— ¿Vas a donde Ava? —Afirmo con la nariz —Estaba con una chica, bajita, callada, nada de nuestro tipo.

— ¿Viste a Conan, ya? —Cambiar el tema parece lo mejor en estos momentos; Robin hace una gesto con la mano.

—Ya vi al idiota ese, tiene complejo de narciso, coqueto y molesto —tuerce la boca — ¡Pero! Eso no quieta el hecho de que me llevará a comer cuando se lo pida.

—Hazlo ahora —sugiero —, porque no hoy a hacerlo yo.

Robin rueda los ojos al cielo.

Finalmente llego al coche abriendo la puerta del piloto.

— ¿Qué vas hacer en casa de Ava? —Escucho a Robin. Su mano está sobre la puerta impidiéndome abrirla.

—No te pongas pesado.

—Solo quiero cerciorarme.

— ¿Por quién me das? Me siento ofendido.

El castaño separa la mano de la puerta.

—Deberías hablar con el chico que te golpeó. Limar asperezas. —Casi me rio en la cara de Robin a no ser porque en parte tiene razón, pero he sido tan temperamental desde el problema con mi última relación que el raciocinio no me da como para ir donde Max y disculparme con él.

En una parte de mí algo grita que vaya a hacerlo, fue la única y primera persona en ese instituto que habló conmigo, debería considerar que me ayudó y quiso como un hermano.

Sin embargo, la otra parte, la malhumorada e indiferente simplemente no quiere disculparse por algo que pasó tiempo atrás, y que, ya de por sí debería estar en el olvido.

A veces, simplemente no estamos de acuerdo con nosotros mismos. O con la situación que nos presenta haciendo que no queramos buscarle la vuelta.

—No tengo de qué disculparme. De ser así lo haría con Ava por haberle hecho esas cosas en Pyrex.

—Yo lo digo porque según contaste, Max fue un gran amigo contigo. Así como lo somos Conan y yo.

—Me voy —acoto abriendo la puerta del coche.

—Ares, escucha lo que te digo, ¡es mejor tener un amigo que una no...!

Lo que dice se queda en el aire en cuanto cierro la puerta.

Me aterra escuchar o asimilar lo que trató de decirme. Enciendo el coche con el destino trazado, he ido varias veces por lo que ya me grabé el trayecto a la casa de la americana.

Robin toca la ventanilla de la puerta, me dice que lo lleve a comer, cosa que, me hace reír al igual que él. En el instante que se separa puedo arrancar el auto metiéndome a la calle, por el retrovisor lo veo tomar una ruta diferente a la de mi casa. Vuelvo la vista al frente cambiando la velocidad del coche.



















Estaciono frente la casa de Ava enviándole un mensaje que le anuncia mi presencia. No me sorprende ver a la americana salir cinco minutos después de la casa dando saltitos tal niña pequeña y vistiendo un vestido veraniego de flores. Quito el seguro de las puertas antes de que abra la del copiloto.

Adentro del carro me sonríe con total felicidad.

—Hola, nena.

Me da en respuesta un beso corto.

— ¿Vas a pasar?

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