Letras y palabras [Poesía, microrrelatos, cuentos, etcétera]

Las ratas de Dale [Cuento]

Sincronizadas con el ascenso de la Luna y las estrellas, las ratas salen de las alcantarillas a explorar entre los desechos de la destruida ciudad de Dale. De entre los escombros de los edificios derribados por las múltiples catástrofes salen, también, las ratas humanas, la escoria de la sociedad. Dale fue una vez un lugar donde el turismo y el comercio florecían ininterrumpidamente. Sus rascacielos acariciaban las nubes y adornaban el paisaje de la ciudad, pintándolo de diversos colores con sus luces. Ahora, lo único remotamente comparable a los embellecimientos de antaño son la infinidad de estrellas que se lucen en la noche, durante las horas de caza y recolecta.

Debido a que la supervivencia es la prioridad primordial para todo individuo, muchos han optado por abandonar hasta la última pizca de compasión existente en ellos y se han terminado convirtiendo en el desecho de nuestra especie. Dale, una vez gloriosa, es ahora la cloaca del mundo, donde toda la escoria se junta en un grotesco banquete, donde el sabor es la última de las preocupaciones.

Aquí, en el Bar Bonavida, se reúnen las ratas humanas a negociar los frutos hurtados del esfuerzo ajeno y compartir con desvergüenza sus indecorosos actos, que, aunque criminales, son fructíferos.

En un contexto tan devastado como en el que nos toca vivir, comprometerse a conseguir recursos por medios éticos es condenarse a una muerte aprisa. Por ello, opto por un camino de moralidad cuestionable, pero mucho más aceptable que el de las inmundas ratas que gozan su reunión en el bar. Cazo a las ratas más despiadadas y, con mis propias manos, hago que disfruten el mismo dolor que alguna vez infligieron en otros. Una vez han recibido su castigo pertinente, me hago con los recursos carentes de dueño.
¡No soy un ladrón! Soy un justiciero que ha de alimentarse de algún modo.

- ¡Camaradas! – dijo Glave, uno de los hampones con más subordinados en la ciudad. Su pasado militar y sus intentos fallidos en hacerse un espacio en la corrupta política posmoderna lo habían bendecido con un carisma sinigual y la capacidad de mantenerse compuesto en situaciones de crisis. Su prestigio se evidencia en su ropa limpia, que, contraria a los harapos que trae el resto de los presentes, se luce como si no sufriera las consecuencias del apocalipsis.

- Ha muerto un número importante de mis cazadores en los últimos días. Han sido asesinados – anunció tranquilamente. La tensión en el ambiente se densificó hasta ser casi palpable. Todos en la sala postergaron sus pláticas banales para escuchar con atención lo que Glave decía. – No dejaron marcas ni les despojaron de sus botines, solo encontré sus cuerpos en el piso, contorsionados de maneras antinaturales y con una expresión pavorosa inmortalizada en sus tiesos rostros que me hizo especular qué clase de horrores habrán experimentado antes de dejar el mundo.

Súbitamente, la puerta del bar comenzó a sonar de manera escandalosa. Un hombre, entre sollozos, pedía a ruegos que abran la puerta, mientras la golpeaba con vehemente insistencia. De un sobresalto, todo presente desenfundó su arma y puso su dedo en el gatillo, listo para disparar en cualquier momento.

- ¡Alto! – gritó alguien desde el fondo de la sala - ¡Esperad! ¡Esperad! ¡Bajad sus armas! ¡Hey! Jacob, ¿eres tú? – Le gritó a quien estaba del otro lado de la puerta.

- ¡Ed, soy yo! ¡Abrid, por favor abrid la puerta! ¡No dejéis que me alcance, no dejéis que me atrape! – gritó Jacob de regreso. Su voz temblorosa transmitió un horror inaudito. ¿Qué podría provocar tal reacción en alguien que ha encarado la muerte serenamente más de una vez? Ed corrió hacia la puerta y la abrió.

Jacob entró dando traspiés y mirando a todos lados inquietamente. No parecía ser capaz de calmar su atosigo aun estando rodeado de aliados armados de pies a cabeza. Ed había cerrado la puerta, pero la paranoia del perturbado hampón no cesaba. Sus ojos saltaban de individuo en individuo, como si temiera que uno de ellos fuera aquel que lo estaba persiguiendo, hasta que su mirada se cruzó con Glave.