-Tengo que bajar a ayudarla.- pronunció Quasimodo.

-¡¿Pero qué…?! ¡¿Tú te volviste loco?!- exclamó su hermana.

-¡Mollié! ¡Ella me defendió de todo el mundo! ¡Me defendió de Frollo! ¡Tengo que devolverle el favor.-

Mollié se mantuvo en silencio, observándolo ponerse una capa, y luego resopló.

-Definitivamente si, la gitana te hizo perder la cabeza.- soltó aquel comentario y sin embargo, no lo detuvo.

Quasimodo saltó sobre las gárgolas, se guindó de una y se dejó caer, tomando el muro de otra terraza más abajo y luego se impulsó con fuerza hacia el frente, cayendo en el tejado de una casa, y comenzando a saltar entre las viviendas de Paris, corriendo él también tras la gitana.

Esmeralda recorría callejones y calles principales en aquel laberinto llamado Paris, aliviada de que conocía la ciudad como la palma de su mano y así podía recorrerla sin perderse a la hora de escapar. Tenía que correr hacia el lado contrario del cementerio, no podía guiarlos hasta su hogar. Escuchaba los relinchos de los caballos cerca, el trote de éstos y los gritos de los soldados. Sentía que Frollo había enviado todo un ejército tras ella, pero no le importaba, lograría escapar, porque siempre lo lograba, y aquella no iba a ser la excepción. Rogó para sus adentros que Colette hubiese logrado ponerse a salvo.

Entró en un estrecho y oscuro callejón, cuando escuchó los relinchos más cercanos que antes, y no se dió cuenta de que una sombra negra voló sobre su cabeza, hasta que escuchó un chapoteo tras ella. La gitana giró, con la respiración acelerada, jadeando por la carrera, cuando logró ver una sombra enfrente a ella. Soltó un grito ahogado, cuando unas fuertes manos se abrazaron a su cintura.

-Te tengo.- susurró una voz a su oído.

Ella soltó un grito y pataleó contra la enorme bestia que la tenía sujetada.

-¡Sueltame!- le gritó, mientras seguía forcejeando.

De repente, unas manos tomaron sus hombros, y otras tomaron al Jorobado, apartándolo de ella. La chica giró y se quedó frente a frente con el Capitán Febo.

-Gitana Esmeralda usted se encuentra bajo arresto por…-

La chica le dió un fuerte cabezazo al rubio y luego lo empujó. Unos guardias desenvainaron sus espadas, apuntándola, pero ella les lanzó lodo del suelo en el rostro, cegándolos por un momento y arrancó a correr de nuevo. Los guardias soltaron al Jorobado para correr tras ella, y Quasimodo volvió a la carrera por los tejados.

“¿A donde va?” se preguntó Quasimodo mientras seguía corriendo tras la chica. “Está corriendo en círculos… a no ser que…”

Esmeralda se permitió cantar victoria cuando divisó frente a ella la Catedral. Corrió con desespero hacia ésta, sin fijarse si Frollo seguía cerca, cruzó la plaza a una velocidad impresionante, saltó las escaleras y abrió la puerta, entrando a Notre Dame. Quasimodo al ver aquello, sonrió, cantando victoria, y del tejado donde estaba parado, saltó a la torre del campanario, pues pretendía entrar por ahí y encontrarse a la gitana dentro. Febo observó a la figura de la chica entrando a la Catedral, por lo que frenó en seco, le hizo señas a los soldados de que lo esperaran fuera, se bajó del corcel y entró al templo.

Dentro de la Catedral, Esmeralda se permitió respirar con alivio. Observó con admiración el interior de ésta, pues era realmente hermosa y sorprendente. Sus altas columnas parecían rozar el cielo, el piso era un enorme tablero de ajedrez, y los vitrales y rosetones, con hermosas figuras, dejaban pasar la luz, filtrándola, convirtiéndola en una lluvia de colores. Al fondo, se podía ver un enorme órgano de madera, y un hermoso altar, lleno de estatuas de oro, y el Cristo en la Cruz en el medio de todo. La chica seguía avanzando en silencio, cuando sintió una presencia detrás de ella. Giró con rapidez, quitándole la espada de la mano al Capitán Febo y lanzándolo al suelo, poniendo la punta de ésta bajo la barbilla del hombre.

A Los Pies De Notre DameWhere stories live. Discover now