- Amor, ¿Ocurre algo? – preguntó intrigado.

- No lo sé amor. No lo sé. – dijo Gin y trató de incorporarse – Solo es que… Estoy… - y en ese momento, comenzó a balbucear palabras sin sentido y repentinamente cayó de bruces al suelo, sin conocimiento. Hugo alcanzó a amortiguar su caída atrapándola en el aire:

- ¿Gin? ¡Gin! ¡Respóndeme amor, por favor! – gritaba Hugo desesperado. Gin no tenía reacción.

En un ataque de nervios, Hugo sacó a Gin fuera del atelier y bajó hasta la cochera para subirla a su camioneta. Antes de eso, se había cruzado con su hijo Diego, a quien le pidió que de aviso a Katina y los demás, que Gin no respondía y que la llevaba a la clínica. Después de eso, le pidió que lo acompañe a llevarse a Gin.

Una vez arriba de la camioneta, Hugo llevó a Gin hasta la clínica, donde finalmente terminaría internada. Katina llegó más tarde junto a Luque y Valeria. Todos se quedaron esperando fuera, ya que pasaban las horas y no había novedades. Por sobre el mediodía, el doctor salió de terapia y dialogó con todos.

- Doctor, ¿Cómo está? – preguntó Hugo tomando la palabra por todos.

- Miren, es un cuadro complicado. No sabemos bien que le sucedió. Ha conseguido reaccionar, pero en este momento hay que dejarla descansar. A la tarde la llevamos a una sala común y a la noche le damos el alta. Por el momento no es nada grave. – diagnosticó el doctor.

- Pero ¿Por qué se desmayó así? – preguntó Hugo.

- Eso es algo que debemos saber, por medio de un análisis de sangre que le haremos en este momento Sr. Olivera. Hay que ser pacientes. – pidió el médico. Y tras esta charla, volvió a sus tareas.

Hugo no entendía nada. Algo le había pasado a Gin, como para dejarse caer de ese modo. Pidió a todos que se vayan, porque él iba a quedarse a cuidar de Gin en todo momento.

- Hugo, no te pongas mal. No te cargues con todo esto. Gin necesita que estés fuerte y no es momento para que te caigas. Vamos hermano, no estés así. – le pidió Luque.

Hugo sentía que debía quedarse, pero si lo hacía, la desesperación lo mataría. No sabía qué hacer.

- Si tú quieres, yo me quedo aquí todo el día. Ustedes vayan y sigan su itinerario. Vamos Hugo, no decaigas ahora. – volvió a pedir Luque, queriendo quedarse a cuidar a su hermana. Hugo agradeció el gesto de Luque y se llevó a Diego y Valeria a casa. Katina prefirió quedarse para ayudar a Luque en todo lo que necesite.

Mientras todo eso sucedía, Babi salió de su casa hacia el laboratorio. Tal como se lo habían avisado, los resultados de los análisis que había mandado a hacer, ya estaban terminados. Tenía dudas respecto a una situación, que durante más de 20 años la tenía en incógnita y que por fin ahora podía develar. Ese mechón de pelos que le había arrancado a Hugo esa noche en el hotel, tuvo su razón de ser y su respuesta iba a conocerse en ese momento. Babi tomó parte del mechón de pelos de Hugo y los llevó al laboratorio para efectuar una comparación genética con los pelos que le había arrancado a Horacio, aquella mañana que ingresó a su cuarto.

Esta mañana los resultados ya estaban listos, por lo que Babi se fue a retirarlos. Por fin iba a saber la realidad. Por fin iba a ver, por qué había tantas diferencias de su hijo para con su esposo, Gustavo. Cuando abrió el sobre y leyó su contenido, no pudo creer lo que encontró: El examen genético, arrojó un resultado positivo del 99,99999997% de probabilidades de paternidad de Hugo para con Horacio… Sí, esa era la realidad. Hugo Olivera era el padre biológico de su hijo Horacio. Desesperada por lo que se había develado, Babi corrió hacia su auto, donde se encerró para llorar amargamente. ¿Con que cara le diría a su hijo que su padre no era Gustavo? ¿Cómo le diría a Hugo que tuvieron un hijo, sin que él piense que se lo ocultó por más de 20 años? Y lo que era peor ¿Cómo explicarle a su hijo, la verdad sobre su identidad? Amargada por todo lo sucedido, puso en marcha su coche y escapó de ese lugar.

3msc: Por tu amorWhere stories live. Discover now