49. CHARLOTTE

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29 de junio 2016,

en algún lugar bajo Francia.

Estaba más que demostrado que Charlotte era un arma. Se había enfrentado a todo tipo de peligros, había entrenado desde niña para poder dar la cara por el mundo, para salir con vida de cualquier situación de riesgo. Había leído todos los libros que había podido, se había empapado de conocimiento, de sabiduría. Había llevado al límite sus fuerzas una y otra vez para ser la mejor y explotar todo su potencial.

Sin lugar a duda era mucho más que una chica con talento. Ella era una guerrera.

Pero, por mucho que hubiera aprendido, por mucho que se hubiera preparado, jamás hubiera estado lista para la muerte. Aquella imagen, aquellos cadáveres sin vida... No creía que jamás terminara de olvidar esa cruda imagen. Una cosa era una fotografía en un expediente, tenerlo delante suya era algo muy distinto.

El hedor le había hecho sentir profundamente mal. Hubiera vomitado antes de llegar a aquel pasaje si Lysander no la hubiera cogido la mano, la hubiera prestado una camisa suya del equipaje para cubrirse la boca y le hubiera pedido que se mantuviera en pie. Sólo siguió caminando porque él se lo había pedido. Le suplicó a su estómago que se comportara y durante unos minutos lo hizo.

Quizás podría haber soportado el olor unas horas, pero lo que no fue capaz de aguantar fue todo lo demás.

Decenas de cadáveres expuestos en una esquina de un mohoso túnel, igual que un macabro escaparate de museo. Algunos decapitados, otros clavados a las paredes con estacas. Unos pocos estaban descuartizados. A uno le habían empalado en una lanza que lo atravesaba el estómago.

Todos los cuerpos estaban en un estado de descomposición avanzada. La piel gris hinchada estaba repleta de gusanos y bichos que se alimentaban de la carne muerta. Todo aquello mermó en su fuerza de voluntad; el fuerte olor a corrupción, los fluidos entremezclados y, en la pared, un mensaje escrito con sangre seca:

"MUERTE O DEVOCIÓN. LA EMPERATRIZ ESCARLATA REINARÁ".

Jadeó unas palabras de horror. El estómago le dio un vuelco. Lo poco que había comido en el desayuno subió ardiendo hasta su boca. No podía parar las arcadas. Se apartó del camino y lo echó todo en una esquina. Inmediatamente una mano cálida acarició su espalda mientras que la otra le sujetaba el pelo para no mancharlo de vómito.

—Respira, Charlotte. Respira.

Lysander. Una vez más Lysander estaba a su lado. Se alegraba de que hubiera alguien. Aunque fuera el mismísimo Lysander Sa-Seth.

Cuando no quedó nada en el estómago comenzó a temblar. Temblaba con tanta fuerza que pensó que se le partirían los huesos en pedazos. Tenía tanto miedo que no se resistió cuando Lysander la rodeó con los brazos y la apartó del vómito. No se resistió cuando la abrazó con fuerza suficiente como para que le empapara la tibieza de ese sólido cuerpo. No consiguió dejar de temblar, pero parte del miedo se disipó. Con Lysander estaba a salvo. Era irónico que pensara aquello, a fin de cuentas ella era su guarda espaldas.

Selina y Nikolay estaban discutiendo. Ella se revolvía en sus brazos e intentaba ver lo que él le ocultaba. Charlotte pensó que el detective eolio era un buen hombre y su simpatía hacia su persona se multiplicó. Librarle de esa pesadilla era lo más noble que le había visto hacer desde que se habían conocido.

"No lo mires, Selina. Haz caso a Nikolay" —pensó Charlotte, aferrándose a Lysander con toda su fuerza—. "Perderás esa sonrisa tan amable que tienes".

Por suerte Nikolay ganó esa batalla. Era más fuerte y obstinado que Selina.

Charlotte, aliviada, se resguardó en su compañero y sollozó con fuerza. No perdió la esperanza. Quizás después de todo alguien mantuviera la sonrisa y la inocencia.

ÉTER (Lacayos del destino 1) CORRIGIENDOWhere stories live. Discover now