SEGUNDA PARTE

1K 102 787
                                    

TW: Tiroteo, herida de bala e intento de asesinato

La mañana después, Agoney baja, compungido. No espera encontrarse a Raoul tan pronto, lleno de energía, mientras coloca toda la compra en la nevera y los armarios.

—¿Qué haces ya despierto?

El guardaespaldas apenas alza una ceja, pero no en su dirección. No hay mirada directa, y eso duele más de lo que quiere admitirse.

—Anoche con la tontería, me dejé la compra sin meter. Espero que te guste el batido de chocolate, porque es todo lo que queda del helado.

—Me vale cualquier cosa —farfulla, sentándose en la mesa y observándolo a distancia. Le pica la lengua por decir tantas cosas, pero se sabe herido y no quiere cometer otro error—. ¿Vamos a hablar de lo que pasó o ya decidiste que echarme anoche es la única conversación que vamos a tener?

Raoul se queda a medio meter los quesos en la cajita donde siempre están, resoplando.

—Anoche no fue nada —dice en alto, no sabe si para sí mismo o para Agoney, pero surge efecto—. Supéralo, fue un polvo rápido porque estábamos cachondos que no volverá a suceder.

El protegido se muerde el labio, a riesgo de hacerse sangre. No tiene ganas de bromear o de fingir que no le importa. Porque sí lo hace. Por mucho de que sea el guardaespaldas más antipático de la historia y a veces lo exaspere, lo cierto es que le gusta su compañía. Y sus besos, le gustaron mucho sus besos. Por eso, saber que no ha significado nada algo que a él le va a costar olvidar, duele como mil demonios.

—Vale, como prefieras —musita, bajando la mirada al mantel. De pronto se le antoja super interesante.

Escucha un suspiro de Raoul, pero no intenta mirar para averiguar cómo está él. Bastante tiene consigo mismo.

—He decidido que voy a cerrar la casa también durante el día y aunque yo no salga —le informa el guardaespaldas al cabo de unos minutos—. No me fío de que pueda pasar cualquier cosa porque me esté dando una ducha o estemos en habitaciones separadas.

Agoney siente ganas de reír. Con lo sencillo que podría ser dormir juntos y atajar un peligro, o pasar todo el día juntos y seguir conociéndose. Pero sabe que mencionarlo solo le creará más dolor, así que asiente.

—¿Hoy no protestas? —Se vuelve hacia él tras guardar las bolsas de tela—. ¿Qué pasa, la libido era tu kriptonita y ahora que hemos follado ni una medida me vas a discutir?

—¿Sirve de algo discutir contigo? —El rubio se encoge de hombros—. Pues lo dicho. Haz lo que quieras, si total, yo solo tengo que ser el pobre chico al que secuestrarán. Haz lo que veas mejor para cobrar al final de mes.

Se levanta y se va, todo lo digno que puede sabiendo que a veces es más crío pequeño de lo que le gustaría. Lo que no ve es la cara de circunstancias del rubio y la lágrima que hace desaparecer al instante.

—Es lo mejor, Agoney...

—Es lo mejor, Agoney

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El guardaespaldas-RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora