Capítulo 4 (Lado A)

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Las voces que escuchaba a lo lejos en mi cabezas provocaban un gran dolor, no terminaba de estar segura en el lugar donde me hallaba, todo en mi cabeza daba vueltas y me dolía el pecho.

"Raquel"- giré mi cabeza pero mis ojos no se centraron en el foco de aquella voz sino en Sergio. Estaba parado junto a la mesa de esa gran sala de reuniones, pulcro, escrupuloso e impoluto.
Cuando salgo de este estado avergonzarte, me doy cuenta de donde estamos y con quien, el estómago me vuelve a dar un giro de nerviosos.

-¿Raquel? ¿Estás bien?- Tom estaba apoyado de rodillas en el suelo frente a mí, no sé en qué momento llegué a estar sentada en un bella silla negra de cuero pero estaba intentando calmar mi cuerpo.- ¿Raquel, me oyes?.

-Estoy bien Tom, no se preocupen.- dije levantando la mirada también hacia Dan.- Fue un bajón de azúcar, nada de qué preocuparse. Solo no desayuné nada al salir de casa.- No, no era un bajón de azúcar. Había tomar un café bien cargado y no me faltaba el azúcar, me faltaba el aire, el aire que solo me lograba sacar Sergio de esta manera.

-¿Estás segura? ¿No quieres que llamemos a un médico? ¿Quieres que terminemos la reunión luego?- No, no quiero nada de eso sólo estar en mi casa con mis hijos dónde podía estar segura de toda esta locura.

-No Dan no te preocupes, vamos a terminar lo que empezamos.- ahí respiré profundo y logré verlo a los ojos sin necesidad de salir corriendo.- ya podemos seguir, perdón por el espectáculo señor Martin, no suelo ser tan inoportuna se lo aseguro.- y ahí una batalla de miradas se desprendió.

-Si todos están dispuestos a seguir entonces- hizo una seña sentándose en una de las finas sillas en la punta de la mesa.- comencemos.

¿Qué era exactamente lo que buscaba? Los chicos estaban entusiasmados con el proyecto y no tenía las fuerzas para decirles que era un maldito mentiroso.
Con mis uñas apreté mis muslos lo más fuerte que pude y traté de no poner atención a nada de lo que sucedía en esta sala. No podía con esto, no podía con él, como si fuera poco el maldito tenía ese perfume que tanto me gustaba, solo por eso debería matarlo.

Pasó casi una hora de charla y mis apartes sólo eran sí y no respectivamente.

-¿Sucede algo, Murillo, la noto distraída?- si tuviera la posibilidad le hubiera dado una patada pero la mesa era muy amplia y él estaba muy lejos.- ¿Tiene algo para discutir que no le guste? .- reí, no sabía si con odio o con temor. Ríe porque esto era muy irreal, lo único que pesaba cuando Sergio hablaba era en Andres, en la cara de él que aparecía en mi cabeza a todo momento.

Sergio tenía la mirada oscura perdida, una mirada que conocía bien, aunque en ocasiones cómo estás me gustaría no hacerlo. Sergio estaba aquí y no sabía si por venganza o por casualidad, aunque diría que la primera es mejor plan.

Me preocupaba pensar en que era lo que buscaba, ¿realmente quería invertir en la banda? Claro que él no, pero conociendo a Sergio no haría nada sin planeación previa. Atrás suyo debe haber un gran equipo económico en esta locura, quizá el solo sea la cara visible para volverme loca no lo sé.

-En verdad, no entiendo ni media palabra de lo que dicen, y creo que tú tampoco. Así que Tom, confió en ti ciegamente todo lo que decidas por mi está bien.

-¿Qué quiere decir eso de "creo que tú tampoco"? ¿Conoces al señor Martin?.- Tom era más inteligente de lo que me gustaría

-Fue una manera de decir solo eso, creo que con tantos números es posible que uno se confunda hasta el mejor en su propio campo de estudio, no se ofenda.- ahí lo miré a él que seguía con su mirada seria y apagada.- Creo que necesito un descanso, permiso.

Me levanté de la silla con dificultad y salí hacia los balcones de la gran oficina, había una bella vista que al menos hacía que se calmen mis pulmones.
En ese instante necesitaba un cigarrillo o dos o tres.
Saqué el paquete de mi bolsillo y lo subí hasta mis labios, busqué con desesperación el mechero pero no estaba por ningún lado. "joder" fueron las palabras que escaparon de mis labios. Quise voltear para ir adentro en busca de fuego, cuando una mano prendió mi cigarrillo en segundos.

Quedé estática, estaba frente a mí, después de más de cinco años, Sergio estaba parado frente a mi y mi cabeza no podía dejar de pensar. ¿Y si él sabía de la existencia de Andrés? ¿Y si venía a quitármelo? ¿Y si sólo está aquí por pura casualidad? Mis pensamientos callaron cuando mis labios se decidieron a hablar de forma real, o casi.

-¿Cómo... ? ¿cómo es que...- pero no podía terminar ni una sola frase.

-¿Cómo es que estoy aquí? ¿cómo es que no estoy preso? O ¿Cómo es que no estoy muerto? ¿Cuál te gusta más? .- mis piernas se estaban por volver a caer al suelo a si que apoye mis manos en la baranda que estaba frente a mi.

-¿Cómo es que sabes de leyes de economía empresarial?- No era lo que deseaba preguntar claro, pero no tenía el valor para hacer ninguna de las demás preguntas.

-¿Eso es lo único que te interesa? Creí que la Raquel que conocía haría otra pregunta, pero claro, ya no te conozco.

Sergio me miró por algunos segundos y se fue al interior de la sala dejándome sola.

Entiendo, no es el mejor escenario para ninguno de nosotros, él quizá esperaba que yo rompa en llanto y vaya a sus brazos pidiendo perdón por lo que hice. Aunque no me arrepiento, se que lo que hice no fue correcto, sé que Sergio era mi famila y el amor inmenso está ahí y no se va a morir, pero aún así, no podía dejar las cosas de esa manera, no con un hijo suyo en mi vientre, no podía. No estoy orgullosa de lo que hice para nada, pero jamás me arrepentiría de proteger a los míos.

Luego de ese cigarrillo salvador para mi mente, entré nuevamente a la oficina y decidí que lo mejor era salir de allí, no podía seguir respirando el mismo aire que Sergio ahora.

-Creo que me voy a ir a casa muchachos.- les dije a Tom y a Daniel, Sergio miraba la situación sin omitir un sonido.- Si hace falta firmar algo más luego me avisan, confío en ustedes para la toma de decisiones, estoy muy cansada y quiero volver a casa.

-¿Qué les parece una cena esta noche? Para celebrar la sociedad.- Sergio aportó la idea y no entendía cuál era su fin, el Sergio que yo conozco hubiera odiado hacer una cena, pero creo que ahí estaba el problema, ya no existía más ese Sergio.

-Por nosotros estupendo! ¿Qué dices tú Raquel?.

-Tengo que ver cómo me organizo la noche con A.... algo, pero creo que no habrá problema.- ojalá pudiese inventar una enfermar terminar y no verle más la cara, la pesadilla no terminaba.- Los dejó, y los veo esta noche.

Salí casi corriendo del lugar, no quería seguir ahí sintiéndome de esa manera. Por un lado me alegraba tanto verlo, saber que estaba vivo y libre. Por el otro me aterraba la idea de que buscara hacerme mal, que se enterase de la peor manera sobre Andrés.

• ENIGMA •Where stories live. Discover now