–Muéstrame a un hombre que pueda relajarse mientras le hacen esto –dijo él con voz ahogada–. No creo que exista ninguno...

Zhan-Ge le puso la mano en el pecho y sintió la fuerza y el calor de sus músculos.

–Tampoco conozco a ninguna persona que pudiera relajarse estando así contigo... Yo no estoy relajado. Estoy más bien... increíblemente excitado.

Al menor se le escapó un gemido y Xiao lo besó en la boca, introduciéndole la lengua y aplastando sus torsos desnudos.
A los pocos segundos se separó y empezó a besarle el cuello, antes de iniciar el descenso por su pecho y su abdomen marcado. Él le agarró el pelo cuando Zhan se detuvo en la cintura de los pantalones y le trazó la línea con la punta de la lengua. Le desabrochó el cinturón, muy despacio y acarició la erección a través del tejido. Los músculos de Yibo se convulsionaron ligeramente, pero permaneció inmóvil y con los ojos fijos en ZhanZhan, ardientemente expresivos.

Le bajó el pantalón, dejándolo desnudo y excitado para explorarlo a conciencia. Le rodeó el miembro con la mano para comprobar su peso y dureza, y lo apretó ligeramente, obteniendo un gemido de placer.

Yibo estaba perdiendo el control, justo lo que el mayor quería.

–Llevo mucho tiempo deseando hacer esto –le dijo, de rodillas frente a él.

Era irónico que aquella fuese la posición de un sumiso, porque en aquel momento era Xiao Zhan quien tenía todo el poder.

–¿Deseando qué? –preguntó Wang con voz tensa, sugiriendo que estaba a punto de explotar.

Zhan acercó la cara a su miembro erecto y le tocó la punta con la lengua, saboreando su perfección antes de metérselo en la boca. Él lo agarró con fuerza del pelo, despeinandolo.

–Dios... Zhan-Ge...

Al oír su nombre avivó aún más al deseo que lo guiaba. Continuó explorándolo ávidamente, con la boca y la lengua, succionando con una voracidad cada vez mayor. Sentía los temblores de Yibo, el estremecimiento de sus fuertes muslos y sus manos en el pelo.

–Ya basta –suplicó el menor–. No puedo contenerme más...

Xiao Zhan no quería que se contuviera, pero otra parte, la parte más egoísta, quería detenerse para compartir el placer con él.
Se apartó y se levantó, sin dejar de mirarlo a los ojos. En la penumbra podía ver como le ardían las mejillas por la excitación y cómo respiraba laboriosamente. Estaba a punto de descubrir al hombre que se ocultaba bajo la armadura.

–Vamos a la cama –le ordenó. Y él obedeció.

Había preservativos y lubricante en el velador y Yibo se colocó uno rápidamente, antes de tumbarse junto a Zhan en la cama y acariciarle la entrada con algo de lubricante en sus dedos para prepararlo, y colocarle unas almohadas para levantar su zona baja, una vez ya listo tocó su punto, luego flexionó sus piernas y se acomodó para introducirse en el mayor.

–Sí... –jadeó Xiao Zhan.

–¿Estás listo para mí? —él le agarró el rostro y le clavó la mirada mientras lo besaba en los labios.

–Siempre —contestó el mayor.

Y entonces él lo penetró, sin apartar la mirada en ningún momento, hasta llenarlo del modo más primitivo e intenso posible. Los dos se fundieron en uno.
Era imposible saber dónde acababa uno y empezaba el otro. Era imposible definir el placer que los colmaba y la desesperación por alcanzar juntos el éxtasis.
Las furiosas embestidas de Yibo los acercaban más y más al momento culminante. Zhan-Ge se apretaba contra él y le recorría la espalda con las manos, sintiendo la tensión que emanaban sus cuerpos y que aumentaba a un ritmo imparable e insoportable hasta que Yibo tomó su erección y lo masturbo para llegar juntos al anhelado orgasmo.

Un Amor Declarado y PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora