• - D O C E - •

Mulai dari awal
                                        

Al abrir la puerta, me encontré con el muchacho de ojos azules quien tenía una gran sonrisa en su rostro. Vestía una camisa a rayas con jeans negros, y tenía el pelo algo despeinado pero de una buena forma, que le quedaba muy bien.

Me quedé algunos segundos perpleja ante él, sintiendo como su mirada puesta en mí esperaba que le dijera algo, pero las palabras no lograban salir de mi boca frente a esa situación.

— Hola, Eve. — Habló por fin, cortando ese lapso de miradas intensas. — ¿Cómo estás?

Tragué grueso antes de contestar, trataba de asimilar que él se encontraba ahí. — B-Bien, ¿Y vos?

— Muy bien. — Sonrió y ladeó su cabeza. — Gracias.

Asentí con la cabeza en forma de respuesta, y me lo quedé mirando sin saber bien qué hacer.

— No quiero sonar maleducada, Valentin. — Solté mientras él me observaba tranquilo, como si esperara que yo accionara de alguna forma con su presencia. — Pero, ¿Qué haces acá?

Oliva echó un suspiro por su boca, sin borrar esa leve sonrisa de su cara que lo mostraba alegre por encontrarse en aquella situación. Parecía divertirle el hecho de que yo no entendiera un carajo el porqué estaba ahí, en la puerta de mi casa, y en el cumpleaños de mi hermano.

— La otra vez en la escuela, cuando me contaste la historia sobre tu papá y el cumpleaños de Dante, supe que este día podía llegar a ser difícil para vos. — El tono de su voz al hablar fue más bajo, y me transmitía una paz agradable al escucharlo. — Vine porque quería acompañarte, y que no te sintieras tan mal... No sé, quizá podía hacer que te olvides un poquito de todo, y que puedas disfrutar el día.

Mis ojos se quedaron fijos a los suyos, y mi boca estaba entreabierta por lo que el castaño acababa de decirme. No podía creer que se acordara de eso, y que haya ido a ese cumpleaños simplemente para que yo no esté mal. Una sensación de enamoramiento me invadió cuando me sonrió, y al pensar en todos los gestos que él tenía conmigo desde que habíamos empezado a hablar, no podía estar más segura de que era una persona hermosa, y que quería tenerlo en mi vida.

— Obviamente, si querés que me vaya, me lo decís y me voy. — Habló mientras yo lo miraba como una tonta, encerrada en aquellos pensamientos sobre él. — Tampoco quiero hacerte sentir incómoda, Eve.

Yo reí con alegría y un impulso hizo que me arrojara sobre él, envolviéndolo en un gran abrazo. Mis ojos se cristalizaron al sentir como sus brazos rodeaban mi espalda, y me correspondía con fuerza. Me había sentido tan mal en lo que iba del día por no tener a Juliana, por sentirme sola, y recordar lo que sufría en cada cumpleaños gracias mi viejo, que ver a Valentín queriendo acompañarme me causó una felicidad inmensa y un sentimiento de contención inexplicable. Fue como si él, sin saberlo, haya aparecido en el momento correcto, en el lugar indicado. Y con su hermosa sonrisa, me hiciera olvidar de todo aquel bajón que comenzaba a ahogarme.

— No quiero. — Logré decir, escondiendo mi rostro en su cuello. — No quiero que te vayas.

De pronto, sentí una de sus manos acariciar con suavidad mi pelo. — Entonces, no lo voy a hacer.

Nos quedamos algunos segundos en silencio, abrazados, sintiendo el calor del otro en un ambiente lleno de paz. Sus brazos me daban seguridad y una sensación de tranquilidad, como si nada malo pudiera pasarme al estar junto a él.

— Gracias, Valen. — Me separé suavemente de su cuerpo, y lo miré con una pequeña sonrisa sincera, expresando todo el cariño que sentía por él en ese momento. — Muchas gracias.

— No agradezcas, tonta. — Me sonrió con sus labios y ladeó su cabeza, observándome de una forma que me causaba mucha ternura. — Si vos estás mal, yo voy a estar ahí.

• c u p i d o ; wos •Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang