubieran descuidado y de un momento a otro, haya escapado.
Luego de poder cerrar la puerta con llave, observó como un chico de cabello amarillo y raíces negras resaltadas -apróximadamente de su edad- caminaba hacía el pequeño patio de una casa mientras jugaba entretenido en una consola portátil y no pudo ver su rostro.
---¡Uh, Hola, lamento molestar...---el de rasgos finos como un gato la observó con los ojos abiertos como platos, sobresaltado comenzó a abrir la puerta de su vivienda rápidamente y la cerró con un golpe seco.
