5. Hielo + Convertirse en padre

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"Pioneros"

El invierno ha llegado, puede olerse en el aire, el frío se cuela entre la ropa y cala hasta los huesos.

Un hombre, con la cara entumecida por el gélido viento, camina presuroso junto a su bestia de carga por la vereda. La primera nevada amenaza con desatarse en cualquier momento.

En otro lugar, en el interior de una cabaña de madera solida y estable, al abrigo de un acojedor fuego una mujer teje sentada frente a la chimenea encendida.

Tranquila y pasciente espera la llegada de su esposo que salió al pueblo por provisiones para el invierno. Por la ventana puede ver los primeros copos de nieve caer, se levanta y traba las contraventanas de madera para que el clima no irrumpa en su hogar. Antes de cerrar la última ventana mira al horizonte, desliza la mano por su vientre prominente, busca una silueta familiar, pero no hay nada.

De vuelta a su tejido, intenta no pensar en el clima que amenaza con ser más que una simple nevada. Una molestia en el bajo vientre, que al inicio no pareció importante, ha ido aumentando hasta volverse una punzada que se extiende por sus caderas. Ha llegado el momento.

La nieve cae afuera en una ventisca despiadada y no le será posible salir sin quedar atrapada en la nieve. La comadrona del pueblo la visitaría en unos días, el parto se había adelantado. Haciendo acopio de todas sus fuerzas prepata todo lo necesario para dar a luz.

En el camino, la nevada se ha vuelto tormenta, el hombre continúa avanzando y tira de su mula de carga tratando de no quedar hundidos en la nieve, observa al desgraciado animal que pese a su pelaje podria terminar congelado y lo cubre con algunas de las telas que lleva. Sus pasos se hunden en la nieve, el camino ha desaparecido de su vista, se mueve por puro instinto. En las ramas de los árboles se han formado estalactitas de hielo, también en sus barbas y cabellos el hielo se aglutina con cada respiración.

En la pequeña cabaña el fuego de la chimenea es el único testigo del milagro por venir. Un grito agudo y después llanto.

La puerta de la cabaña se abre unas horas después. Una figura cubierta de nieve irrumpe en la habitación dejando entrar algo de la nieve de la tormenta. Antes que la ventisca ahogase el fuego del cálido interior, vuelve a trabar la puerta, no sin antes disculparse.

La mula parece una estatua de hielo, la pobre apenas podía ya andar.

-Disculpa que la haya entrado -dice temblando de frío-, pero no podía dejarla morir conjelada en el establo.

El recién llegado no repara en su mujer que está la fondo metida en la cama. Ella solo lo observa pasciente y divertida mientras él sujeta a la mula cerca de la chimenea y le sacude la nieve del pelaje.

Hasta ahora se percata que no ha ido a recibirlo, cuelga el grueso abrigo y gira buscando a su esposa al tiempo que sacude el hielo de sus barbas y cabello.

-Te has convertido en padre -dice la mujer con dulce voz y una amplia sonrisa en cuanto sus miradas se cruzan.

534 palabras

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