11.- Una declaración inesperada

999 128 83
                                    

Yuya iba en su moto, recorriendo las pequeñas y claras calles de Morioh, disfrutando de sus paseos matutinos.

Pensaba seriamente en ver a Seren para, por fin, declarar lo que sentía (aunque para ella era más que obvio a esas alturas), pero no le importaba, creía que, si lo decía de frente, alto y claro, podría quizá tener una oportunidad con ella. ¿Quién sabe? Seren había sufrido una decepción grande con ese Rohan, aunque no sabía qué había pasado, ya que ella se negaba a hablar rotundamente con él de Rohan.

¿Cuál era la relación de esos dos? Cualquiera diría que eran pareja, pero... ella lo negaba y en los últimos días mucho más. No podía evitar preocuparse por ese hecho, ya que no estaba seguro de ser correspondido, por culpa de ese sujeto. Pero no quería intentar nada, Kishibe Rohan le daba algo de miedo y más después de que trató de matarlo, para recuperarse más rápido en el hospital.

Yuya suspiraba, sin llegar a ninguna decisión concisa. Y no se enteraba de lo que pasaba más allá, cerca del hogar de su enemigo amoroso.

Seren caminaba cerca del hogar de Rohan, algo melancólica, ya que veía la entrada con algo de desilusión. No podía evitar pensar: «es un completo idiota», para alejarse de ahí lo más rápido que le permitían sus piernas; aunque ese día alguien evitó que huyera:

—¡Seren! ¡Hola!

Ella giró sobre sus talones, nerviosa, no quería que la vieran merodeando por la casa de Rohan. Para su sorpresa, era Koichi, acompañado de Higashikata Josuke.

—Oh... ho... hola, Koichi kun. Yo solo pasaba por aquí, tengo que ir por... allá —se excusaba Seren, con un poco de temblorina en las manos.

Koichi rio:

—No tienes que excusarte. Me da gusto verte, ¿cómo te encuentras?

—¿Yo? Eh... bien bien, nunca he estado mejor —respondió ella mientras el par de chicos se le acercaban y Josuke saludaba con un gesto de su mano, algo aburrido—. Hola, eh... ¿qué hacen ustedes aquí?

—Vamos a casa de Josuke, le ayudaré con algunas labores caseras —explicó el pequeño, mientras Josuke bostezaba—. ¿Y tú qué haces aquí?

—¡Nada nada! Solo estaba de paso...

—Ya. No he tenido noticias de Rohan en unos días, aunque no me preocupo, ya que sabe apañárselas él solito —comentó Koichi, como tratando de sacarle la sopa a la chica, que estaba muy nerviosa, ya que había sido descubierta.

—¡Oh! Claro, me imagino —respondió Seren, sintiendo sudor frío recorrer su espalda.

—¿Pasó algo con ese sujeto? —preguntó por fin Josuke, dirigiéndose a Koichi.

—No... que yo sepa no, ¿cierto, Seren? —rio Koichi, sabiendo que estaba jugando con los nervios de la pobre.

—No sé a qué te refieres y a qué quieres llegar, Koichi —contestó ella, caminando lentamente, para alejarse de ese par—. Pero ya es hora de irme, se me hace tarde.

—¿Sabes que me preguntó por ti hace tiempo? Él es bobo, pero se preocupa por ti —detuvo Koichi, esperando alguna reacción, esperando ayudar al frío de su amigo dibujante.

Seren se detuvo en seco, con el corazón en un puño, latiendo rápidamente. Giró lentamente, para encararse con los chicos:

—¿Lo dices en serio?

—Sí, Seren, no mentiría con algo tan importante —respondió Koichi, con una sonrisita.

—Siento que me he perdido de algo significativo. ¡Espera! ¿¡Eres la novia de Kishibe Rohan!? —alegó Josuke, dando un pequeño salto de exalto, señalando a la chica que frunció el ceño.

Mis días artísticos 2. Rohan Kishibe x LectoraNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ