RASGOS CARACTERÍSTICOS DE MI PROTAGONISTA MASCULINO:

1-NO DEBE SER UN COMPLETO EGOCÉNTRICO COMO IAN CATES.

2-NO DEBE SER TAN MALEDUCADO COMO IAN CATES

3-NO SERÁ UN COMPLETO NEANTERTHAL COMO IAN CATES.

4-NO DEBE PARECERSE EN NADA A IAN CATES.

Puede que suene repetitivo, pero me relaja mucho la idea de crear un personaje del cual las lectoras se puedan enamorar ciegamente, y de seguro el hombre que tengo a mi lado, aunque estuviese hecho para el pecado y para pasar horas y horas en una cama, no sería el protagonista ideal de una historia de romance.

Es bien entrada la noche cuando aterrizamos en el aeropuerto de Houston, Texas. Nos encaminamos a recoger nuestras maletas sobre la cinta transportadora, Ian toma la suya primero, mientras la mía demora un poco más en salir. Cuando finalmente la obtengo, me giro para comunicarle al vikingo que podemos continuar nuestro camino, pero este ya no se encuentra a mi lado, sino conversando, un poco más adelante, con una de las azafatas que nos atendieron en el avión.

La chica parece ser contemporánea con mi edad, es alta y esbelta, fácilmente podría dedicarse al mundo del modelaje. Esta le sonríe de forma descarada, acercándose a él como en una insinuación. Ian no parece corresponder nada aun, pero tampoco se aleja de ella.

«¡Será sínico!, pensé que me dijo que cero coqueteos mientras durase nuestro año de matrimonio, ya sabrá él quien es Harley Medeiro, o mejor dicho Harley Cates».

— ¿Qué me dices? —le pregunta la morena azafata— Pasaré la noche en la ciudad, si te apetece podemos ir en busca de una copa y ya luego veremos que ocurre.

Ian va a contestar, pero de un salto estoy parada junto a él sujetándole del brazo sin ni siquiera darle tiempo a decir una palabra.

—Cariño ya tengo las maletas—digo fingiendo la voz más amorosa que sé hacer—. Apurémonos, los niños nos esperan fuera, están ansiosos por regresar a nuestra casa.

Esto último lo añado dirigiéndole la mirada y una sonrisa a la mujer, que abre los ojos de par en par y se marcha sin apenas despedirse. Ian, por su parte, continúa observándome perplejo, aunque en cuestiones de segundos frunce el ceño; está enojado y yo divertida.

— ¿Qué diablos ha sido eso?

—Lo mismo puedo preguntar yo, pensé que habías dicho que cero relaciones extramatrimoniales.

—No estaba haciendo nada.

—Eso dices tú.

No le doy tiempo a responder, pues esta vez soy yo quien comienza a caminar primero, puedo sentir a Ian pisándome los talones mientras resopla a mis espaldas y no puedo evitar soltar una sonrisa, por lo menos esta vez le he ganado yo la partida.

«Punto para Harley».

Ya fuera del aeropuerto me tomo cinco segundos para respirar la fresca brisa de la noche, es relajante sentir el aire en mi rostro luego de tanto tiempo encerrada en el avión. Veo que Ian sonríe al ver a un hombre rubio, vistiendo unos vaqueros y una simple playera negra.

—Por fin regresas. —El desconocido le abraza y luego, por primera vez, posa su mirada en mí—. Y por lo que veo bien acompañado.

Le dedico una tímida sonrisa al rubio, ahora que lo veo de cerca es muy alto, debía sobrepasar casi el metro ochenta de estatura. Su cuerpo es musculatura pura, como si estuviese acostumbrado al trabajo duro para ganarse la vida o pasara demasiadas horas en el gimnasio, sin embargo, a pesar de su intimidante figura, sus verdes ojos reflejaban la calidez ausente en las pupilas de Ian.

OJALÁ...Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora